Definitivamente,
esa familia tiene una cálida navidad. Todos se ven alegres, sus sonrisas lo
denotan. Todos ríen a carcajadas, en torno a una enorme mesa familiar, repleta
de los mejores y más suculentos banquetes que he visto en mi vida. El
tradicional pavo no puede faltar, imperando en la mesa, con su piel dorada y
ornamentada con exquisitas especias. Las ensaladas, hay desde saludables a
empalagosas, y debo decir que mis ojos se van, sin disimulo, de un plato a
otro.
Mi estómago
gruñe sonoramente. Los que me rodean ríen a carcajadas.
— Todos
tenemos hambre — bromea uno de ellos, olfateando el aire, percibiendo la estela
del aroma de una cena suculenta.
Continúo
analizando aquella familia simpática, que, evidentemente, son muy felices.
Tienen un
enorme árbol de navidad, hermoso y extravagantemente decorado, que combina a la
perfección con las luces de colores que cuelgan en la pared y ventanas más
cercanas. Ventanas, que dan un cuadro nevado propio de fantasía, a través de
sus lúcidos cristales. Los pinos cubiertos de nieve y las calles con velos
blancos. Todo es precioso.
La familia
se ha puesto de acuerdo para vestir buzos con motivos navideños que combinen.
Una de las niñas tiene estampados de renos, la abuela, con aires modernos, luce
una chaqueta de lana blanca nívea, con decorados de copos de nieve. ¿Y la
madre?, la madre viste el buzo más divertido de aquella familia, que porta
tantos colores y formas en esa lana como le es posible.
Pero, los
platillos y la decoración, no es lo más importante en esa cena, no, lo
verdaderamente importante esta noche es el amor y la familia. Eso puedo
entenderlo bien con sólo observarlos. En sus ojos achinados y brillosos, en las
miradas de ternura del esposo a la esposa, definitivamente llevan enamorados
desde hace años, en cómo la nieta le da un abrazo infinito a su abuelo, y este
la llena de mimos, y, finalmente, en cómo la hermana mayor, con un carácter
servicial, se asegura que nadie fuera lo suficientemente vergonzoso como para
quedarse sin comer.
Es una
atmósfera hermosa, envidiosa, cálida. ¡Eso es lo que yo llamo una cálida
navidad!, creo que ya lo dije, pero ver como esa familia se quiere tanto… Se ven
tan cálidos y felices…, eso hace que un nudo se forme en mi garganta. Y lo entiendo,
ya que duele, ya que…
— ¿Cuándo
vas a tirarlo al fuego? — mi fuero interno detiene aquella descripción al ser
interrumpido por la voz del hombre que me mira expectante.
Por la
impresión, guardo un segundo de silencio, uno que se torna incómodo a medida
que el hombre no aparta la vista de mí. Decido responderle cuando al fin pude
recuperarme un poco de mis emociones, y ese nudo ya no me molestaba tanto.
— Sí, ahora
mismo lo hago — le aseguro, obteniendo una respuesta aliviada de parte de mi
interlocutor.
Antes de
proceder, vuelvo a mirar esa imagen publicitaria en la revista, al parecer
intentan vender árboles de navidad, o algo así, y sin perder más tiempo tiro la
revista, con familia y todo al barril metálico que contiene un improvisado
fuego, en medio de una noche fría y oscura. Luego acerco mis dedos,
medianamente enguantados, a las llamas. Mis compañeros, sucios y mal vestidos,
tiritando al castigo de la noche, me imitan. Siento como la piel de mis dedos
queman. Esa será la única calidez que sentiré en esta noche de navidad.
Luego de terminar de escribir el relato, y me quedara con un final tan sombrío y melancólico, me pregunté: ¿cómo diablos haré para desearles una feliz navidad con esta historia tan cruda?, mejor dicho, ¿está bien que les desee una feliz navidad?, y la respuesta es un rotundo sí, pues, y como dice el protagonista de esta historia: “los platillos y la decoración, no es lo más importante en esa cena, no, lo verdaderamente importante esta noche es el amor y la familia”, así que amen y usen estas fechas para ser felices y hacer el bien.
Por último,
quiero recomendarles una película que fue algo de inspiración para este relato:
Tokyo Godfather. Se trata de una animación japonesa, dónde los
protagonistas son tres indigentes que encuentran un bebé abandonado en la noche
de navidad. Realmente, no tiene desperdicio la película, ya que es una opción
diferente en el largo repertorio de películas navideñas, y, definitivamente, merece
la pena darle una oportunidad.
Un saludo y felices fiestas.