viernes, 10 de diciembre de 2021

Una Cálida Navidad

 


Definitivamente, esa familia tiene una cálida navidad. Todos se ven alegres, sus sonrisas lo denotan. Todos ríen a carcajadas, en torno a una enorme mesa familiar, repleta de los mejores y más suculentos banquetes que he visto en mi vida. El tradicional pavo no puede faltar, imperando en la mesa, con su piel dorada y ornamentada con exquisitas especias. Las ensaladas, hay desde saludables a empalagosas, y debo decir que mis ojos se van, sin disimulo, de un plato a otro.    

Mi estómago gruñe sonoramente. Los que me rodean ríen a carcajadas.  

— Todos tenemos hambre — bromea uno de ellos, olfateando el aire, percibiendo la estela del aroma de una cena suculenta.    

Continúo analizando aquella familia simpática, que, evidentemente, son muy felices.

Tienen un enorme árbol de navidad, hermoso y extravagantemente decorado, que combina a la perfección con las luces de colores que cuelgan en la pared y ventanas más cercanas. Ventanas, que dan un cuadro nevado propio de fantasía, a través de sus lúcidos cristales. Los pinos cubiertos de nieve y las calles con velos blancos. Todo es precioso.   

La familia se ha puesto de acuerdo para vestir buzos con motivos navideños que combinen. Una de las niñas tiene estampados de renos, la abuela, con aires modernos, luce una chaqueta de lana blanca nívea, con decorados de copos de nieve. ¿Y la madre?, la madre viste el buzo más divertido de aquella familia, que porta tantos colores y formas en esa lana como le es posible.        

Pero, los platillos y la decoración, no es lo más importante en esa cena, no, lo verdaderamente importante esta noche es el amor y la familia. Eso puedo entenderlo bien con sólo observarlos. En sus ojos achinados y brillosos, en las miradas de ternura del esposo a la esposa, definitivamente llevan enamorados desde hace años, en cómo la nieta le da un abrazo infinito a su abuelo, y este la llena de mimos, y, finalmente, en cómo la hermana mayor, con un carácter servicial, se asegura que nadie fuera lo suficientemente vergonzoso como para quedarse sin comer.       

Es una atmósfera hermosa, envidiosa, cálida. ¡Eso es lo que yo llamo una cálida navidad!, creo que ya lo dije, pero ver como esa familia se quiere tanto… Se ven tan cálidos y felices…, eso hace que un nudo se forme en mi garganta. Y lo entiendo, ya que duele, ya que…

— ¿Cuándo vas a tirarlo al fuego? — mi fuero interno detiene aquella descripción al ser interrumpido por la voz del hombre que me mira expectante.  

Por la impresión, guardo un segundo de silencio, uno que se torna incómodo a medida que el hombre no aparta la vista de mí. Decido responderle cuando al fin pude recuperarme un poco de mis emociones, y ese nudo ya no me molestaba tanto.    

— Sí, ahora mismo lo hago — le aseguro, obteniendo una respuesta aliviada de parte de mi interlocutor.  

Antes de proceder, vuelvo a mirar esa imagen publicitaria en la revista, al parecer intentan vender árboles de navidad, o algo así, y sin perder más tiempo tiro la revista, con familia y todo al barril metálico que contiene un improvisado fuego, en medio de una noche fría y oscura. Luego acerco mis dedos, medianamente enguantados, a las llamas. Mis compañeros, sucios y mal vestidos, tiritando al castigo de la noche, me imitan. Siento como la piel de mis dedos queman. Esa será la única calidez que sentiré en esta noche de navidad.    

 


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Este relato fue escrito para el "CONCURSO DE RELATOS, XXIX Edición: CUENTO DE NAVIDAD de CHARLES DICKENS". 
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Luego de terminar de escribir el relato, y me quedara con un final tan sombrío y melancólico, me pregunté: ¿cómo diablos haré para desearles una feliz navidad con esta historia tan cruda?, mejor dicho, ¿está bien que les desee una feliz navidad?, y la respuesta es un rotundo sí, pues, y como dice el protagonista de esta historia: “los platillos y la decoración, no es lo más importante en esa cena, no, lo verdaderamente importante esta noche es el amor y la familia”, así que amen y usen estas fechas para ser felices y hacer el bien.

Por último, quiero recomendarles una película que fue algo de inspiración para este relato: Tokyo Godfather. Se trata de una animación japonesa, dónde los protagonistas son tres indigentes que encuentran un bebé abandonado en la noche de navidad. Realmente, no tiene desperdicio la película, ya que es una opción diferente en el largo repertorio de películas navideñas, y, definitivamente, merece la pena darle una oportunidad.       



Un saludo y felices fiestas.