Coloqué aquel muñeco de yeso en el jardín. Tenía un rostro
inquietante. Fue eso lo que me impulsó a comprarlo.
— ¡Gyaaa! — se escuchó un grito, parecido al graznido de una
arpía, desde la verja de entrada — Esas cosas, se adueñan primero de tu jardín
y, luego, ya no serás tú el dueño de tu casa. ¡Deshazte de él mientras puedes!
Yo ignoré su advertencia. No tenía ningún sentido las
palabras de una sexagenaria supersticiosa.
Esa noche, me desperté al sentir que algo golpeaba la
ventana de mi habitación. Creí percibir una pequeña sombra del otro lado de la
ventana, era como si me observara.
Desde esa noche comenzaron a pasar cosas extrañas: macetas
rotas, zapatos desaparecidos, objetos cambiados de lugar, el piso lleno de
tierra del jardín, entre otras cosas.
— Está echándote de tu casa — me informó la anciana, otro
día.
No, no quería creerle, pero… se me hacía imposible seguir
viviendo en esa casa, sentía que, efectivamente, alguien me estaba echando.
Tomé a aquel gnomo de mi jardín, lo envolví en una bolsa de
trapo y lo arrojé en un río que quedaba a varios quilómetros de mi casa.
Era de noche cuando volví. Revolví mis bolsillos, pero no encontré la llave de la verja. Levanté la vista al sentir que algo se movía en el jardín. Era ese muñeco de yeso, estaba mirándome fijamente, con aquella horrenda sonrisa perversa, con su pico en una mano y, en la otra, las llaves de mi casa. No, de su casa.
Alguien realmente molesto ese gnomo.
ResponderEliminarMe gustar leer lo que escribís.
Un abrazo.
Me alegra mucho que te gusten mis escritos.
EliminarUn abrazo.
Uuuuyyy....!!! Tu relato me hizo recordar algo que me sucedió hace algunos años... Compré unos duendes muy monos en una tienda especializada en hadas y todo ese tipo de cuentos.
ResponderEliminarEran unos viejitos muy bien confeccionados en cerámica en frio, con sus ropas acorde... Gorro en punta, nariz aguileña y ojos como pozos. Los mirabas y hasta tiernos te parecían!! Les hicimos un espacio en nuestro hogar...
Duraron menos de una semana... No fui tan cruel de tirarlos al río pero se los regalé a una amiga que después, nunca más volví a ver.
No creo en supersticiones pero durante su estadía, se nos estropearon diversos equipos tecnológicos.
¡¡Excelente historia, me paró los pelos!!
Saludos! =)
Me alegro mucho que te haya gustado el relato.
EliminarIncluso, los más escépticos dudamos en situaciones como estas.
Un saludo.
Que bueno, me gustó mucho. Aunque yo tampoco hubiese creído a la anciana, pero ya ves, ella algo sabía. Un saludo
ResponderEliminarTalvez esa anciana ya había pasado algo similar antes.
EliminarGracias por dejar tu comentario y lectura.
Un saludo.
Haberlas, Haylas... muy bonito.
ResponderEliminarGracias por leer.
EliminarUn saludo.
Muy buen micro! Nos llevas a buen ritmo hasta ese final aterrador. Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana, por tu comentario.
EliminarHola, Cynthia. Estupenda tu leyenda. Muy inquietante.
ResponderEliminarGracias, Marta. Un saludo.
Eliminar¡Jo, Cyntya! Nunca me gustaron esos enanos de jardín.
ResponderEliminarUn micro muy bien llevado, compañera.
Me gustó el empleo de los demostrativos “aquel” y “ese” refiriéndose al gnomo,(aleja al enano ) en vez de “este” (que lo acercaría)
Buen micro, compañera.
Muchas gracias, Tara, por tu comentario. Exactamente, los demostrativos muestran la lejanía entre el protagonista y el enano. También puedes notar que nunca me referí como "su" gnomo a pesar de que él lo compró, indicando de esta forma, que el gnomo no es un simple objeto decorativo, sino que tiene vida y personalidad propia.
EliminarUn saludo.
Hay que tener cuidad con los objetos mágicos, puede ser que la anciana puso cierta malicia en la estatua del gnomo
ResponderEliminarEs una buena teoría.
EliminarGracias por leer.
Un abrazo.
Hola Cynthia, la casa es nuestro refugio, aquel lugar a donde vamos cuando nos sentimos desamparados o desprotegidos, por eso perderla supone no tener donde escondernos de los peligros que acechan ahí fuera. En este micro explotas ese miedo, añadido al siniestro personaje del gnomo que se vuelve omnipresente. Muy bien llevado. Un saludo.
ResponderEliminarMe gustó mucho tu reflexión. En muchos relatos, los personajes suelen protegerse de las criaturas mágicas en su casa (como sucede con el vampiro, que sólo puede entrar si tu lo invitas), pero aquí se da una vuelta de tuerca. Resulta ser la casa el lugar inseguro, y no viceversa.
EliminarMuchas gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Después de pillarle las llaves, habría utilizado su cuerpo para prácticas de tiro con arco.
ResponderEliminarJa, ja. Esa es una buena manera de deshacerse del gnomo.
EliminarGracias por comentar. Un saludo.
¡Muy inquietante tu gnomo! Me ha gustado mucho tu micro. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Beri, por dejar tu comentario.
EliminarHola, Cynthia. Yo estoy con José Casagrande. La bruja, perdón la anciana, lo puso ahí para hacerse con tu casa. Mal asunto y muy buen micro. Un abrazo.
ResponderEliminarEs una buena teoría. En el microrrelato original se la nombra como bruja, pero tuve que acortar su descripción para llegar a las 250 palabras.
EliminarGracias por leer.
Un saludo.
Y es que hay que hacer caso a los ancianos sabios que saben mucho de estas cosas de la brujería. Ellos seguro que han sido testigos y partícipes de muchas de estas desventuras.
ResponderEliminarMuy buena tu leyenda.
Te abrazo.
Gracias, Francisco, por tu comentario. Tus palabras son muy ciertas, posiblemente la anciana hablaba desde la experiencia.
EliminarUn saludo.
Hola, Cynthia,
ResponderEliminarAy los enanos, o las estatuas o símiles, son como ventanas hacia otros mundos, je, je. Yo no podría tener uno en mi casa, como dice tu anciana, no le quitaría el ojo de encima.
Un abrazo!
Ja, ja. La verdad, yo tampoco tendría uno.
EliminarGracias por leer.
Un saludo.
Pues yo tengo un enano de esos en el jardín, pero después de leer tu relato lo he dejado bien amarrado al tronco de un pino con una soga, no vaya a ser que se me instale en el comedor ;p
ResponderEliminarBuen micro, mantiene la tensión y el suspense hasta el final. Me ha gustado, un abrazo.
Ja, ja. Más vale estar prevenidos.
EliminarGracias por leer. Un abrazo.
Hola, Cynthia. A mi esas figuras o estatuas o como queramos llamarlas, me dan un mal rollo... ¡y tu micro ha sido el culpable de recordármelo! Buen trabajo. Saludos.
ResponderEliminarA más de uno nos da miedo esos muñecos, y el mal rollo que llevan los ha convertido en protagonistas de varias leyendas urbanas.
EliminarUn saludo.
Como muchos de mis compañeros, esos duendes de jardín con su estúpida sonrisa congelada siempre me han parecido de lo más siniestro. No puedo con ellos, así que desde el minuto uno he odiado a tu gnomo protagonista... Buen micro.
ResponderEliminarSupongo que el efecto del gnomo está bien logrado, ja, ja.
EliminarGracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
¡Muy buen micro! Me ha gustado mucho. La lectura es fluida y la narración te envuelve en una atmósfera en la que el gnomo resulta de lo más inquietante. A mi nunca me han gustado, jajajaja. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ulises, por tu comentario y lectura. Ya somos varios que no nos gustan esos gnomos, je, je.
EliminarUn saludo.
¡Absolutamente T O D O lo relacionado con los mundos feéricos me hechiza(también he escrito bastante y he leído bastante sobre ellos)!
ResponderEliminarLa característica díscola que acompaña a Su Entidad de Seres Elementales queda radiografiada a la perfección en tu ejemplo microrelatístico. Yo , desde que leí en mi juventud "El Gnomo " de Gustavo Adolfo Bécquer, nunca volví a ser el mismo.
¡¡¡¡¡¡¡Un Deleite leerte!!!!!
Gracias, Juan, por pasarte por mi microrrelato. Me recordaste un clásico de Bécquer. Y me ha hecho pensar cómo del duende, del gnomo, se cuenta diferentes historias, dependiendo de su autor y cultura.
EliminarUn saludo.
Yo vine a agradecerte tu visita a mi blog, tu comentario y mira lo que me encuentro: un magnífico relato.
ResponderEliminarMe encanta, yo sí creo en fenómenos paranormales, de modo que todo lo que pueda parecer "extraño" llama mi atención.
Un gusto Cynthia!
Hola, Maty, te agradezco por pasarte por mi blog. Me alegra mucho que te haya gustado el relato.
EliminarUn abrazo.
Hola, Cynthia. Un muy buen micro de miedo para no pegar ojo pensando en el gnomo del jardín. Yo no tengo ese problema, a falta de jardín no necesito gnomo, pero hay veces que me despierto sintiendo un roce como de trapo y un alambre que me araña en la cara y juraría que tire ese destartalado osito de peluche al contendor ya hace mucho tiempo. 🧸🖐🏼
ResponderEliminar¡Qué miedo lo que me cuentas!, muchas veces las leyendas surgen de posibles verdades, así que es probable que el iniciador de la leyenda de los gnomos haya tenido una experiencia parecida a la tuya.
Eliminar¡Fue una buena decisión deshacerse de ese peluche!
Un saludo y gracias por leer.
¡Hola, Cynthia! Inauguras las leyendas urbanas participantes con una que es fantástica. Y lo es no solo por lo bien que lo has narrado, con esa cercanía tan recomendable para estas historias, sino porque incluyes dos elementos imprescindibles. Por una lado esas figuritas que en lo personal no me hacen ninguna gracia como adorno de jardín y sobre las que viertes esa leyenda que entronca sobre uno de los mayores miedos que podemos sentir, como es el que nos expulsen de nuestra propia casa. Algo que tan bien reflejó Cortázar en su Casa Tomada. Sin duda, un excelente pistoletazo de salida para este reto. Un abrazo!!
ResponderEliminarMuchas gracias, David Rubio, por dejar tu comentario, y también por darnos la oportunidad de participar en ediciones tan originales. A veces uno no sabe de qué escribir, y debo admitir que tu blog me sirve de inspiración. Gracias por eso.
EliminarUn saludo.
Una historia de terror. Esas figuras de jardín siempre me ha dado aprensión. Y aquí tenemos un motivo de sobra, je,je.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un saludo.
Gracias, Jodep, por pasarte por mi microrrelato.
EliminarUn saludo.
Hola, Cynthia. Si hay algo que me produce repelús son los títeres de ventrílocuo, los payasos en general y los gnomos de jardín. Y para colmo éste se adueña de las casas. ¡Qué cosas!
ResponderEliminarUn relato muy divertido y bien escrito. Un saludo enorme.
Gracias por leer, Bruno. La verdad, esos tres que nombraste son protagonistas de las pesadillas de muchos.
EliminarUn saludo.
Ostras... Me puse en la piel del protagonista, visioné la imagen y he sentido auténtico pánico... Me encanta tu relato, muy bien logrado. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Nuria, me alegro que el relato te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Un relato espeluznante, me ha gustado! Esos gnomos y hadas de jardín siempre tuvieron algo que no me gusto, igual que los payasos! Y además, normalmente, al menos para mi, cuando se trata de algo inanimado da más yuyu que cualquier fantasma o fenómeno!
ResponderEliminarUn saludo!
Ana, gracias por tu comentario.
Eliminar¡Los payasos son otra cosa que detesto!
Un saludo.
Felicidades Cynthia! Un estupendo micro que me ha dejado pensativa, a mí nunca me han gustado mucho esas figuras de escayola de gnomos en el jardín, y después de leer tu relato ya sé el motivo. Saludos!
ResponderEliminarGracias, Mayte, por tu comentario. Me alegro que te haya gustado el microcuento.
EliminarUn saludo.
¡Hola Cynthia! me ha gustado mucho tu micro!! siempre se habla de fantasmas que tienen encantada una casa pero aquí se trata de un gnomo. Y el final es muy gracioso: "con su pico en una mano y, en la otra, las llaves de mi casa. No, de su casa" :D
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado el micro y sobre todo divertido.
EliminarGracias por leer.
Un saludo.
El miedo a las figuras humanoides inanimados es casi ancestral. Hay fobias a las muñecas y este tipo de objetos. Pero es que al de la foto, no hace falta tenerle fobia. Yo empiezo a encontrarme tierra por la casa, objetos cambiados de sitio etc... y vendo la casa antes, con gnomo y todo.
ResponderEliminarResultó inquietante.
Saludoss
Muchas gracias por su comentario y lectura.
EliminarUn saludo.
Vaya, vaya nada que se me ocurre poner gnomos en mi jardin, jajaja no quiero quedarme sin casa. SALUDOS
ResponderEliminarPienso igual, ja, ja.
EliminarGracias por leer y comentar.
Saludos.
Cynthia, me ha encantado tu micro, me ha recordado un montón de leyendas asturianas con trasgos de por medio.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Ángel por tu comentario. Me alegro que te haya hecho recordar a otras leyendas.
EliminarUn abrazo.
La verdad es que estas criaturitas siempre me han dado un poco de miedo. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Muchas gracias, Rocío, por hacerte seguidora del blog.
EliminarPor supuesto, ahora mismo me paso por tu blog.
Un saludo.
Una historia de terror, pero contada con soltura y gracia. Me ha encantado.
ResponderEliminarGracias, María, por tu lectura. Me alegro mucho que te haya gustado la historia.
EliminarSaludos.
Hola Cynthia.
ResponderEliminarUn micro inquietante y algo misterioso, además de tenebroso.
No pude evitar recordar la película Annabelle, esa horrorosa muñeca...
Muy buena tu historia, y muy bien llevada, con un buen final.
Que disfrutes la semana.
Los muñecos suelen ser protagonistas de las más horrendas historias de terror, Annabelle, Chucky, muñecos ventrículos, etc. Al parecer el hombre suele tenerle cierto miedo intrínseco a estos muñecos inanimados con apariencia humana. Este miedo se llama automatonofobia, y la verdad siempre me pareció muy interesante.
EliminarGracias por tu lectura. Un saludo.
¡Hola, Cynthia! Desde luego, yo no volvería ni a pisar el jardín de entrada. Nunca he sido muy amigo de gnomos, pero el que nos describes me da un especial yuyu, ¡ja, ja! Un saludo desde la Buhardilla de Tristán.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Javier.
EliminarUn saludo, para ti también.
Empiezas las aportaciones a estos micros poniendo el nivel muy alto. Felicidades.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Macondo, por el comentario.
EliminarUn saludo.
Hola Cynthia , si dijeses que la anciana no la aviso
ResponderEliminartendría un paso , pero es que lo hizo , ahora lo malo es que el gomo
quiera vengarse , y con el pico se lo clave en un pie , yo por si acaso lo devolvería a la tienda , te deseo una feliz tarde saludos de flor.
Si el gnomo pudo volver del río, dudo mucho que le cueste más escaparse de la tienda, ja, ja, pero habría que probar. Uno nunca sabe.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y lectura.
Feliz tarde para ti también.
Cyntia una historia con tintes de terror, la anciana ya avisó pero pensar que una inofensiva figurita de jardín pudiera adueñarse de la casa es mucho pensar.
ResponderEliminarYo tengo dos de esos enanitos en el jardín, me los regalaron hace tiempo y de momento la casa sigue siendo mía je je je , de todas formas de ahora en adelante los vigilaré .
Un abrazo 🧟♀️
Puri
ja, ja, no le saques un ojo de encima. Uno nunca sabe.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Un saludo.
Inquietante,... muy inquietante,...
ResponderEliminarGracias por leer.
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