sábado, 24 de diciembre de 2022

Huésped Gatuno en tapa blanda y ebook

 


Sinopsis

Fui maldecido por un dios y ahora tengo que vivir como un gato. ¡Por favor, qué alguien me ayude!

Una noche loca de borrachera solo pudo terminar de la peor manera. Después de que nuestro protagonista ofendiera al dios Bocanegra, este lo convirtió en el ser que más odia. Pero eso no es lo peor, después del incidente, es recogido de la calle por una chica que está loca por los gatos, y cada día se vuelve un castigo para él.                                  

Géneros: fantasía, comedia romántica, metamorfosis                              

Link de Amazon: https://www.amazon.com/dp/B0BQ9R68NR                                                               

Link de Wattpad: https://www.wattpad.com/story/186133824-huésped-gatuno-en-físico                                                               

Muchas gracias a todos los que leyeron y aún siguen leyendo Huésped Gatuno, fueron ustedes los que me animaron a publicar en Amazon.

Les deseo una muy Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Los amo. 💗

 

sábado, 17 de diciembre de 2022

Morfeo 1730

Estaba de camino a la casa de mi madre. El GPS marcaba que faltaban treinta minutos para llegar. Conduje de manera automática, pues el camino lo conocía de memoria, siempre las mismas curvas, las mismas casas, los mismos metros. Me dejé abstraer de manera inconsciente en la siguiente clase que tenía que dar. Había fijado fecha de examen y podía intuir, solo por la responsabilidad de los alumnos, que no obtendrían las mejores notas. Mientras pensaba en eso, una melodía que bien conocía sonó rebotando en el espacio cerrado del automóvil.

Era mi madre llamando. La atendí activando el manos libres. Se oía preocupada:

—Hijo, ¿dónde estás? Me tienes preocupada.

Miré la hora en el tablero: las quince y cuarto. Todavía faltaban quince minutos para llegar.

Me extrañé por su repentina reprimenda, tan poco propia de esa mujer. Ella no era esa clase de madre helicóptero, ni tampoco era de las que se preocupaba sin razón.

—Ve despacio —le pedí, primero necesitaba tranquilizarla—. ¿Qué sucede? No entiendo tu actitud.

—¿Cómo que no me entiendes? Si esto es una broma, quiero que sepas que no me hace gracia.

—Si es una broma, pues no la entiendo —contesté comenzando a fastidiarme. Mi madre aún era muy joven como para presentar los primeros síntomas de la demencia senil.

—Ya son las cinco y media, llevas dos horas de retraso y he estado llamándote sin cesar estas dos últimas horas y ni siquiera te dignas a contestarme. ¡Tu madre ya está vieja para que le des estos sustos! ¡Pensé que algo te había sucedido! 

—Ah, ya entiendo, la que está bromeando eres tú. Si recién pasaron quince minutos desde que salí de... —me interrumpí a mí mismo al comprobar la hora en el tablero.

Diecisiete y media.

Era imposible, hacía unos segundos lo había comprobado y eran las quince y cuarto. Y no solo eso, el viaje se había sentido sumamente corto, como si realmente hubiera estado sentado allí no más de quince minutos conduciendo.

Una sensación de extrañeza me embargó.

—¿Lucas?, ¡¿Lucas?!

—No te preocupes, mamá. Ya estoy por llegar —le contesté, intentando mantener la cordura. Estaba comenzando a racionalizar trabajosamente lo ocurrido y nada tenía sentido.

En el momento que corté la comunicación, mi celular comenzó a sonar su melodía en bucle una y otra vez. Eran mensajes notificando las llamadas perdidas de mi madre. Eran más de diez y algunos mensajes preguntando por mi paradero. Los mensajes acababan de arribar a mi casilla, eran las 17:35, pero los mensajes notificaban su entrada a partir de las quince y media, y se prolongaban durante dos horas más.      

Bloqueé el celular y me obligué a concentrarme en la carretera. Apreté el volante con fuerza intentando serenar el temblor de mis dedos.

Tardé los quince minutos faltantes en llegar a la casa de mi madre.

—No vuelvas a asustarme así, Lucas —me regañó, pero yo aún seguía enajenado en una confusión extraña. Algo no cuadraba, algo se salía de la regla, de la realidad.

Al día siguiente, cuando había llegado el momento del examen, le solicité a los alumnos que siguieran el típico protocolo de examen.

—Guarden las carpetas en sus mochilas, dejen las mesas limpias con solo una hoja y un lápiz.

—¿Qué?, no, no es justo.   

—Chicos, no hagan un escándalo—les advertí. Solo era un examen de fracciones.

—¡Profesor, usted prometió nunca tomar examen sorpresa!

—Ginez, el examen fue anunciado la semana pasada, que usted sea distraído no lo hace un examen sorpresa.

—De verdad usted no anunció ningún examen para el día de hoy — dijo Sandoval, la mejor alumna del grupo. Que ella hubiera asegurado que no anuncié el examen con anterioridad, me hizo dudar. Tal vez de verdad me olvidé de anunciarlo, a pesar de que tenía un recuerdo muy vívido de mí mismo apuntando la fecha en la pizarra.

No tardé un segundo más en abrir mi agenda para comprobar lo que mi alumna me decía. Como era un hombre sumamente organizado, allí tendría la prueba de que, efectivamente, hoy era el esperado examen y no era una jugarreta de mis alumnos.

Comprobé las anotaciones del día de hoy. No había nada sobre una prueba de fracciones. Miré la fecha y vi algo extraño, hoy, hoy no era veintitrés.   

Busqué en las páginas anteriores, retrocedí hasta una semana exacta. 

Lunes 17

17:30: Examen de fracciones.

No podía creerlo. Esto debía ser un sueño, nada parecía ser real.

Abrí mi carpeta y allí vi una planilla de notas de aquel día. El examen ya había sido tomado y las notas plasmadas sobre la planilla.

Era imposible, era un sueño.

Respiré hondo para intentar volver en sí. No quería preocupar a mis alumnos mostrando una actitud de confusión. Trascurrí el resto del día como si nada extraño hubiera ocurrido.

Al llegar la noche a mi casa, me quedé sentado sobre el colchón de mi cama, inmóvil y tétrico, con el pijama puesto, pero los ojos bien abiertos.

Había algo extraño que se sentía como un sueño y me negaba a dormirme.

 

—Abran el protocolo 1730, hay un humano que acaba de despertar del Morfeo.

—Abriendo el protocolo Morfeo 1730 —secundó mi ayudante metálico.

—Cada vez sucede más seguido.  

—El promedio aumenta un 3,78% de manera exponencial —Dio las estadísticas con gran precisión. Supongo que ese debe ser un efecto secundario de nuestros cerebros de calculadora.  

—Y seguirán aumentando hasta que logren repararlo, mientras tanto, activen el somnífero. No podemos dejar que los humanos despierten.  


Este relato participa del CONCURSO DE RELATOS 34ª Ed. ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? DE PHILIP K. DICK 

lunes, 7 de noviembre de 2022

El Rey de la Selva

 


Soy el terror de la Sabana. Cuando yo llego al lugar, todos los animales comienzan a correr despavoridos y a gritar llenos de un inefable miedo que les llega hasta la médula. “¡Auxilio!”, “¡Socorro!”, “El león está cazando, ¡corran!”, esas son las frases que generalmente llenan el valle ámbar cuando mi presencia arriba desde el escaso dosel arbóreo.

Y, como en mis anteriores asesinatos, tuve éxito. Una pequeña gacela, posiblemente con unas pocas horas de nacida, fue lo suficientemente torpe como para correr en la dirección equivocada. Con un zarpazo la mandé a la tierra y su cuello se quebró fácilmente entre mis fauces. Quitarle la vida, sentir su último aliento en mi boca, escuchar el ruido de sus pequeños huesos quebrarse y la sangre fresca en mi lengua no me espantó, estaba suficientemente acostumbrado.    

Arrastré a mi presa manchando de carmín la maleza que quedaba detrás. El canto de despedida fue el llanto de la madre de mi víctima y de los miembros de su manada. Llantos y maldiciones siempre eran lo que seguía a mi partida.

Caminé y solté la pequeña gacela enfrente de un montón de ramas viejas y secas. Del interior del improvisado nido, salió un cachorro. Su madre y sus hermanos habían muerto por el ataque de unos vagabundos que intentaron hurtar mi hogar. Siempre lamenté llegar tarde de aquel patrullaje. Luego de ahuyentar a los leones nómadas, este pequeño salió de su escondite para demostrarme que esos asesinos no me habían quitado todo.  

...

Clic aquí para leer más microcuentos con el villano como protagonista.


domingo, 16 de octubre de 2022

Próxima Centauri



Huxley desactivó el reactor de su rifle de plasma y procedió a guardar el mismo en el estuche de su cintura. Se limitó a observar el escenario que él y sus compañeros de tropa habían creado en ese planeta: techos en llamas, caminos ensangrentados y gritos de centauris. Los gritos de esa especie no duraron mucho, ya que las llamas se encargaron de acallar sus lamentos.

—Nuestro trabajo ha terminado —dijo el capitán y clavó la bandera de la Tierra entre unas piedras—. Declaro a Próxima b conquistada.

—Recordarán este evento como el día uno de la conquista galáctica. Los humanos no nos detendremos hasta hacernos con cada uno de los planetas habitables de la Vía Láctea —. Todos los soldados, incluyendo Huxley, celebraron con aplausos y vitoreo.

—Soldados, embarquen de inmediato y calibren su navegador hacia la Estrella de Barnard. La conquista recién comienza —ordenó el capitán.

Los soldados no tardaron en subir a sus naves y en obedecer la orden de su capitán, en cada tablero y pantalla resaltaron las coordenadas a aquella enana roja. Todas las naves despegaron del suelo y se elevaron al vacío del éter; todas las naves, menos una.

Huxley dijo una maldición y volvió a girar la llave que encendía el reactor nuclear. No se escuchó ningún ruido ni se vio ningún movimiento ascendente. Bajó a comprobar. No necesitó ver el reactor por segunda vez para entender que se había dañado y había quedado inutilizable.

Volvió a la cabina y envió un mensaje a su tropa, seguramente ya estaban varios años luz de allí, y tardarían un tiempo en volver. Era una lástima, había estado emocionado por visitar la constelación de Ofiuco y ver de cerca a esa especie reptiliana antes de que sea forzosamente extinguida al igual que los centauris.

—Ah, no podrá ser —se lamentó—. Navegador, reproduce los Bee Gees —Huxley le ordenó a su navegador para pasar el tiempo hasta que vinieran por él. Sus compañeros de armas siempre se habían burlado de él por tener un gusto tan obsoleto en música, pero Huxley prefería la voz humana a la de la Inteligencia Artificial.

Huxley salió de la cabina, sus pies pisaron tierra, pero no pudieron quedarse quietos, la música disco era contagiosa, por lo que, antes de darse cuenta, ya los estaba moviendo, y su cabeza se abanicaba al compás del ritmo.

How deep is your love, how deep is your love?

I really mean to learn

Huxley detuvo sus pasos y colocó su mano sobre la funda de su rifle al descubrir que era observado. Era un centauri femenino, sus ojos lo miraban fijamente.

Al parecer, había sobrevivido uno.

El soldado estuvo a un segundo de retirar el arma de su funda para efectuar el disparo letal, pero se detuvo cuando la centauri comenzó a mover su cabeza y sus pies imitando sus movimientos anteriores.

La escena, por alguna extraña razón, llamó su atención. Alejó los dedos de su arma, y se quedó allí, inmóvil, viendo qué bien la extraterrestre sabía imitar su baile.

La música seguía sonando, y el cuerpo de Huxley conocía bien cada nota de esa melodía, tanto que era natural para él reanudar el baile de manera inconsciente. Cuando quiso acordarse, Huxley estaba moviendo la cabeza al ritmo de los Bee Gees junto a su enemigo.

'Cause we're living in a world of fools

Breaking us down

When they all should let us be

La centauri caminó hasta él y le tomó de ambas manos, invitándolo a que le enseñara más pasos. Huxley no pudo negarse, y mientras la hacía girar por debajo de su brazo se preguntó por qué diablos estaba bailando con ella y por qué, a pesar de saber que estaba mal, no podía dejar de hacerlo.

Cuando llegó el clímax de la canción dejó de preocuparse por eso, y con una sonrisa sincera, disfrutó de aquella inusual compañera de baile. Ella no era muy distinta a él; pues, de manera irónica, la física del universo se las había arreglado para que todas las civilizaciones fueran semejantes entre sí.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó cada vez más curioso por ella.

La centauri le respondió, pero en su idioma. Apenas pudo rescatar de sus palabras su nombre. Le supo hermoso al repetirlo en sus labios. Su compañera lo sorprendió besando esos mismos labios que habían pronunciado su nombre. Huxley la alejó impresionado. Ella era su enemiga, y él había participado en el exterminio de su raza. La última centauri se había enamorado de su verdugo.

La música paró de repente y en el cielo se dibujó la estela de varias naves. Huxley sintió verdadero terror, un miedo que ni siquiera había sentido durante las batallas.

—Vete, tienes que esconderte —la centauri no pareció dispuesta a alejarse de él, pero Huxley no se rindió y la obligó a esconderse entre los restos de una antigua madriguera.

—Soldado Huxley, disculpe la demora. Pero no podíamos posponer la batalla.

—Se entiende, capitán. La causa siempre será la prioridad —Huxley saludó a su superior.

El mecánico se encargó de arreglar el reactor en unos minutos, minutos que fueron una eternidad para Huxley, deseando que a ningún soldado se le ocurriera comprobar el interior de las madrigueras.

Un cuarto de hora después, Huxley se elevaba por el cielo de Próxima b, sin poder despegar los ojos de aquella aldea destruida.

—Navegador, ¿cuándo es mi próximo día libre?

—En quince días solares.

Huxley dejó Próxima Centauri detrás preguntándose si sería correcto volver.



GLOSARIO:

Próxima Centauri: Es una de las tres estrellas que conforman Alfa Centauri, un sistema estelar. Es la estrella más cercana al Sol.

Próxima b: es un exoplaneta que orbita dentro de la zona habitable de la estrella enana roja Próxima Centauri.

Estrella de Barnard: es la segunda estrella más cercana al Sol, ubicada en la constelación de Ofiuco.

Vía Láctea: Es la galaxia en donde está ubicado nuestro sistema solar.

La canción que escucha Huxley es Bee Gees - How Deep Is Your Love.


Y sí, decidí nombrar al protagonista como uno de mis autores de ciencia ficción favoritos: Aldous Huxley.
...

Este relato participa del CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD


martes, 13 de septiembre de 2022

Abismo

Con las piernas temblorosas, se sentó en el suelo apoyando su cansada espalda sobre la pared.

Miró a su alrededor. Decenas de cuerpos desperdigados sobre charcos de sangre. Al entender que había terminado, una sonrisa sarcástica se formó en su boca. Reírse en esa situación le supo mal. Se sintió diferente, con un grado de humanidad menos a antes de entrar en ese lugar.

Metió su mano en su bolsillo, y de allí sacó la fotografía que guardaba. Acarició la imagen manchándola con sangre. Intentó limpiarla, pero solo la ensució más. Le había hecho una promesa a esa mujer, no, se había hecho una promesa a sí mismo: encontrar la mafia que le había arrebatado aquella mujer y, sintiéndose como un justiciero, llevaría a los culpables ante la justicia. Pero algo sucedió en el camino, el deseo de cárcel se convirtió en deseo de sangre; ni un culpable quedó vivo, él mismo acababa de asegurarse de que fuera así. Había vengado su muerte, pero ya no estaba seguro si era de la manera que ella hubiera querido. ¿Se decepcionaría de él?

Del bolsillo sacó una de las hojas del libro favorito de ella: “Quién con monstruos lucha, cuide de no convertirse en uno, porque cuando miras largo tiempo al abismo, él te mira a ti”, aquella frase lo había estado atormentando el último tiempo.

Miró otra vez la carnicería a su alrededor.

Con la misma arma que había dado muerte a esos monstruos, llevó el cañón a su frente y lo mantuvo allí.

Ahora el monstruo era él.




Este microcuento está inspirado en la famosa frase del libro Más allá del bien y del mal, de Friedrich Nietzsche. Y participa en el microrreto del Tintero de Oro.









lunes, 6 de junio de 2022

Reynolds, el último

27 de septiembre de 1849, Nueva York. 

Un nuevo monstruo había comenzado a habitar en mi hogar. Cada cierto tiempo me volvía a suceder. Estaba acostumbrado. La única manera de deshacerme de ellos era “aprisionándolos” en un papel. Pero no bastaba con poner su nombre en una hoja. No, era mucho más complejo, debía darle un lugar, un tiempo y una historia en la qué habitar. Con el gato negro había sido fácil. Con ese maldito cuervo que repetía como loro “Nunca más” me había llevado un poco más de tiempo, y luego estaba ese piso palpitante. ¡Era exasperante! Pero… ahora con Reynolds algo andaba mal. Era la primera vez que no podía encerrar a una de aquellas alucinaciones en el papel. Era extraño en demasía, generalmente al primer intento funcionaba, pero con Reynolds había escrito decenas de relatos, y Reynolds seguía allí, tan aterrador, acechante y molesto. Me estaba volviendo loco. Lo había convertido en villano, en coprotagonista, en personaje secundario, terciario, cuaternario, ¡incluso en el maldito protagonista!, pero nada lo dejaba satisfecho. ¡Se negaba a meterse en el papel sin importar qué!

29 de septiembre de 1849, Nueva York.

El insomnio comenzó a hacerse presente. Era evidente con Reynolds mirándome fijamente, junto a la cama, con sus ojos oscuros sin un ápice de brillo, sus dientes aterradores, su piel de difunto, su cuerpo monstruoso y su voz… cada vez que lo escuchaba respirar se me helaba la sangre.

— ¡Vete! Déjame dormir, maldito monstruo. ¡Métete en el malnacido papel! — No había caso. Reynolds era terco y cada día que compartíamos juntos, se volvía más aterrador y exasperante. 

Comencé a escribir cartas a mis familiares y amigos, estaba desesperado, sentía que Reynolds nunca me dejaría, que se quedaría vigilándome hasta el último aliento miserable de mis días, y no quería que fuera lo último de ver en mi lecho de muerte.

1 de octubre de 1849, Nueva York.

A Maria Clemm, en Richmond:

Durante más de diez días estuve totalmente trastornado, fuera de mí, aunque no bebí ni una sola gota; durante ese lapso, imaginé las calamidades más atroces. Fueron sólo alucinaciones, consecuencia de un ataque como jamás había experimentado en mis carnes, un ataque de mania-à-potu [delirium tremens].

2 de octubre de 1849, Nueva York.

Llevo días sin dormir. Puede que ello haya ocasionado que los demás monstruos escaparan. Al estar débil, loco y poco cuerdo, los cuervos habían logrado fugarse de sus prisiones de papel. Mi casa estaba plagada de emplumados negros que iban por aquí y revoloteaban por allá. Me tapé los oídos, pero el graznido enloquecedor se escuchaba por encima de mis manos. Me estoy volviendo loco. Ya no lo soporto. 

3 de octubre de 1849, Baltimore, Maryland.

Ahora no eran sólo los cuervos, el gato negro saltaba por las paredes, maullaba a la noche, rasguñaba los muebles y brincaba sobre mí. 

— ¡Basta! ¡Basta! ¡Deténganse! — Las paredes y el piso no dejaban de latir, de palpitar como un músculo vivo.

Miré a mi alrededor en busca de algo que pudiera serme útil. Mis ojos chocaron con los de Reynolds. Me miraba fijamente con esos orbes negros espeluznantes. Estoy loco. Corrí a la calle sin saber bien el curso que tomaba. Sólo podía pensar en escapar de los monstruos. Los cuervos volaban y graznaban a mi alrededor. El gato negro corría a mi lado, maullando como un desquiciado. Tenía que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para no tropezar con la acera que no dejaba de palpitar a mis pies.

— ¡Basta! Déjenme tranquilo.

Alguien se acercó a mí. Creo que dijo algo, pero no pude entenderlo. Su imagen y palabras parecían vedadas por una tela difuminada. 

7 de octubre de 1849, Washington D. C.

Estaba recostado. En un pequeño lapso de lucidez pude entender que me llevaron a un hospital. Estaba aislado, solo con mis monstruos y mi locura.

— ¡Reynolds! ¡Reynolds! — Creo que alguien me preguntó quién es Reynolds, pero yo no pude responderle. Solo podía centrar mi visión en aquella bestia del demonio, que estaba parada, inamovible, junto a mi camilla. Lo miré con furia, él había ganado, sería lo último que vería antes de morir.

Este relato de 689 palabras fue escrito para el “CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed.CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE”.

Como ya se habrán dado cuenta, el protagonista del relato es el mismo Poe. Llevada por la incertidumbre que existen en relación a su muerte, decidí escribir mi propia versión, donde Poe fue “asesinado” por sus propias creaciones. Los hechos que se relatan en el cuento están basados en hechos biográficos del autor:

Se sabe que Edgar Allan Poe murió el 7 de octubre de 1849. Cuatro días antes de su muerte, el 3 de octubre, Poe fue encontrado en las calles de Baltimore, Maryland, en un estado delirante. Según Joseph W. Walker, la persona que lo encontró, el escritor estaba «muy angustiado, y (...) necesitado de ayuda inmediata». Fue llevado al hospital universitario de Washington, donde murió a las 5 a.m. del domingo 7 de octubre. En ningún momento tuvo la lucidez necesaria para explicar de forma coherente cómo había llegado a dicho estado.

La carta es un fragmento real de su correspondencia con Maria Clemm, su suegra. Pero me tomé la licencia de cambiar la fecha de esta carta para que coincidiera por el hilo argumental del relato. La carta fue escita el 19/07/1849, unos meses antes que en el relato.

¿Y quién es Reynolds? Se dice que, en su agonía, Poe llamó repetidas veces a un tal "Reynolds" la noche antes de su muerte, pero nadie ha sido capaz de identificar la persona a la cual se refería.

Su muerte es un real misterio en todas sus letras.





sábado, 7 de mayo de 2022

Resurge un extraño artículo del pasado

 No es secreto que cada tanto las modas del pasado, que pensamos olvidadas, siempre encuentren la forma de revivir. El 2032 nos ha sorprendido a todos desempolvando de los estantes de “olvidados” uno de los artículos más extraños y usados en las décadas pasadas. Sí, estamos hablando de los libros.   

Están en boca de todos y todos quieren uno de estos olvidados contenedores de información. Las tiendas de antigüedades han estado saturadas de clientes estos últimos días para adquirir uno de estos artilugios orgánicos.   

Ya que hemos recibido muchos comentarios de los lectores porque no saben cómo “encenderlos”, a continuación, se detallarán los pasos a seguir:  

1: No busque una entrada USB en la tapa del libro. Este artículo no necesita de baterías ni de energía para funcionar. ¡Genial!, ¿verdad?   

2: Tampoco busque un botón de on. El libro no se enciende, se abre. Simplemente debe girar la tapa hacia la izquierda para poder ver el contenido de su interior.

3: Procure encontrarse en una habitación suficientemente iluminada, ya que el libro no posee pantalla de LED ni LCD. Es decir, que no se ilumina por sí mismo, sino que usted debe procurarle una luz externa.

4: Lea de arriba abajo, y de izquierda a derecha. Cuando termine la lectura de la primera página, no deslice su dedo por la superficie, ya que no posee la función táctil. Sólo debe girar la hoja como hizo con la tapa, y así con las siguientes.  

5: ¡Listo!, disfrute de su lectura.  





domingo, 10 de abril de 2022

Demasiado cerca


— Ha habido un nuevo caso esta madrugada. Ven a la escena del crimen — me informa mi compañera Daniela, al otro lado de la línea — ¡No vuelvas a dormirte, Blas Simon!

Luego de cortar la llamada, me siento en la cama, desperezándome. No tardo en percatarme que mi despertador se halla en el suelo otra vez. Lo tomo y vuelvo a colocarle una pieza que se salió, seguramente en el impacto. 

Voy hasta el placar que se encuentra a unos metros de la cama. Allí selecciono un traje pulcramente cuidado y me visto con él, de manera perezosa.

Llegué a la escena. Pasé por debajo de las cintas de seguridad, haciendo equilibrio con mi taza de café.

— El mismo modus operandi — me saluda mi compañera.

— Buenos días, Daniela. Sí, yo también dormí bien — dije a modo de broma. Daniela es una obsesiva del trabajo, tanto que a veces se le olvida la cortesía más básica.

Ella ignora mi comentario y continúa relatando los hechos.

— La víctima se llama Daiana Ortíz. El asesinato sucedió entre las doce y las tres. Los cortes que presenta en el cuello parecen estar hechos con la misma arma punzocortante de los anteriores casos. Un punzón o un picahielo, talvez.

— No es nada nuevo… — digo con algo de frustración. Pues, es de los asesinos más limpios a los que nos hemos enfrentado, nunca deja pistas.

— No, esta vez sí tenemos algo nuevo — dice y me señala con la vista una cámara de seguridad.

Luego de revisar los archivos, hicimos copia de la figura del sospechoso. No era más que la sombra de un hombre encapado y con una galera antigua.

— ¿Dónde he visto esa galera antes? — me pregunto a mí mismo.

Desde entonces comienza en mí un extraño frenesí por atrapar a aquel hombre. Puede que Daniela haya contagiado algo de su obsesión por el trabajo en mí. Me cuesta conciliar el sueño más que nunca, sospecho de todos.

— ¿Otra vez has tenido insomnio, Blas? Deberías relajarte un poco.

— Es bastante irónico que lo aconsejes tú.

— Es cierto que le dedico mucho tiempo al trabajo, pero yo no soy la que tiene problemas para dormir — me regaña, en eso tengo que darle la razón.

Miro a Daniela, que se centra en revisar una vez más la evidencia que tenemos. Lo hemos repasado todo más de cien veces, pero parece que el tipo de la galera no hace más que reírse de nosotros.

Suspiro con frustración. Pensar que ese tipo nos está tomando el pelo, me pone de muy mal humor.

Mi compañera deja los papeles en la mesa y se centra en mí de manera curiosa.

— Nunca te vi tan obsesionado por un caso — afirma. Es obvio que busca explicaciones de mi parte para mi extraño cambio de hábitos laborales —. Blas Simon ha pasado de ser un detective flojo a un detective diligente, parece demasiado bueno para ser verdad.

— Es que este asesino lo siento muy cerca…, demasiado cerca — no tengo manera de explicarlo. Pero siento que ya lo conozco, y me hierve la sangre pensar que se está burlando de mí, justo en frente de mis narices.


Decidí investigar por mi cuenta. Sí, sé que es arriesgado, pero sentía que no íbamos a ninguna parte.

Es de noche. Por suerte el abrigo que llevo me protege bastante del frío invernal. He estudiado tanto el caso que siento que conozco al asesino como a la palma de mi mano, incluso, me atrevo a especular en los lugares que podría atacar a su siguiente víctima.

Siempre la misma historia. Atacaba a una mujer en algún callejón oscuro a las doce de la noche. De preferencia delgadas, de cabello castaño y estatura mediada. Una descripción muy similar a la mía, debo reconocer, por eso estoy segura que mi plan funcionará.

Por supuesto que estoy sola. Blas me regañaría si se entera de mi osadía y volvería a tacharme de obsesiva con el trabajo. Pero, esto lo hago más por él que por mí, pues… no me gusta verlo tan estresado últimamente.

Estoy segura que si atrapo al asesino, Blas volverá a ser el mismo de antes. Me preocupa su estado anímico.

Agudizo el oído cuando escucho que unos pasos me siguen de cerca. Utilizo, discretamente, un espejo para espiar a mi espalda. ¡Es el asesino!, lo reconozco por su galera.

Finjo no escucharlo, y guio mis pasos y los de él a un callejón sin salida.

Giro sobre mi propio eje y le apunto con mi arma.

— ¡Entrégate ahora!

El tipo de la galera no parece dispuesto a colaborar, todo lo contrario, saca del interior de su capa un picahielo. ¡Estaba en lo cierto con el arma!

El hombre se abalanza en mi dirección con el arma en alto, con evidentes intenciones de cometer, conmigo, su siguiente crimen. Pero yo no se lo permitiré. Disparo tres veces sobre su pecho, hasta que cae inerte sobre el suelo.

Me acerco al cadáver, le retiro la galera para poder ver mejor su rostro.

— ¡No, no puede ser! ¿Blas?


Vuelvo a despertar. Tengo sed. Mucha sed.

Tiro ese estúpido despertador junto a la cama. ¡Cuánto lo odio!

Camino hasta el placar que se encuentra a unos metros. Corro los trajes pulcramente cuidados y descubro una pared falsa. La quito y revelo el secreto que guarda: una capa negra y una galera antigua.

Tengo sed de sangre y esta noche voy a saciarme.





Este relato obtuvo el 8° lugar en el "CONCURSO DE RELATOS XXXI Ed. EL HALCÓN MALTÉS de DASHIELL HAMMETT" 

lunes, 7 de marzo de 2022

La venganza


Subió a la terraza, ya que muchos huéspedes se habían quejado que no podían dormir por unos graznidos. Allí, encontró a un cuervo con su nido. Lo ahuyentó haciendo que volara hasta el muro cercano, graznando improperios.

Cuando tomó aquel tazón de ramitas, sintió unos aleteos sobre su cabeza. Atosigado por el cuervo, soltó el nido al suelo, haciendo que se estrellara su contenido contra el concreto. Aquel crimen pareció enloquecer aún más a la madre, quien atacó al asesino en una vorágine de picotazos.  El conserje, cubriéndose el rostro, volvió al ascensor.  

Si antes un solo cuervo era un problema, ahora cientos lo eran mucho más. Mandado una segunda vez por las quejas de los huéspedes, subió al techo. Su cuerpo se petrificó al comprobar que había una bandada instalada en toda la terraza. Hacían un gran bullicio, el cual detuvieron de súbito al percatarse que alguien había interrumpido en su santuario. El conserje, se sintió observado por cientos de ojos negros y bermejos, ese instante de quietud no duró mucho, ya que cientos de cuervos se vinieron sobre él.   

Corrió hasta el ascensor, pero esta vez no tuvo tanta suerte, los cuervos entraron con él.

En la planta baja se escuchó un grito, cuando al abrirse la puerta del ascensor salieron decenas de aves negras que aletearon por todo el lugar. Cuando las aves lograron escapar de la recepción, un segundo grito se escuchó, habían encontrado el cuerpo del conserje en el elevador, sin ojos y con la carne mutilada.   

lunes, 7 de febrero de 2022

Zeru Zeru (segunda parte)



Mugi no pudo dormir en toda la noche. Se mantuvo intranquilo, moviéndose de una pared a otra de su zamora.

No podía, no podía dejar a su sobrino en la intemperie, muriendo a merced de la noche. Al final, venció aquel miedo que le impedía abandonar su hogar. Dispuesto a enfrentar las consecuencias de la tribu, fue por el pequeño fantasma. Buscó entre los árboles, en la pradera, en cada cueva, pero no tenía forma de encontrar a su sobrino.

Se lamentó, imaginándose lo peor. Pues, los miembros habían vuelto a la aldea, y con el regreso de ellos, se había apagado el llanto del zeru zeru a la distancia. Eso sólo podía significar una cosa. Pero, de manera empedernida, se negaba a creer aquel final trágico para el pequeño fantasma. Fueron varias noches en las que salió a buscar a su sobrino.

Una tarde, encontró el cadáver de su hermana. Lleno de lágrimas la enterró en el lugar bajo una pila de piedras. Se acuclilló frente a donde yacía Kioni y sintió que su mundo se venía abajo.

— Lo siento — se lamentó, con el corazón lacerado —. No pude protegerlos.

Cuando sintió que sus esperanzas se reducían al mínimo, y sorteaba la opción de abandonar su búsqueda aceptando lo inevitable, escuchó una risa pueril proveniente de una vorágine de maleza cercana. Se acercó con cautela, descubriendo en su interior, una leona acicalando a un cachorro humano, su lengua era la que parecía causarle cosquillas a su sobrino, generando aquella carcajada.

No podía creerlo. ¡Estaba vivo!, y lo más increíble era que una leona lo estaba cuidando.

La madre le gruñó amenazante cuando Mugi extendió las manos para tomar a su sobrino de aquella maraña de cachorros acurrucados. Se detuvo, quedándose inmóvil. No quería lastimar a la leona para recuperar a su sobrino, no después de que haya cuidado de él durante los últimos días. Mugi se acercó con cautela y paciencia, y a pesar de que la leona le gruñó un par de veces, esta dejó que el humano tomara a su cachorro blanco. Pues, era como si supiera que aquel hombre no presentaba ninguna amenaza real.

Tomó al niño y lo abrazó de manera temblorosa contra sí mismo.

— Gracias — dijo en dirección a la leona. Y esta lo miró fijamente, y no despejó sus ojos pardos del par, hasta que desaparecieron de su vista.

Y desde entonces, Mugi cuidó de su sobrino. Se prometió así mismo, esta vez no ser un cobarde, se enfrentaría a la tribu entera si era necesario, pero, no dejaría a su única familia solo. Esperaba ser un padre para el pequeño y que pudiera apoyarse en él.

Por supuesto, los habitantes de la aldea no tomaron la noticia con mucha alegría que el pequeño fantasma haya vuelto a la tribu, pero esta vez, nadie se atrevió a acercarse al pequeño. Un demonio encantador de leones, era algo nunca antes visto y no estaban seguros qué otras cosas aterradoras sería capaz de hacer. Nadie se atrevió a averiguarlo, prefirieron fingir que no existía.

Y así, a quien todos conocieron como Zeru Zeru, creció marginado, los niños huían de él, los adultos lo ahuyentaban o golpeaban para que se alejara de ellos y de sus familias.

— ¡No te quiero cerca!, Zeru Zeru — decían.

— ¡No te atrevas a maldecir mi zamora! — lo amenazaban, a pesar de que ellos le tenían más miedo, que Zeru Zeru a ellos.

Los niños no jugaban con él, los adultos no lo ayudaban si lo veían caer o llorar. Sólo había una persona en la que podía confiar y era su tío Mugi, quien lo había vestido y alimentado durante sus últimos diez años de vida. Y por supuesto, estaba la leona, quien, Zeru Zeru, a veces visitaba en la sabana. Por supuesto, a Mugi no le gustaba mucho la idea de que jugara con aquella leona y sus cachorros, los cuales habían crecido hasta convertirse en adultos. Pero no podía prohibírselo, esa leona lo había salvado, esa leona era su guardián.

Cuando Zeru Zeru cumplió catorce años, fue un día funesto para él. Su madre leona murió. Ya estaba anciana, y era evidente su cercano deceso, pero Zeru Zeru se negaba a aceptarlo.

— Toma. Cúbrete del sol — le dijo su tío, colocando un sombrero sobre su cabeza. Tenía que salir con él, pero ese día había tenido la mente ocupada en un sentimiento de tristeza desgarradora. Su piel se alivió un poco al ser cubierta por la sombra de este. Tenía una maldición: no podía exponerse al sol. Tenía sentido, ya que los fantasmas pertenecen a la noche. Si pasaba mucho tiempo expuesto, le nacían manchas en la cara, ampollas, y de estas salían sangre. Y la visión le quemaba. Había perdido bastante visión, sus ojos estaban como velados por una niebla blanca —. Vivió muchos años, más de los que vive normalmente un león — le dijo Mugi mientras acariciaba su hombro en un signo de consuelo. El hombre lo ayudó a cubrir el cuerpo de la felina con una tumba de piedras y luego lo dejó solo para que llorara, comprendiendo su dolor.

— Alika — la llamó Zeru Zeru al ver a la leona acercarse. La había llamado así porque era la más bella de la camada. Era su hermana, y se había criado junto a ella y los otros cachorros durante su niñez, pero, con Alika siempre había sido más cercano, eran inseparables.

Le acarició el hocico, y la leona recibió los mimos gustosa. Zeru Zeru alejó su mano de ella, cuando Alika saltó asustada y luego se volteó, gruñendo, en dirección a unos árboles.

Allí pudo distinguir a uno de los guerreros que era acompañado por varios hombres que no conocía, y una anciana con ropas muy llamativas. Parecía ser una bruja. Supuso que eran de una tribu vecina. Y desde dónde estaba, pudo escuchar parte de la conversación de ellos.

— ¿Él es el famoso zeru zeru encantador de leones? — preguntó la anciana.

— Lo está viendo con sus propios ojos. Toca a un león y este parece hipnotizado por él. No lo ataca y cumple todas sus órdenes.

— Oh, ya veo. Los rumores eran reales.

— ¡Zeru Zeru! ¡Corre! — escuchó de repente la voz de su tío, quien era arrastrado por dos hombres, este luchaba por escaparse, pero los hombres que lo sometían lo duplicaban en tamaño y fuerza.

— Quiero su piel, sangre y huesos, haré con él las pociones más poderosas.

Y con estas palabras, los hombres que la acompañaban, sacaron de sus ropas grandes machetes. Zeru Zeru abrió los ojos del terror al ver aquellas armas filosas. Su corazón se aceleró y su cuerpo perdió fuerzas. Se quedó, allí, hecho piedra, viendo como los asistentes de la bruja se acercaban a él, blandiendo los machetes en su dirección. Lo desmembrarían.

— ¡No le hagan nada! — gritó Mugi dándole un buen golpe a uno de los hombres. Pero aquella acción, le valió la vida. El hombre que lo sostenía por el hombro derecho, le rebanó el cuello con su machete, matándolo en el acto.

— ¡No!, ¡Mugi! — gritó el fantasma, temblando de la rabia y del miedo.

Alika se interpuso entre los hombres y el niño blanco, impidiendo su ataque. Los hombres se sintieron cohibidos por los enormes dientes de la felina. Lo que les impidió avanzar hacia su objetivo.

— ¡Es increíble!, incluso le ordena a la leona que sacrifique su vida por él — se maravillaba la anciana, excitándose de sólo pensar en las pociones que sería capaz de crear con semejante espécimen —. Maten a la leona y luego tráiganme al chico.

— No, Alika, vete — se preocupó Zeru Zeru, empujándola por la cadera. Pero la felina no se marchó, se negaba a dejar a su hermano a merced de aquellos hombres.

Durante la pelea con la leona, uno de los hombres logró infringirle una grave herida en la pierna de Zeru Zeru, que escurrió sangre hasta manchar la tierra con su color.

— ¿Quién lo diría?, tiene sangre roja — se sorprendió la anciana. Ya que los rumores decían que los zeru zeru tenían sangre de extraños colores.

Ante el grito desgarrador del chico al ser herido, acudieron a escena el resto de sus hermanos felinos.

Todos los presentes se sorprendieron al verse rodeados por media docena de enormes felinos, que los acechaban y gruñían, prometiendo una matanza si no dejaban a su hermano humano en paz.

— Retirémonos — ordenó la bruja, impresionada por aquella escena —. Este es un zeru zeru que está fuera de nuestro alcance.

Y así, temblando del terror por aquella escena fantasiosa, se alejaron, dejando al chico malherido en compañía de sólo los leones.

Se estaba haciendo de noche, así que el joven buscó una cueva donde refugiarse. Alika lo siguió en todo momento y nunca se apartó de él. Se sentó contra la pared de piedra, quejándose del dolor lacerante que le ocasionaba cada movimiento.

Zeru Zeru lloraba de dolor, pero no sólo del que le ocasionaba la herida en su pierna, no, tenía otra mucho más profunda en su corazón y en su mente, al recordar como su tío fue muerto frente a sus ojos. Ahora estaba solo. Nadie iría en su ayuda. ¿Qué sentido tenía volver a la aldea si nadie lo ayudaría? Lo dejarían morir, desangrase en un rincón de la aldea, ignorándole como si no fuera más que… un fantasma.

Pasaron varios días, y la leona hermana se ocupó de darle calor en las noches y comida durante los días. Pero él no podía comer aquellas presas que le traía. Sabía que la carne cruda le caería aún peor en su estado moribundo. Pero, de igual manera, le agradecía el gesto. Ella lo estaba cuidando. Era la única que estaba con él.

Su cuerpo comenzaba a debilitarse, había perdido demasiada sangre. Tenía hambre y sed. Y si bien su herida había dejado de sangrar, esta se había vuelto de un color negra y tenía supuras amarillas. Estaba seguro que ese estado no era nada favorable.

Pasaron varias noches más, y sentía que apenas le quedaban fuerzas para mantener un ritmo constante en su respiración. Algo en él, como una pequeña llama, se estaba extinguiendo. Alika se recostó junto a él, ella lucía algo extraña, entendió de inmediato que estaba preñada por su barriga prominente y en la manera esforzada que respiraba a su lado. Y esa noche, convivió la muerte y la vida en el mismo lugar. Mientras uno moría, la otra daba vida.

Zeru Zeru se aferró a aquella cadena que siempre llevó al cuello. No recordaba a su madre, pero por Mugi sabía que lo había protegido hasta último momento. Una extraña calidez provenía de aquel dije de madera al ceñirlo con su mano. Era como una calidez familiar. Sentía de alguna manera como si tomara la mano de su madre y de su tío Mugi, mientras, daba su último aliento.

El primer aliento se oyó a un lado. Venía en forma de ronroneo mezclado con gruñido. Alika recibió al primer cachorro con un lengüetazo de bienvenida, pasándolo por su pelaje blanquecino. Su primer cachorro había nacido albino.

...


Zeru Zeru (primera parte)

Sus pies corrían velozmente por la tierra, sus sandalias le lastimaban, pero incluso con el dolor lacerante, no se detuvo. Corría, mientras apretaba aquel bulto monstruoso contra su pecho.


Llamó a la zamora. Sentía los murmullos y gritos demasiado cerca.

— ¡Mugi! ¡Ayúdame!

— ¿Kioni? — dijo un hombre saliendo de su choza. Cuando se percató de las antorchas vigías y rastreadoras, no tardó en meter a la mujer al interior de su hogar.

Kioni le mostró aquella aberración que traía entre manos. El laibon saltó hacia atrás, chocando bruscamente con la pared de adobe.

— ¡Por favor! — la mujer lloró desgarradamente — ¡Van a matarlo!

Cuando Mugi se serenó un poco, y le dio una segunda mirada al bebé que traía entre manos, algo en él hizo clic. Buscó entre sus pertenencias, lo tomó en una mano y se acercó a la mujer. Ella tomó la cadena y la miró fijamente.

— ¿Un león? — preguntó extrañada, al ver el dije de madera.

— Tuve una visión hace una semana, donde un niño como un fantasma era protegido por un león. Y desde entonces no he parado un día en tallar este collar.

Kioni, quiso hacerle mil preguntas, pero no pudo, ya que toda la tribu la había encontrado y ahora rodeaba la zamora de Mugi.

—¡Entreguen al zeru zeru!

— Yo intentaré calmarlos — comentó el hombre a la mujer.

Salió de su casa y se paró frente a aquellos hombres y mujeres que estaban alterados.

— Mi tribu, no tenemos que hacer esto.

— ¡Sí, tenemos! ¡Ese engendro es una maldición! — dijo el anciano, quien tenía unas tradiciones muy arraigadas en él, como raíces de un viejo árbol — y tú sabes, Mugi, lo que los zeru zeru hacen a los que le rodean.

— Es cierto que conozco la maldición, pero este niño es diferente. Tuve una visión.

— Lo defiendes porque es el hijo de tu hermana, y el futuro heredero de tu poder — lo acusó el anciano —. No necesitamos un laibon blanco. ¡Buscarás la perdición de nuestra tribu!

Las palabras del anciano enardecieron los corazones de los presentes, quienes gritaron apoyando su causa.

De repente, Kioni pasó corriendo por su costado. Había decidido dejar su escondite, al ver que su hermano no los había hecho entrar en razón.

La turba enfurecida, no tardó en ir detrás de ella.

Kioni se detuvo de súbito, cuando se encontró de lleno con una pendiente. En pocos segundos, se encontró rodeada por toda su gente.

— ¡Kioni!, ¡entrégalo! — mandó el anciano — Kioni, entra en razón, mira nuestras pieles y la piel de ese engendro. Es diferente. Es como un fantasma, blanco como un demonio.

Ella abrazó a su hijito protectoramente. Era un fantasma, pero seguía siendo su hijo.

— Ella también es culpable. Es la madre del demonio. ¡Merece morir también! — dijo uno de los presentes. El anciano pareció meditarlo.

— Alguien que protege a un fantasma, es igual de peligroso que el fantasma — concluyó, y fue un joven guerrero el primero en acometer con su lanza.

Kioni protegió a su hijo, dando su espalda al filo del arma, hiriéndose ella, en lugar de su vástago.

Se escuchó un rugido, que petrificó a los vecinos en el lugar. Kioni, en el suelo, con su bebé llorando a un lado, sacó la cadena que ocultaba en sus ropas y la colocó en el blanco cuello de su hijo.

Y tocando con sus dedos temblorosos el dije de león, pronunció una despedida y una promesa: — Este será tu guardián — y con aquellas palabras escapó su último aliento.

El anciano, al ver que la mujer ya estaba muerta, señaló al engendro blanco.

— Encárguense del zeru zeru.

Pero dicha orden no pudo ser cumplida, ya que el rugido volvió a escucharse, pero esta vez, la fuente hizo acto de presencia, saltando por encima de la pendiente. Una imponente leona rugió enfurecida, era una madre que cerca tenía sus cachorros. Bajó la ladera, y miró al cachorro humano en el suelo, llorando desconsoladamente. Todos esperaron que ella se lo comiera de un bocado, pero esta, sólo se quedó mirándolo fijamente, por segundos tensos que supieron una eternidad. Y sin mucho más, y contra todo pronóstico, la leona se dio media vuelta y volvió a esconderse entre unos matorrales, allí donde se escondía su pequeña familia.

Todos, sin poder creer lo que acababan de presenciar, sintieron temor. Ese engendro no era cualquier zeru zeru, no, este era uno muy temible.

— Ese demonio ha encantado a un león — dijo una mujer incrédula.

— ¿Qué haremos ahora?, no podemos dejarlo vivo.

— Tampoco podemos matarlo — entendió el anciano —. Si vive, traerá desgracia a la tribu, pero si lo matamos… — sintió temor de las consecuencias —. Un zeru zeru tan poderoso, puede vengarse después de la muerte. Después de todo, es la muerte el lugar predilecto para los fantasmas — concluyó y emprendió el camino de vuelta.

Algunos tardaron en seguir los pasos del anciano, pero al final, todos, algunos más tarde que otros, volvieron a la aldea, dejando a la criatura, sola en el frío de la noche.

Zeru zeru siguió llorando, junto al calor del cuerpo de su madre, el cual comenzaba a apagarse con el paso de las horas. Una nueva madre volvió a aparecer a la luz de la noche, al parecer, el llanto del bebé albino no podía dejarla tranquila. Luego de varios minutos de ver al cachorro humano, lo tomó con delicadeza maternal entre sus colmillos y lo llevó hasta su guarida, donde descansaban sus otros cachorros.

...


Glosario y significado de nombres

Kioni

Nombre que significa "aquella que ve, que encuentra".

Mugi

Nombre que significa "Aquel que es sabio”.

Alika

Nombre que significa "La más bella".

ZeruZeru

Significa "fantasma o animal del bosque", y es como denominan a la raza albina en África. Son personas marginadas y apartadas de su comunidad, a consecuencia de falsas creencias que dicen ser espíritus que nunca mueren, de naturaleza diabólica, o fruto de un adulterio.

Zamora masai

Los masáis viven en asentamientos llamados zamoras que son círculos de chozas hechas de adobe y ramas para encerrar el ganado. Las chozas se construyen con unos ladrillos preparados a base de excrementos de animales, paja y barro a fin de impermeabilizarlos y endurecerlos.

Laibon

La principal autoridad religiosa para los Maasai y Samburu es el Laibon, que cumple las funciones de médico, adivino, experto en rituales, proveedor de encantos y medicinas y consejero espiritual.

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Escribí este relato para homenajear a aquellas valientes personas que deben enfrentarse a uno de los estigmas más crueles de África. La discriminación y el peligro a las personas albinas es real en aquel continente. La violencia no tiene ni género ni color, sólo ignorancia y maldad. No existen colores ni géneros malos, no nos confundamos, las personas son las únicas que hacen daño sin importar qué, ellas siempre buscarán una razón para herirnos. 
Si les gustaría conocer más sobre los albinos en África les dejo el siguiente documental: https://www.youtube.com/watch?v=mZt8q3ySVN0

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Esta es la primera parte de la historia de Zeru Zeru, aquí pueden leer la continuación del microrrelato y su conclusión: https://librospuenteaotrosmundos.blogspot.com/2022/02/zeru-zeru-segunda-parte.html

martes, 25 de enero de 2022

El examen imposible

Había sólo dos opciones: héroe o villano. Entonces ¿por qué demonios siempre desaprobaba? Algo me decía que de nuevo había fallado.

Snape, el profesor, se paró a un lado, de brazos cruzados. Tomó la hoja de mi prueba y negó con decepción. 

—Señor Wilson, a este paso nunca será ingresado a su propio universo — me reprendió con severidad y luego siguió mirando los pupitres de los demás con la misma dureza.

Cuando recibimos nuestros exámenes de vuelta, miré a mis compañeros.  

— ¿Qué les tocó a ustedes? — les pregunté.

— Villano — dijo el joven Skywalker — y mi universo es Star Wars.

— ¡Suena genial, una guerra en las galaxias! Yo soy el héroe de un libro llamado El Señor de los Anillos. Me pregunto si se tratará de un señor que tiene muchos anillos. No suena muy interesante — dijo algo decepcionado — ¿Y tú?, ¿qué tal te fue?

Bajé la mirada, otra vez había fallado.  

— No te preocupes, Wade, estoy seguro que habrá algún universo por allí que será perfecto para ti.   

— Gracias, Frodo — le agradecí.

— Sí, el enano tiene razón — dijo Anakin.

— No soy un enano, soy un hobbit — le aclaró este, pero ninguno de los dos sabíamos qué era eso.

Y Frodo Bolsón tenía razón. Al final, logré entrar a mi propio universo, pero mi papel era de lo más extraño.    

— ¿Qué diablos es un antihéroe? — me pregunté al ver la calificación sobre el examen.

— Es como un héroe, solo que menos insulso — me contestó el profesor Severus Snape.

— ¡Genial!    

...

Este relato de 248 palabras fue escrito para el "Microrretos: FAN FICTION" de la página: https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/01/microrretos-fan-fiction.html