sábado, 24 de diciembre de 2022

Huésped Gatuno en tapa blanda y ebook

 


Sinopsis

Fui maldecido por un dios y ahora tengo que vivir como un gato. ¡Por favor, qué alguien me ayude!

Una noche loca de borrachera solo pudo terminar de la peor manera. Después de que nuestro protagonista ofendiera al dios Bocanegra, este lo convirtió en el ser que más odia. Pero eso no es lo peor, después del incidente, es recogido de la calle por una chica que está loca por los gatos, y cada día se vuelve un castigo para él.                                  

Géneros: fantasía, comedia romántica, metamorfosis                              

Link de Amazon: https://www.amazon.com/dp/B0BQ9R68NR                                                               

Link de Wattpad: https://www.wattpad.com/story/186133824-huésped-gatuno-en-físico                                                               

Muchas gracias a todos los que leyeron y aún siguen leyendo Huésped Gatuno, fueron ustedes los que me animaron a publicar en Amazon.

Les deseo una muy Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Los amo. 💗

 

sábado, 17 de diciembre de 2022

Morfeo 1730

Estaba de camino a la casa de mi madre. El GPS marcaba que faltaban treinta minutos para llegar. Conduje de manera automática, pues el camino lo conocía de memoria, siempre las mismas curvas, las mismas casas, los mismos metros. Me dejé abstraer de manera inconsciente en la siguiente clase que tenía que dar. Había fijado fecha de examen y podía intuir, solo por la responsabilidad de los alumnos, que no obtendrían las mejores notas. Mientras pensaba en eso, una melodía que bien conocía sonó rebotando en el espacio cerrado del automóvil.

Era mi madre llamando. La atendí activando el manos libres. Se oía preocupada:

—Hijo, ¿dónde estás? Me tienes preocupada.

Miré la hora en el tablero: las quince y cuarto. Todavía faltaban quince minutos para llegar.

Me extrañé por su repentina reprimenda, tan poco propia de esa mujer. Ella no era esa clase de madre helicóptero, ni tampoco era de las que se preocupaba sin razón.

—Ve despacio —le pedí, primero necesitaba tranquilizarla—. ¿Qué sucede? No entiendo tu actitud.

—¿Cómo que no me entiendes? Si esto es una broma, quiero que sepas que no me hace gracia.

—Si es una broma, pues no la entiendo —contesté comenzando a fastidiarme. Mi madre aún era muy joven como para presentar los primeros síntomas de la demencia senil.

—Ya son las cinco y media, llevas dos horas de retraso y he estado llamándote sin cesar estas dos últimas horas y ni siquiera te dignas a contestarme. ¡Tu madre ya está vieja para que le des estos sustos! ¡Pensé que algo te había sucedido! 

—Ah, ya entiendo, la que está bromeando eres tú. Si recién pasaron quince minutos desde que salí de... —me interrumpí a mí mismo al comprobar la hora en el tablero.

Diecisiete y media.

Era imposible, hacía unos segundos lo había comprobado y eran las quince y cuarto. Y no solo eso, el viaje se había sentido sumamente corto, como si realmente hubiera estado sentado allí no más de quince minutos conduciendo.

Una sensación de extrañeza me embargó.

—¿Lucas?, ¡¿Lucas?!

—No te preocupes, mamá. Ya estoy por llegar —le contesté, intentando mantener la cordura. Estaba comenzando a racionalizar trabajosamente lo ocurrido y nada tenía sentido.

En el momento que corté la comunicación, mi celular comenzó a sonar su melodía en bucle una y otra vez. Eran mensajes notificando las llamadas perdidas de mi madre. Eran más de diez y algunos mensajes preguntando por mi paradero. Los mensajes acababan de arribar a mi casilla, eran las 17:35, pero los mensajes notificaban su entrada a partir de las quince y media, y se prolongaban durante dos horas más.      

Bloqueé el celular y me obligué a concentrarme en la carretera. Apreté el volante con fuerza intentando serenar el temblor de mis dedos.

Tardé los quince minutos faltantes en llegar a la casa de mi madre.

—No vuelvas a asustarme así, Lucas —me regañó, pero yo aún seguía enajenado en una confusión extraña. Algo no cuadraba, algo se salía de la regla, de la realidad.

Al día siguiente, cuando había llegado el momento del examen, le solicité a los alumnos que siguieran el típico protocolo de examen.

—Guarden las carpetas en sus mochilas, dejen las mesas limpias con solo una hoja y un lápiz.

—¿Qué?, no, no es justo.   

—Chicos, no hagan un escándalo—les advertí. Solo era un examen de fracciones.

—¡Profesor, usted prometió nunca tomar examen sorpresa!

—Ginez, el examen fue anunciado la semana pasada, que usted sea distraído no lo hace un examen sorpresa.

—De verdad usted no anunció ningún examen para el día de hoy — dijo Sandoval, la mejor alumna del grupo. Que ella hubiera asegurado que no anuncié el examen con anterioridad, me hizo dudar. Tal vez de verdad me olvidé de anunciarlo, a pesar de que tenía un recuerdo muy vívido de mí mismo apuntando la fecha en la pizarra.

No tardé un segundo más en abrir mi agenda para comprobar lo que mi alumna me decía. Como era un hombre sumamente organizado, allí tendría la prueba de que, efectivamente, hoy era el esperado examen y no era una jugarreta de mis alumnos.

Comprobé las anotaciones del día de hoy. No había nada sobre una prueba de fracciones. Miré la fecha y vi algo extraño, hoy, hoy no era veintitrés.   

Busqué en las páginas anteriores, retrocedí hasta una semana exacta. 

Lunes 17

17:30: Examen de fracciones.

No podía creerlo. Esto debía ser un sueño, nada parecía ser real.

Abrí mi carpeta y allí vi una planilla de notas de aquel día. El examen ya había sido tomado y las notas plasmadas sobre la planilla.

Era imposible, era un sueño.

Respiré hondo para intentar volver en sí. No quería preocupar a mis alumnos mostrando una actitud de confusión. Trascurrí el resto del día como si nada extraño hubiera ocurrido.

Al llegar la noche a mi casa, me quedé sentado sobre el colchón de mi cama, inmóvil y tétrico, con el pijama puesto, pero los ojos bien abiertos.

Había algo extraño que se sentía como un sueño y me negaba a dormirme.

 

—Abran el protocolo 1730, hay un humano que acaba de despertar del Morfeo.

—Abriendo el protocolo Morfeo 1730 —secundó mi ayudante metálico.

—Cada vez sucede más seguido.  

—El promedio aumenta un 3,78% de manera exponencial —Dio las estadísticas con gran precisión. Supongo que ese debe ser un efecto secundario de nuestros cerebros de calculadora.  

—Y seguirán aumentando hasta que logren repararlo, mientras tanto, activen el somnífero. No podemos dejar que los humanos despierten.  


Este relato participa del CONCURSO DE RELATOS 34ª Ed. ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? DE PHILIP K. DICK