Una ciudad era asediada por la
furia de un poderoso dragón. Ganados devorados, plantaciones consumidas por el
fuego, casas derrumbadas, mucha gente muerta por culpa de sus zarpas.
No solo debían defenderse de un
dragón salvaje, sino que los pueblos vecinos amenazaban con la conquista. Las
batallas se volvían frecuentes y una guerra se avecinaba inminente.
La princesa de la ciudad, también
era bruja. A pesar de ser joven tenía cientos de conocimientos sobre las
magias. Ya que las rudimentarias armas de la milicia eran inútiles contra la
piel del dragón, el pueblo había depositado su esperanza en ella, esperando que
su magia sea tan poderosa como todos creían.
En una colina cercana a la ciudad,
la princesa bruja y un arquero esperaban la aparición del dragón, había pasado
unos días desde el último ataque, el dragón no esperaría mucho para su próxima cena.
Y la princesa no se equivocó, al horizonte se levantaron dos amplias alas que
se batían con ímpetu. El dragón se acercaba a lo lejos como una sombra,
aterrador.
La princesa bruja le dio al
arquero la señal para que se prepare, le había conjurado una flecha de diamante
puro, por sus conocimientos sabía que aquel mineral era el más duro de la
tierra, además de tener propiedades mágicas incalculables que le servirían para
esta ocasión. Había una sola flecha de diamantes, por lo tanto el arquero debía
ser preciso, el mejor de la ciudad.
Cuando la bestia se encontraba a
una distancia razonable, el arquero lanzó la flecha impulsándola con la fuerza
del tensó cordel del arco. La flecha viajó por el aire refulgurando luces de
los rayos del sol que en ella rebotaban, alcanzando así, cortante, uno de los prominentes cuernos óseos del
dragón. Éste saltó de su cabeza cayendo sobre la hierba mojada.
La bestia se precipitó enojada al
sentirse atacada, voló alto y veloz cayendo en picada sobre la ciudad, dejando
a su paso, no más que estragos. Mucha gente murió quemada por su furia que
parecía incesante. Los guerreros intentaron defender a la ciudad, junto con
ellos el Rey, pero todos murieron superados por su fuerza. La ciudad se quedó
sin milicia que los protegiera y sin Rey que los gobernara.
A la mañana siguiente el dragón
se fue de vuelta a su nido satisfecho habiendo cobrado venganza por su cuerno
perdido.
La princesa estaba sola, y ella
sola debía encargarse de una ciudad entera. Debía hacer algo al respecto, si en
el próximo ataque el dragón no los exterminaba por completo, lo harían las
ciudades vecinas. Debía crear algo que los protegiera del dragón y del los
extranjeros, ya que no quedaban ni un soldado en el pueblo.
El arquero había fallado, se
suponía que debía matar al dragón, no sacarle un cuerno y enfurecerlo aún más. La
princesa estaba enojada y le gritó al arquero, él cual no encontró palabras
para disculparse, se suponía que él era el mejor en toda la ciudad y les había
fallado.
La princesa bruja volvió a la
colina, la verdad no sabía que buscaba, pero creyó que en algo la ayudaría. Tal
vez solo a pensar. Pensar en que estaba sola, literalmente sola, todo el
ejercito muerto, la ciudad desprotegida, su padre muerto, dejándole a su cargo
la ciudad entera, a una niña sin experiencia en la gobernación de un reino. Mientras
meditaba estas cosas su pie piso algo puntiagudo. Era el cuerno del dragón, el
cual había sido arrancado de su nuca por culpa de la flecha de diamante. Fue
allí cuando lo supo, supo qué hacer, como proteger a la ciudad.
Levantó el cuerno del suelo y lo
llevó a su habitación que constaba con un laboratorio de alquimia personal.
Allí conjuró el cuerno, lo volvió un amuleto del cual colgó de su cuello. El
cuerno se había vuelto de un extraño brillo mágico, en el existía un profundo poder.
La princesa volvió a subir a la
colina a esperar el dragón, pero desde allí vio también como un ejercitó se
avecinaba, era un ejército de conquista que destruiría y subordinaría su reino
por medio de la coacción.
Esperó en la colina impaciente
rezando que el dragón apareciera de inmediato, se le acababa el tiempo. Fue
allí cuando vió aquella sombra aterradora, devoradora de hombres, temible ante
los ojos humanos y de cualquier animal.
El dragón voló y aterrizó en la
colina agitando sus poderosas alas y rugiendo de forma amenazadora, se estaba
preparando para atacar a la joven. Pero ella antes de que el dragón la
envistiera sacó del interior del corsé de su vestido una joya violeta, del
mismo color del tegumento y resto de cuernos del dragón. Era el amuleto que
ella había conjurado a partir del cuerno que encontró escondido entre la verde hierba
de la colina.
Cuando el dragón vió el amuleto
de inmediato se humilló ante la princesa, no pudo evitarlo, inclinó su cabeza
de forma sumisa, ella ahora era su ama.
El dragón se dejó montar por la
princesa y ella lo dirigió a la ciudad. Los plebeyos al principio creyeron que
era otro ataque y corrieron a esconderse, pero cuando vieron que su princesa lo
montaban la aclamaron entre gritos y aplausos. Renacía la esperanza.
El ejército extranjero había
llegado a la ciudad, los barbaros marchaban estoicamente mostrando sus
relucientes espadas de doble filo. La conquista había comenzado.
El rey comandaba el ejército y adelantándose
comenzó a gritar entre las calles:
― Reino sin rey, ríndanse sin
presentar batalla y los acogeré en mi ceno hospitalariamente, más osen
atacarnos y nosotros los destruiremos y no dejaremos ni una sola casa sin calcinar.
La princesa escuchó la propuesta
del Rey vecino, su voz rebotaba a través de las calles, no lo veía solo lo oía.
Había un muro que los separaba. La princesa les respondió:
― Es cierto, somos un reino sin
rey, pero tenemos una princesa que nos gobierna.
― Seguro la tendrán, pero tampoco
tienen de un ejército que los proteja. Una princesa no puede proteger a nadie. Los
rumores corren rápido. No intente engañarme, decidan ahora mismo si presentaran
batalla o se rendirán sin presentarla.
― Es cierto, no tenemos ejercito,
pero sin embargo decidimos defendernos, no dejaremos nuestro reino a huestes de
extranjeros, de barbaros.
El rey conquistador se sintió
ofendido, por lo tanto desenvainó su espada, esperando seguramente una turba
iracunda de plebeyos con escobas y sartenes para defender su reino, sería la
conquista más fácil que alguna vez allá cometido. Pero el muro no fue atravesado
por un grupo de incompetentes plebeyos como él esperaba, sino que la princesa
lo atravesó, pero no venía sola, montaba un poderoso dragón de cuernos amatista.
Todos los hombres aguerridos temblaron
ante la feroz criatura, pero el rey no lo hizo. Estaba convencido que
conquistaría la ciudad, cueste lo que cueste.
El monarca de los barbaros agitó
su espada con solides y de forma amenazante. La princesa le respondió, lo envistió
con las zarpas de su dragón. El rey esquivó y bloqueó las primeras zarpadas,
pero el dragón era más rápido y más fuerte, al final terminó vencido por la
presión de su mandíbula, el dragón apresó al rey entre sus dientes quitándole la
vida lenta y dolorosamente. Luego ahuyentó al resto del ejército con el fuego
de sus fauces.
La ciudad nunca más volvió a ser
asediada por barbaros, y la princesa bruja se convirtió en la princesa de
dragones, para más tarde convertirse en la reina más poderosa que alguna vez
haya pisado el continente, señora de dragones.
Bueno, al parecer el arquero involuntariamente no se equivocó. Le dio a la princesa algo con qué domar al dragón y convertirse en la señora de los dragones. Ella sacó algo bueno de la desgracia causada por ése error.
ResponderEliminarUn lindo cuento, amiga. :-D Que tengas un hermoso día. ¡Abrazos!
Muchas gracias Nahuel por leer y comentar.
EliminarA vos tambien te deseo un lindo día!!! abrazo!!
He llegado a tu blog a través del comentario que dejaste en futboldepoetas. La narrativa de inspiración mitológica no es muy de mi grado; quizá soy demasiado viejuno para que me enganche. Lo que sí me ha gustado es "Prisión de inocentes". Me ha recordardo La Pantera de Rilke, con emoción. Gracias. Jorge.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge por la visita a mi blog. Bienvenido..me alegro mucho que hayas disfrutado de mis textos.
EliminarUn saludo:)
¡Precioso cuento! Bien narrado y, dentro de la fantasía más clásica, una historia diferente. Una lectura muy agradable. ¡Bravo Cynthia!
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel Angel por leer y comentar.
EliminarMe alegra muchisimo saber que has disfrutado de la lectura de mi cuento.
Un saludo :)
Un cuento con mucho fuego interor. Enhorabuena y gracias por compartir en SUPERSOÑADORES saludos...
ResponderEliminarMuchas gracias Ander por tu visita al blog.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado mi cuento.
Un saludo. :)
El arquero falló, pero ese error le permitió a la princesa enfrentar al dragón, conviertiendolo en un aliado. Tal vez algunos errores se convierten en aciertos, en cirncunstancias especiales.
ResponderEliminarBuen relato. Me recordó a Corazón de dragón.
Muchas gracias por leer y comentar. Me alegro que le haya gustado.
EliminarUn saludo