Esa
mañana su asistente había llegado temprano. Traía entre manos el recado
encargado. Lo arrojó sobre la mesa y dijo:
― Fue
difícil. El traficante no me los quería vender― Decía Lara bajando el velo de
su túnica mostrando su hermoso rostro― Quería que compre la piel entera ―
Agregó riendo ― ¡Pero solo necesito unos cabellos y dientes!, le dije― Dijo
imitando una voz enojada e imponente.
Elmer la
miró con una amplia sonrisa y luego desató el listón que cerraba la bolsa para
examinar el contenido. Era perfecto. Lo que necesitaba para su poción.
Pero
había un problema, no podía hacer la poción en presencia de Lara. Debía
despacharla sin que sospechara nada:
― ¡Oh!―
Gimió fingiendo aflicción ― Te has olvidado de las alas de Mariposa Monarca.
― ¿Mariposa
Monarca? Eso no era parte de la lista― Dijo la joven desplegando una lista que
guardaba en su bolsillo, releyó los ingredientes enunciados escritos por la
mano de Elmer― No, no hay Mariposa Monarca―Concluyó.
― Si, olvide de agregarlo a la
lista― Mintió.
Lara le creyó, así que volvió a
subir el velo de su túnica ya que fuera hacia frio y amenazaba el cielo con
llover:
―No me has dicho que piensas
hacer con esos extraños ingredientes.
―No― Rió―No te lo diré, es una
sorpresa. Te va a sorprender ― Y era cierto.
Cuando Lara volvió a salir por la
puerta, Elmer se apuró a empezar la poción. Desparramó los ingredientes sobre
la mesa. Encendió el mechero y colocó sobre el fuego un frasco de vidrio.
Presionó los ingredientes entre
sus manos un momento y luego los volcó dentro del frasco:
― Colmillos y cabellos recogidos de
la melena de un león― Suspiró emocionado ― Me darán la belleza, fuerza y
elegancia de aquel poderoso felino.
Elmer se vió reflejado en el
espejo de la pared. No era un hombre atractivo, y en su cabeza se asomaban las
primeras canas. Con esa facha nunca impresionaría a Lara, una mujer tan
hermosa. Estaba seguro que aquella poción le daría lo necesario para
conquistarla.
El mechero calentó el frasco
uniendo los ingredientes de su interior formando un espeso y espumante líquido
parduzco.
Elmer retiró el frasco de las
llamas y lo observó en alto frente a sus ojos. Olía horrible, pero valía la
pena por Lara. Lo bebió hasta el fondo, hasta la última gota.
Su sabor también era horrible. No
pudo evitar hacer una mueca de disgusto con su boca. Era casi vomitivo.
Esperó. Comenzaba a sentir el
efecto de la poción.
Su mente se nubló por unos
segundos. Cuando volvió el equilibrio notó que su vista se había agudizado.
Seguramente gracias a la poción que le había dado los atributos del más poderoso
felinos que pisa la tierra.
Volvió a mirarse al espejo, pero
esta vez sus ojos encontraron una figura distinta. Un rostro que no se parecía
en nada al anterior.
Sus ojos se habían oscurecido,
sus cejas poblado. Una insipiente barba cubría su quijada y cuello, su cabeza
era asediada por una abultada melena. Su espalda se había vuelto ancha y
curvada. Sus dientes se volvieron filosos y sus manos zarpas.
No tenía un rostro esbelto como
esperaba encontrar. Era un monstruo.
De inmediato comprendió lo que
salió mal. La poción no le había dado la belleza y elegancia de un león, sino
sus rasgos salvajes y sanguinarios. Por fuera parecía una bestia, pero por
dentro seguía siendo la misma persona.
Elmer arrojó el frasco vacio
contra la pared haciéndolo trizas. Se sentía desilusionado. Se sentía un tonto.
Su ira crecía en su interior contra él mismo. Él era el único culpable. Ahora
no solo que Lara no se enamoraría de él, sino que le tendría miedo, y eso era
lo último que él quería en el mundo. Tener que alejarse de ella le partía el
corazón. ¿Cómo le explicaría su nueva imagen?
De repente la puerta principal se
abrió de par en par siendo traspasada por una joven envuelta en una oscura
túnica de invierno.
Lara se exaltó al ver que una
enorme y horrenda bestia se encontraba detrás del escritorio. Su corazón se
paralizó del susto y su boca despidió alaridos de terror. Nunca había visto
nada igual. Nada tan terrorífico.
Se precipitó a salir por la
puerta para escapar de la bestia. Pero no lo hizo, ya que el monstruo
habló:
― ¡Lara!― Exclamó. Por más que
quisiera no pudo evitar que sus palabras fueran vociferadas en un tono grave y
tosco. Una voz atemorizante.
Lara se paró en seco, escuchando
como la bestia hablaba:
― Soy yo― Le dijo frunciendo los
labios de forma atemorizada―Soy yo, Elmer.
Lara frunció el entrecejo. No
podía creer lo que escuchaba. Era imposible:
― ¿Qué te ha sucedido?― Le
preguntó. Definitivamente era él. Lo reconoció cuando hizo aquel gesto con sus
labios característico de su persona. Cuando tenía miedo o se sentía amenazado tendía
a fruncir sus labios de una forma muy particular. Y allí estaba una enorme
bestia arrugando los labios de la misma forma que su amigo Elmer.
― Era una poción ― Dijo mirándola
a los ojos ― Se supone que debía hacerme atractivo, no un monstruo― Hundió su
mirada avergonzado ― Quería impresionarte― Suspiró amargado ― No asustarte.
― ¿Esto lo has hecho por mí?― Le
preguntó sorprendida ― Nunca lo dije, pero estoy enamorada de ti, siempre me
sentí cohibida ante tu presencia. Tan sabio. Te admiro― Admitió ruborizándose de
repente― No necesitabas tomar una poción para impresionarme, porque siempre lo
has hecho, no por tu fachada, sino por lo que eres ― Se acercó a él y le besó
la frente y recorrió su rosto hasta llegar a su boca y allí sorbió de su hocicos
de bestia un beso tierno.
Lara sacó de su bolsillo un
paquete y desenvolviéndolo dijo:
―La mariposa simboliza la
metamorfosis― Explicó colocando unas alas anaranjadas sobre un nuevo frasco.
Luego de que las alas se
volvieran un líquido mandarino, Lara retiró el frasco del mechero
entregándoselo a Elmer.
Elmer sabía lo que debía hacer.
Se tomó la poción que le había preparado Lara.
La magia de la poción no tardó en
surtir efecto. Su cuerpo mutó hasta tomar su antigua forma.
Se miró en el espejo. Era el
mismo de siempre. Su melena y colmillos habían desaparecido al igual que el
resto de su horrenda imagen de león salvaje.
Lara abrazó al alquimista. Se
alegraba de poder volver a ver el rostro verdadero de Elmer. El rostro que
amaba.
¡Hola, buenos días! Así que andando tempranito por estos lares, ¿no? Je, je, je.
ResponderEliminarMira lo que hace la gente para conquistar a aquella persona que ama cuando a veces sólo hay que decirlo. Es arriesgado y dolerá si es rechazado, pero al menos evitará realizar estupideces. Hubiera sido genial que Elmer se hubiera quedado en esa forma horrible para que siempre recordara su lección al mirarse en el espejo. (Soy muy malo, muejejejejejeje).
Por suerte pudo revertir los efectos de la pócima y ahora estará feliz con Lara. (por un momento creí que Elmer se volvería todo un galán cuando se tomó la pócima de Lara... aunque con alas de mariposa, ja, ja, ja. Nah, esto último es mentira).
Que tengas un gran inicio de semana, amiga. ¡Saludos!
P.D.: Ya está publicado en mi blog el cuento que te hablé. Cuando gustes puedes pasar a leerlo. Un abrazo.
Hola Nahuel!! garcias por leer.
EliminarPor un momento tambien pense dejarlo horrible, pero quería que la mentira que le dijo a Lara (que le faltaba un ingrediente) tomara algúna importancia.
Si, jaja suena raro lo de la mariposa, era eso o plumas de colibri (q simboliza honestidad) ajjajajaja pero me quede con la mariposa.
Gracias por leer y comentar...subi el cuento temprano por que a la tarde no voy a tener tiempooo!!!! asi q si me queda tiempo leo tu cuento!!! ojala encuentre lugar xq me muero de intriga!! jajajja
Un abrazo :)
Leí una historia de un alquimista que decía transformar la plata en oro. Hizo una demostración convirtiendo una moneda de planta en una de oro. Pero resultó que era una moneda de oro, con un ligero baño de plata. Alejandro Dolina, quien cuenta la historia, concluye que eso pasa con los seres humanos, que tienen cualidades ocultas.
ResponderEliminarLa Lara del relato parecía notar unas cualidades ocultas en el alquimista, parecía admirar sus conocimientos.
Tiene mucho sentido su nombre, hay una ninfa con ese nombre, está la admirada Lara Croft. Yo añadiría a Lara Pedrosa, de No lo soporto.
Al empezar tu relato, sospeché que la poción no era necesaria. Y fue una buena lección la que le dio Lara, al demostrarle que ella también sabía alquimia. Y el demostrarle que lo sentía por Elmer.
Me gustó tu historia.
Muchas gracias por leer mi cuento.. y me alegro que le haya gustado.
EliminarSiempre me alegran sus comentarios y me interesan y sorprenden sus analisis.
Un saludo.
Muy buen relato , me ha gustado mucho el cuento , sobre todo los personajes.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer. Me alegro que le haya gustado mi cuento.
EliminarGracias por la visita al blog y por su comentario.
Un saludo :)
Un cuento precioso, Cynthia, y con una valiosa moraleja. No debemos presuponer nunca que los demás valoran lo mismo que nosotros o les atrae lo mismo que nos gusta a nosotros. Cada cual tiene su propia forma de mirar el mundo y de valorarlo!!
ResponderEliminarMe ha encantado :)
Un abrazo!
Muchas gracias por leer y por tu comentario.
EliminarMe gusto tu analisis del cuento. Es cierto no debemos suponer que los demás valoren de la misma manera que nosotros. Ya que todos somos distintos.
Gracias por tu visita al blog.
Un saludo!! :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por tu invitación al blog, Cynthia. Encuentro interesantes tus cuentos.
ResponderEliminarSaludos cordiales, que disfrutes de días agradables
Analía
Muchas gracias Analia por aceptar mi invitación. Bienvenida al blog. Epero que puedas disfrutar mis escritos.
EliminarUn abrazo
Elmer, me gustó mucho este personaje. Buen cuento. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer.
EliminarMe alegro que te haya gustado el cuento.
Un saludo.