Estaba
completamente solo. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero mi padre había
muerto. Con su último aliento, me dio vida. Y ¿es así como se lo pago?
No me atrevía a abrir los parpados
ni a mover cualquier parte de mi cuerpo, aun que fuera el más mínimo movimiento
al menor tiempo posible, me negaba rotundamente. ¿Por qué?, la razón es muy
simple. Tenía miedo. Pero no cualquier miedo irracional, no, tenía miedo de
vivir, de ser alguien, de abrir los ojos y de esa manera adentrarme en aquel
mundo que me esperaba. Sabía muy poco de mí, pero mucho de mi padre. Toda su
vida para ser preciso. Tenía una película con los recuerdos de mi padre, quien
antes de morir los grabó en mi cerebro. Podía ver todo lo que él vivió como si
yo mismo lo hubiera vivido. Las calles descuidadas, las casas de aspecto lúgubre,
el gato arisco del vecino, el cielo con sus nubes grises, la noche pintada en
estrellas parpadeantes. Era todo tan real, a pesar de que nunca salí de este
contenedor, era como haber vivido una vida sin moverme de donde estaba. Pero
esos recuerdos, no eran agradables, al parecer mi padre no era una persona feliz.
Peleas, vicios, desprecios, odios y soledad. Los sentimientos no se transmitían
en aquellos recuerdos que eran sólo imágenes, pero los adivinaba en las
expresiones y acciones de mi padre. Estaba solo, y eso era lo que lo volvía
infeliz. Era enfermizo, enclenque, temperamental y de rostro grotesco. Sólo tenía
una cosa a su favor, y eso era su inteligencia. Se creía inteligente, y sí que
lo era, sino no estaría pensando esto ahora mismo.
Por alguna extraña razón mi padre
se privó de hacerme llegar los recuerdos que concernían a mi persona. Por eso
mismo sabía poco sobre mí, casi nada. No sabía lo que era, de que estaba
templado mi cuerpo, ¿Metal y baterías?, ¿Carne de animales?, ¿Otros cuerpos humanos?,
¿O era algo completamente nuevo nunca antes creado?, no lo sabía, y si no abría
los ojos, seguiría sin saberlo.
Mi padre pasó cincuenta años de su
vida en crearme, se encerró en un laboratorio escondido bajo la tierra. Anhelaba
una compañía, detestaba estar en su casa, oscura, fría y vacía, nadie lo quería.
Él era difícil de querer y lo sabía muy bien. Estaba algo desquiciado, e
incluso era violento con las personas que le rodeaban. Pero también era
orgulloso, se negaba a doblegarse, a humillarse para cambiar para los demás. Se
negaba a que no lo aceptarán tal cual era, ¿Qué sentido tiene cambiar para que
te acepten?, si cambias, ya no eres el mismo. No te estarían aceptando a ti,
sino a la nueva versión que ellos crearon de ti mismo. “Los demás serán estúpidos, pero por suerte yo no lo soy. Nunca me verán
doblegado a sus ideales moralistas. Soy esto, mi única y verdadera versión. No
crearán de mí, un títere con emociones infundadas” eso había dicho en una
fiesta enfrente de todos sus amigos, luego de que le recriminaran su mal carácter.
Esa fue la última vez que los vio. A pesar que ese fue el inicio de su soledad,
no se arrepentía, y estaba orgulloso de permanecer siendo él mismo. Era una
persona fuerte y de convicciones duramente arraigadas, ahora mismo yo me sentía
de ánimo enclenque, y saber que si abría los ojos estaría solo en el mundo, me
asustaba, yo no era como mi padre, le temía al mundo, a la gente y a mí mismo.
Mi padre quería a alguien que lo
acompañara y lo aceptara tal cual era, y ese era yo, había sido creado para
amarlo tal cual era, con su violencia y su mal carácter. Y era doloroso saber
que nunca lo vería con vida. Porque la vida de un humano no alcanzó para
crearme. Son pocos días, y mi muerte se ve lejana, o incluso imposible. No
sabía siquiera si algún día moriría. Como ya dije, no sabía nada de mí. Mi
padre sabía bien quién era, y se negaba a cambiarse a sí mismo. El hijo que
creó era su alter ego, completamente asustadizo, atemorizado de abrir los ojos
y vivir. De verse a sí mismo.
Lo único que sabía de mí era que
era un monstruo. Se me permitió conservar ese recuerdo. No era un humano, ni
nada parecido. Era un monstruo. Mi padre ya estaba anciano, y me miraba frente
al contenedor de cristal que me guardaba. Obviamente yo no puedo verme en este recuerdo,
solo puedo verlo a él. “Eres un monstruo”
dijo “O tal vez el monstruo soy yo”,
no entendí bien que quiso decir con eso último. Soy como un niño que no conoce al
mundo, ni nunca ha hablado con alguien. Por eso mismo me cuesta entender el
verdadero significado de las palabras cuando estas suenan ambivalentes.
Otro de los recuerdos en los que
estaba con mi padre, es el último antes de darme vida a mí para darse muerte a
él. “Ya no tengo la fuerza de un joven”,
mi padre se veía demacrado, tan viejo pero lúcido, “Esperé toda la vida para crear este momento, pero la fuerzas que
requieres para dar inicio a tu vida, es probable que mi cuerpo no sea capaz de
soportarla” lo veo ahogarse con su propia respiración, sus pulmones ya no
son tan sanos como antes y suelen fallarle momentáneamente “¿Vale la pena acabar mi vida para dar inicio a algo que nunca veré
vivo?”, estaba triste, frustrado y enojado consigo mismo, se culpaba por no
ser lo suficientemente inteligente, tal vez si hubiera sido un poco más
clarividente de lo que ya era, podría haberme terminado unos años antes, cuando
todavía poseía la fuerza para soportar lo que estaba por hacer a continuación “Pero, si no te doy vida, mi vida no habría
tenido ningún sentido. Dediqué mis últimos cincuenta años a ti solamente. Así
que sé un monstruo que vive. Vive por mí”, y después de eso, mi padre hizo
algo, pero el recuerdo está confuso, y cuando recién se vuelve claro nuevamente,
me hallo a mí mismo, despertando de un subidón confuso y llenó de luz, que fue momentáneo,
y le siguió una paz indescriptible. Entonces ya entendía todo. Los recuerdos de
mi padre me dieron una lengua y un entendimiento. Y aunque no me atrevo a abrir
los ojos, sé que mi padre está muerto a mi lado, y que no hay nada que hacer
por él.
Entonces, si él está muerto, ¿De qué
me sirve a mí estar vivo?, fui creado para mitigar su soledad, darle sentido a
su existencia, pero mi padre ya no era nada ni nadie. Estaba muerto. ¿De qué me
servía abrir los ojos y vivir?
Paradoja. El creador tuvo un proposito, el de crear un ser, un monstruo. Y ese ser se quedó sin proposito, al morir su creador.
ResponderEliminarTarde o temprano tendrá que abrir los ojos, aunque pase mucho tiempo es improbable que logre evitarlo. Y levantarse y buscar su propio camino.
Besos
Aunque el ser creado se resista llegará un momento en que tendrá que abrir los ojos, como bien dijiste. Tal vez lo haga por sí mismo, o alguien más le obligue a despertarse.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Un beso.
Vaya! Me gustó bastante.
ResponderEliminarSaludos :)
Gracias por leer y comentar.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado :)