miércoles, 10 de junio de 2015

La vida cobra venganza




                Estaba en un bar hablando con mi mejor amiga:
                ― Conocí a un chico― Le dije, ella me miraba con los ojos bien grandes, atenta a todo lo que le contaba ― Arreglamos en vernos hoy a la tarde en un café para merendar― Suspire exageradamente ― ¡No te imaginas lo guapo que es!
                Ella rió imaginándose en su mente al joven, según mis indicaciones:  
                ― Tiene el cabello entre rubio y castaño, es un color extraño, al igual que sus ojos, no sabes si son verdes o azules― Volví a suspirar, no podía evitarlo ― Hemos estado chateando durante meses y por fin lo conoceré en persona.
                ― Pero ¿Cómo sabes si es él en verdad y no un pervertido?, ¡Ten cuidado!― Dijo mi amiga comenzándose a alarmar.
― Estoy completamente segura que es él, hemos hablado una millonada de veces por video chat. ¡Es encantador!
Mi amiga dejó escapar la bocanada de aire que estaba reteniendo, se preocupaba por mí.
La di un breve itinerario de los últimos seis meses, sobre los chat, las conversaciones, sobre todo. Le mostré algunas fotos que tenía guardadas en mi celular que copie de su perfil personal:
― ¡Wau!― Exclamó mi amiga mirando la pantalla del celular― Sí que es guapo, muy guapo.   
De repente vi algo que me causo mucha risa, no pude detener que la carcajada escapara de mi boca. Un hombre ciego que caminaba hacia nosotras con su bastón tropezó con las baldosas de la vereda, cayó al suelo dando algunas ruedas. Mi amiga se levantó veloz de su asiento y lo ayudó a levantarse de vuelta y luego le recogió el bastón del suelo entregándoselo entre sus manos. Yo no me moví de mi asiento, estaba muy ocupada descosquillandome de la risa.
Mi amiga volvió a su asiento muy enojada y me gritó como nunca antes lo había hecho:   
― ¡¿De qué te ríes?! ¡No entiendo cómo puedes reírte de algo así!― Dijo bufando enfadadamente.
― ¡Tienes que admitir que fue muy gracioso!― Le dije haciendo un gran esfuerzo por detener la risa, pero no podía pararla.
― ¡No puedo creer que te sigas riendo!― Sacudió su cabeza incrédula ― ¡Odio cuando te burlas de los demás!, ¡Y aún peor de gente con problemas graves e irreversibles!, ¡Eres una mala persona!― Cuando me dijo eso inmediatamente dejé de reírme. Me sentía ofendida, y mucho.
― No soy una mala persona, sino que soy una persona con buen sentido del humor― Le aclaré frunciendo el entrecejo.
― ¿Estás loca?, solo una persona malvada puede reírse de algo así― Se levantó de su asiento efusivamente recogiendo del respaldo de la silla su campera y cartera, y antes de retirarse del bar me dijo ― La verdad no sé porque no termine con esta amistad hace mucho tiempo, me he cansado de soportar tu estúpido sentido del humor. Pero no olvides, la vida cobra venganza. En un futuro el karma caerá sobre ti, no sé cómo, pero te demostrara lo mala persona que eres y te sentirás miserable y con una conciencia intranquila. Eso te lo aseguró― Se cubrió con la campera ― Te deseo suerte, porque la verdad sé que tu futuro será muy difícil. Cosechas lo que siembras. ¿Y tú que has sembrado todos estos años?
― El karma no existe, no seas ingenua.
Mi amiga no me respondió, ni tampoco se defendió, simplemente caminó firmemente hasta el final de la vereda y cruzó la calle sin mirar atrás ni una sola vez. Había perdido una amiga, y la verdad no me importaba.   
Miré el reloj de forma despreocupada, pero me alarmé cuando vi la hora. ¡Ya tendría que estar de camino hacia el café!, en media hora era mi cita con Brian.
Dejé el dinero sobre la mesa pagando lo que mi ex amiga y yo habíamos tomado, ya que ella se fue sin pagar su parte. Y luego salí corriendo cruzando la calle sin mirar, no tenía tiempo suficiente para hacerlo, no quería llegar tarde a mi primera cita, quería que tuviera una buena primera impresión de mí. Y eso significaba puntualidad.
Allí estaba, Brian, sentado en una mesa interior del café. Lo vi a través de la enorme ventana. Era hermoso, aun más que en las fotos que tenía. Era mucho más hermoso de lo que me lo había imaginado en mi mente. Sus imperfecciones eran perfectas, mejor dicho, no tenía imperfecciones.
Miré mi reloj nuevamente, diez minutos de retraso. No estaba tan mal.      
Entré al café caminando con seguridad, no quería parecer nerviosa frente a él. Brian me reconoció de inmediato cuando me vió. Se levantó de su asiento para recibirme con un abrazo, un cálido e intimo abrazo. Era mucho más alto y fuerte de lo que aparentaban las fotos. Estaba embobada. Podía sentir como mi corazón se llenaba de un sentimiento embriagador, de amor. 
Ambos nos sentamos con una enorme sonrisa en nuestros rostros, no podíamos dejar de mirarnos.
Estuvimos una hora hablando. Su voz se oía profunda y masculina, no como en el video chat.
La merienda estuvo deliciosa. Los cafés rebosaban en exquisito sabor, y las medialunas sabían tan ricas como olían:
― En mi ciudad no son tan ricas― Dijo Brian sonriendo mientras le daba un bocado a una de las medialunas para luego fruncir sus atractivos labios con deleite, como si aquello fuera lo mejor que hubiera probado en toda su vida.         
En la mesa de al lado, se sentó una mujer con su hijo adolescente, éste parecía ser sordo, porque no hablaba, en cambio producía sonidos sin ningún significado y algunas señas que la madre le respondía. Otra vez sentí la carcajada ascender por mi garganta, intenté detenerla frunciendo los labios con fuerza, pero fue en vano, cuando más miraba a aquella mesa, más ganas de reír sentía. Al final no lo soporté y me atacó una lluvia de risas y alaridos. Solo escuchar al adolescente intentar decir algo y fallar caóticamente, producía que mi carcajada creciera con fuerza.             
Brian me miró sin comprender de lo que me reía. Con la respiración entrecortada le expliqué que era tan gracioso para que me acompañara en la risa, pero sin embargo no le causo gracia, sino que se levantó de su asiento sin decirme nada y arrogó algunos billetes sobre la mesa. Con la mirada de piedra abandonó el café. Intente detenerlo, pero ni siquiera me miró.  
¡No podía creerlo!, en un día me había quedado sin amiga y sin novio.      
Estaba enojadísima. Ya no tenía ganas de reír, sino de gritar. Me trataban como si mi corazón se alimentara de maldad. Solo me había reído de algo que me causo risa, ni siquiera era suficiente razón para enojarse y abandonarme. Así que decidí que no dejaría que se marchara así sin más, exigiría que me explique que había hecho mal.  
Salí del café echa una tormenta, estaba que lanzaba chispas. Lo alcance con un poco de trote y me paré frente de él obligándolo a parar su marcha. Él me miró, en su rostro había algo más que enojo, era frustración y tristeza. Su mirada provocó que mi temperamento violento declinara. Parecía que enserio había hecho o dicho algo malo que le afectó.  
No esperó a que le preguntara nada, él habló primero:  
― Hace seis meses, antes de abrir mi perfil donde te conocí, tuve un accidente― Dijo levantándose el cabello que cubría una cicatriz en su nuca ― Desde entonces he perdido el cien por ciento del oído izquierdo y el sesenta por ciento del otro― Luego se sacó un audífono del oído derecho color piel, era casi invisible, por eso no me había percatado antes que lo llevaba ―Si me lo saco no escucho nada― Dijo y luego se volvió a colocar el audífono en su lugar.           
Mi pechó se sintió como si quemara, no sabía bien cuál era el sentimiento que en estos momentos me atacaba, parecía vergüenza y a la misma vez culpa, pero era mucho peor que eso, era mucho más doloroso que la tristeza misma. Quise disculparme con Brian, pero las palabras no salían, quería decirle lo mucho que lo sentía, que había sido una estúpida.
Mi amiga tenía razón, la vida cobra venganza, y estaba pagando mi deuda ahora mismo.  
Fue cuando comprendí todo lo que había hecho. Al burlarme de aquellas personas, que yo consideraba inferiores, resulté siendo peor que ellas. Yo era inferior a ellos, porque no era capaz de darme cuenta que ellos no lo eran. Eran capaces de hacer cualquier cosa que yo hacía. Brian era sordo, no se le notaba porque había perdido la audición y no había nacido sordo como el chico del café, lo que significaba que había aprendido a hablar sin dificultad, el otro chico debió aprender siendo sordo. No podía dejar de pensar lo difícil que le debe ser aprender a hablar, y yo me había estado burlando de él. Me sentía una basura. Ella, mi ex amiga, tenía razón soy una mala persona.
Las lágrimas amenazaron con salir, intenté detenerlas, pero se abrieron por los lagrimales como dos poderosos torrenciales:
― Soy una mala persona― Le dije lloriqueando como las niñas pequeñas.
― No lo eres― Me respondió sonriendo ― O por lo menos ahora no― Dijo lanzando una pequeña carcajada ― Al reconocer tu error te convierte en una mejor persona, y aun en una mucho mejor al intentar cambiar. Y por eso te admiró― Agregó sonriente.
― ¿Me darás otra oportunidad?― Le dije secándome las lágrimas con la manga de mi campera mientras fruncía con la boca haciendo puchero.
Brian se rió y regalándome una atractiva sonrisa me dijo:
― Por supuesto.
Al final, quedamos en encontrarnos al día siguiente en el parque. Esta vez no lo arruinaría, estaba intentando cambiar.
A la noche llamé a mi amiga disculpándome por todo. Ella al principio no me creía, pero al final aceptó mis disculpas y arreglamos para encontrarnos algún momento en el bar como solíamos hacer. Sé que no volverá a ser lo mismo, porque ya no tendrá la misma confianza en mí, pero le demostraré que estoy cambiando.         
En la tarde me encontré en el parque con Brian. Paseamos a través de los jardines y luego alrededor de las fuentes. Era un bonito día, los pájaros cantaban de fondo y el ambiente olía a ricas flores.
En un momento a una niña se le voló un globo rojo, e hice sin pensar algo que nunca antes hubiera hecho en mi vida. Corrí unos pasos hasta alcanzar el globo y se lo devolví a la niña, que para mi sorpresa tenía síndrome de Down. La niña me lo agradeció y salió corriendo a jugar con su globo colorado.
No podía creer que yo hubiera hecho eso, nunca antes hubiera ayudado a nadie, seguramente me hubiera reído viendo como la niña intentaba recuperar su globo. Pero esta vez no le vi el chiste. Realmente estaba cambiando. 
Brian me miró con aquella hermosa sonrisa que adoraba de él, una sonrisa de aprobación. Tomó mi mano de forma cariñosa y me besó. Me besó por primera vez. Fue un beso cálido y tierno lleno de una arrebatadora pasión.

8 comentarios:

  1. Un poquitín tarde, pero lo leí. Je, je, je, je.

    La protagonista sí que era una bastarda, burlarse de la desgracia ajena como si fuera un chiste. Perdió a su amiga y por poco pierde a su novio. Además de humilde, Brian le enseño una buena lección sin proponérselo. Y yo que al leer el título pensaba que iba a sucederle algo más terrible a la protagonista para que revisara su conducta y cambiara... Fuiste un poco piadosa... un "poco bastante" je, je, je, je.

    Sólo un detalle para corregir. En el último párrafo omite el segundo "Brian". "Brian me miró con aquella hermosa sonrisa que adoraba de él, una sonrisa de aprobación. Me tomó mi mano de forma cariñosa (...)" Así quedaría mejor y menos redundante.

    Un precioso cuento, amiga. Que tengas un bello día. ¡Saludos!

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  2. Muchas gracias Nahuel por leer y por tu comentario.
    Me alegro que te haya gustado. Cierto, soy muy piadosa jeje.
    No me había dado cuenta de mi error, ahora mismo lo arreglo. Graciassss

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  3. Discúlpame, corazón. Me resulta muy difícil leer tu cuento. Tengo problemas de visión que se acabarán seguramente con la operación de catarata de fin de mes, pero al menos quiero dejarte mis cariños y muchos besos.
    ¡Feliz fin de semana! <3

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    1. No te preocupes María, entiendo tu situación.
      Igual agradesco tu visita..
      Te deseo mucha suerte en tu operación.
      UN ABRAZO :)

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  4. Creo que mi modesto blog se queda bastante corto comparado con el tuyo. Gracias por dejarme el link en el mío. No me ha dado tiempo a leer mucho, pero lo que he leído me ha gustado.
    Saludos.

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    1. Muchas gracias Germelino por tu visita, bienvenido.!!!
      Me alegro que te hayan gustado mis escritos!!
      Un saludo :)

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  5. Me di en cuenta de que era un relato contado en primera persona, que no eras vos.
    Jamás tu hubieras reído.
    Que mala que era. Pero tuvo la valentía de cambiar. Y eso esta bien.
    Saludos.

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    1. Muchas gracias por leer y comentar.
      Mi profesora una vez dijo que el narrador nunca es el escritor, aunque se nombre, como en el caso de Borges, pero no era él, era otro Borges. Siempre el escritor va a intentar mantener la objetividad a la hora de utilizar un narrador.
      Muchas gracias por comentar, me alegro que le haya gustado mi cuento, un saludo :)

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