sábado, 31 de enero de 2015

Belleza en Versos

Las mañanas frías de Rusia son una tortura para los árboles, y las plantas, las cuales secan hasta morir, los únicos que sobreviven a tan furiosas nevadas son los elegantes pinos que rodean aquella fuente del parque, donde decenas de niños juegan todos los días.
Pero en los inviernos, este parque de juegos se podría comparar con un desierto, ya que ninguna alma se encuentra sobre este. Tan solitario gritando con el viento, pidiendo algo de compañía, nunca el parque se sentía tan solo y se veía tan apagado y triste como aquella mañana de enero.           
Era solo una pequeña niña sentada en la ventana lamentándome por no salir al parque, estaba nevando como nunca, y no podría salir en todo el día si la tormenta seguía así.      
La tormentosa nevada continuó durante todo un día, caía violentamente llevándose toda aquella cosa débil que se interponía en su camino.   
Al otro día me levante con los pelos desparramados, me instale delante del espejo del baño y me propuse a desenredar  mi largo y  rubio casi blanco cabello, mis ojos resaltaban haciendo juego con el marco del espejo, el cual era celeste muy claro, un color muy semejante, al color de mis ojos, era una persona muy blanca, y flaca, era una niña con solo una decena vivida, ese día conocí mi Don, este Don era muy extraño y diferente a los demás dones conocidos, ningún otro don era tan especial y con tanta particularidad como el mío, aquel don del que hablo, era nada más ni menos que la apreciación, pero no cualquier apreciación, tenía la habilidad de contemplar y entender la belleza de la naturaleza, aquello que para cualquier otro ojo era desagradable, para el mío denotaba una belleza inusual digna de destacar, aquel duro invierno odiado por todos, para mí era hermoso, pase de estar triste en aquella ventana, a contemplar el arte que tenia ante mis ojos, no sabía cómo describirlo, así solo tome un viejo cuaderno anillado de mi armario y un lápiz rojo y comencé a escribir lo que veía:

“Delgadas capas blancas
cubren como una manta
aquellos pétalos de flores
de suaves y diferentes colores”
               
No sabía que había escrito, lo miraba y lo volvía a leer, que era eso que salió de mi lápiz de mina roja, que era aquello que decía en la hoja amarillenta del cuaderno, no lo sabía pero me gusto, así que volví a mirar a la ventana y luego de contemplar el paisaje volví a escribir:

“El frio helado de mi ventana
han empañado con escarcha
aquellos vidrios transparentes
por los cuales aprecio el oriente”

Quede admirando lo que había escrito, había escrito con tanta facilidad palabras que rimaban, explicaban lo que mis ojos infantiles veían de aquella apagada plaza, pero estos pequeños versos la habían iluminado, quería que mi hermano mayor también lo apreciara de la misma forma que yo, lo llame desesperadamente, él se asusto pensó que algo malo me sucedía:
_ ¿Qué paso?, ¿Estás bien?_  
_ Si_ Le dije y le entregue el cuaderno en sus pálidas manos heladas _ Léelo_ Le dije señalando las rimas que había formado.
El las leyó rápido, y no le puso la atención necesaria para entenderlos, me los devolvió después de treinta segundos diciéndome:
_ Para esto me llamas, estaba ocupado ayudando a nuestro padre a sacar la nieve del techo_ Y se fue, como si nada en el hubiera cambiado, yo esperaba un cambio interno en él, que apreciara al igual que yo el invierno que se encontraba detrás de mi ventana.
No me quedaría así, fui a encontrarme con mi madre, le interrumpí su limpieza, ella accedió a leer mis escrituras luego de mi inagotable insistencia, al igual que mi hermano las leyó con la mente en otra parte, solo deseaba leerlas lo más rápido posible para poder reanudar sus tareas, mi padre en ese momento entro en la casa, había terminado de sacar la nieve del techo, se veía agotado y muy agitado, era un hombre de muchos años, y se cansaba con facilidad luego del esfuerzo, él ni siquiera tubo las fuerzas ni las ganas para poder leer mi creación, quede totalmente devastada, completamente desilusionada, mi familia no entendía la verdadera belleza del mundo que habitamos, no reconocían su esplendor, no encontraban el sol cálidamente hermoso y placentero, no les emocionaba la apacible caída de las hojas en otoño, ni la transición de las nubes por el celeste cielo, ni tampoco el baile de mis cabellos al compas del viento.
Durante años escribí cientos de diferentes versos y rimas, exaltando todos aquellos sentimientos que sentía naturalmente cada día, pero mi familia cada vez parecía más distante, cada vez me entendían menos. Los años enriquecían mi vocabulario, y mejoraban mis rimas, volviéndolas más complejas y certeras, se hacían cada vez más valiosas para mí, no pasaba día sin escribir, tenia decenas de cuadernos con miles de versos escritos, pero mi familia creía que perdía el tiempo, aquel tiempo que ocupaba escribiendo sería mucho más útil en otra cosa, no sabía si yo era la diferente, o ellos eran los extraños, ¿Cómo no les podía agradar el mundo?, tal vez ellos lo admiraban a su forma, pero lo que yo veía hermoso y complejo, ellos lo veían simple y sin importancia alguna, para ellos las estrellas eran simples luces en el cielo, para mi eran luciérnagas admirando la tierra, anhelando su llegada, brillando en la oscuridad anticipan su arribada a la tierra.
La familia se agrando, llegaron tres hermanos más, pero yo me sentía más sola todavía, rondaba los veinte años, y nunca había estado tan aislada, sentía que la única que me entendía era la luna cuando le escribía, o los pájaros cuando resaltaba sus elegantes plumas y su maravilloso vuelo, o los árboles cuando veía como con sus ramas intentaban tocar el cielo, crecían ilimitadamente, pero nunca llegaban. Lo malo era que ellos no me contestaban, ni admiraban mi trabajo, ellos no podían agradecerme por describirlos tan hermosos, solo quería alguna palabra de alguien que admirara lo que hacía, o que entendiera lo que yo entendía del mundo, pero era imposible, cuando más quería a la gente hacerle entender, menos entendían, y despreciaban aun más el mundo, entonces me di cuenta en ese momento que había una sola cosa sobre toda la creación que no era bello, era el ser humano, no había encontrado nada en una persona que sea digno de apreciar, solo su pequeña existencia se basaba en desprecios y violencia, destruyendo todo sin entender la belleza que tenían ante sus ojos, devastaban bosques enteros, su éxito se basaba en engaños y corrupción, aprovechándose de los más débiles e ignorantes levantaban su victoria, apoderándose de lo que no les pertenece, y castigando a la naturaleza que los recibió en sus calidad y perfectas manos, brindándole de su suelo para descansar y de sus hijos para alimentarse.
Me senté en aquel parque que despertó mi don, pero que a la misma vez me llevo a una vida de soledad, no deseaba compañía de ningún ser humano, solo quería la presencia de la naturaleza en mis escrituras, y comencé a escribir sobre la tierra:

“Sola y desentendida te hallas,
sin nadie que te acompañe en tus lágrimas.

Tú has dado vida a lo que conocemos,
y nosotros en barbarie
se la quitamos desconociendo.

Totalmente lastimada,
ajena de reconocimiento,
recobras tus fuerzas en un vengativo viento.

Con él te llevas lo importante para la humanidad
y ellos sin entender te culpan
que solo con ellos, querías tu ira descargar”      

Cerré mi cuaderno muy enojada, y me dirijo al pueblo, solo quería leer el diario, quería conocer que pasaba en otros lados, y era horrible, más de la tercera parte del diario eran malas noticias, desastres ambientales, robos, y lo peor asesinatos, como una persona podría quitar la vida a otra persona, el regalo más hermoso concedido, era algo que no comprendía, ni siquiera entendían ni respetaban la importancia de la vida, la humanidad se encontraba encerrada en una enorme caja que no los dejaba salir, una caja que los hostigaba, con golpes de ignorancia y azotes de desinterés, yo era la única que me sentía libre de aquella caja, esperaba algún día encontrar a alguna otra persona que también pudo escapar de esa maliciosa caja, que oscurecía hasta el más grande corazón e infectaba hasta la más fuerte de las almas.
Cuando creía que no encontraría más desperfectos de la persona, me encuentro un indigente, desprovisto de cualquier beneficio, un hogar y un trabajo, su situación era triste, pero ese hombre no era el problema, el problema eran todas las personas que pasaban a su lado, no les interesaba una persona sufriendo, no se conmovían por la triste escena que estaba al lado de la calle, yo me acerque y le recite una de mis rimas, para mi sorpresa el pobre hombre se sorprendió, y me agradeció por iluminar su corazón, por primera vez en muchos años me sentí feliz, así que le di todas las monedas que tenía en mi bolsillo, y el hombre me agradeció diciéndome:
_ Con estas monedas alimentare mi cuerpo, pero con tu hermoso poema alimentaste mi alma y mi marchito corazón de anciano_
Al fin había encontrado una persona en el enorme mundo que vivimos que no este ajena a la belleza que nos rodean, comprendí que no debía sufrir por hacerles entender a las personas que no entienden, solo debía concentrarme en entender y compadecerme de su desinterés e ignorancia, pocas personas hay en el mundo que son honestas y comprenden que es verdaderamente importante en el mundo, no son el dinero, sino el vivir, alimentando el alma en sabiduría y belleza, enriqueciendo nuestros corazones de buenos sentimientos, y en ese momento una mujer con un bebe se cruza frente mío, por primera vez había visto belleza en un ser humano, un bebe con una vida recién adquirida, ese pequeño bebe de piel suave y frágil, estaba en los primeros días de su vida, y seguramente transcurriría el mundo creciendo al igual que todos.

Por fin había encontrado una sola cosa bella en el ser humano, y era la vida, la que nos hace latir nuestro corazón, aquel guardián de sentimientos y pasiones, que a la misma vez late para que nuestra vida no se acabe, había algo en el hombre de naturaleza y era la vida, aun que no lo supiera toda la naturaleza está viva al igual que él, los árboles que reciben pacíficamente el calor del sol, las aves que son libres en las alturas, las mariposas que llenas de colores alegran los jardines, y el humano que vive en la naturaleza que es su hogar.                                             

La Flor de Cristal

Sus pétalos son frágiles como el corazón de una mujer, se hacen trizas al menor desdén.
Los murmullos dicen que solo en un lugar solitario las encontraras, donde el frio quema las pieles y los vientos silban cariñosas melodías de amor, las hadas las cuidan y las ninfas las germinan con amor.   
En un jardín brillante donde los pastos crecen como dedos forzados de la corteza de verdes cuarzos, decenas de rosas cristalinas se desperezan para elevar sus canticos blanquecinos al cielo celeste.  
El sol brilla a la par de tres lunas, le dan la luz que necesitan.
Solo de ellas se conocen las leyendas, cuantos reyes las anhelan alzando cruzadas para llegar a ellas.
Las mágicas criaturas de las húmedas cuevas dijeron una vez, que una flor como aquella brinda gran poder a aquel que la poseyera, las olas del océano doblegarían sus rodillas ante la presencia de aquel, y las más temibles bestias huirían de él.
Pero lo que no se decía era que al solo tocarla sus pétalos se quiebran, tan poderosas pero tan frágiles al mismo tiempo.  
Un gran poder que se quiebra al poseerlo.    

El poder destruye al que lo posee.  

Lechuza de Fuego, Lechuza de Hielo.

Nacen como del cristal, capas delgadas se parten en trozos cuando sus poderosas zarpas las atrapan. Solo trizas como cenizas en el lugar quedan.
Él es de fuego, de pechos anchos y alas que queman el viento.
Habita los bravos desiertos y pasea por los meandros de los acantilados.
Siempre tentando la suerte, siempre desafiando el destino.
Ella es de hielo, de ojos sabios, de zarpas brillantes y de plumas que congelan las aguas.
Habita los fríos valles y las solitarias montañas nevadas, lleva en su corazón solo escarchas.
Siempre pensando, siempre meditando. 
Ambos se aman a pesar de las diferencias y las distancias, pero nunca podrán encontrarse sus cuerpos.
Él se extinguiría cerca del hielo y ella se esfumaría en el desierto.   

Solo tienen la ilusión de un imposible encuentro. 

LA ISLA DE LAS BERMUDAS

El 6 de abril de 1979 el explorador y piloto aeronáutico británico, Albert Smith, en uno de sus viajes comerciales al exterior cayó en una tormenta que lo obligó a naufragar veinte días por el Triángulo de las Bermudas.
El Triángulo de las Bermudas es un área geográfica con forma de triángulo equilátero situado en el océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad estadounidense de Miami.
Se cree que desde mediados del siglo XIX han desaparecido un total de 50 barcos y 20 aviones entre estas aguas. 
Albert en su diario de navegación redacta las desventuras que sufrió a la deriva “el hambre y la sed son insoportables, mientras que las ilusiones parecen ser ya insostenibles por la razón” escribió al noveno día en alta mar.         
El 26 de ese mismo mes Albert fue hallado en las costas de Méjico, totalmente desnutrido y enfermo. Luego de su rehabilitación hizo público su diario de navegación, donde además de contar los días de naufragio también describían una extraña isla oculta en medio del triángulo, la mayor parte del público tuvo una reacción escéptica, mientras que grupos de optimistas realizaron hasta el día de hoy infinidades de exploraciones al triángulo, todas las expediciones fueron vanas, nunca se halló la extraña isla, lo único que se sabe o conoce de ella es lo que está escrito en la bitácora, información bastante cuestionada por su ilógica y falta de fundamento.      

El reconocido doctor neurocirujano de origen francés, Paul Bouvier quien atendió personalmente a Albert supone que la isla no es más que una alucinación, creada por su desesperación y por su calamitoso estado de inanición, lo que conjuntamente le provocó desvaríos mentales. Pero una parte de la sociedad se niega a creerlo como una ilusión, sino que creen firmemente en la existencia de una isla que se esconde entre las aguas de las Bermudas y que por inexplicables razones no puede ser hallada.                        

LOS PERSONAJES FICTICIOS.

¿Qué es un personaje ficticio?, uno primeramente los clasificaría como protagonistas, coprotagonistas, antagonistas, y aquellos que son secundarios.
Esa es la descripción para un lector, ¿Pero cuál es la descripción de personaje para un escritor?, ¿Y si son personajes del mismo escritor?, ¿Cómo los clasificaría?, salieron de su imaginación, seguramente no les sería suficiente calificarlos como protagonistas o antagonistas solamente, la vida de esos personajes depende de la mano que los escribe, les da la vida y se las quita, los mete en problemas y los salva de ellos, escriben sus acciones y sentimientos, ¿Cómo no podrían encariñarse u odiar a sus mismos personajes?, sentirse identificados con uno de ellos o con varios es imposible evitarlo, al igual que tener nuestros favoritos.
Si hacemos alusión a ciertos personajes de la literatura, notaremos que su importancia repasa su calificación, como en el caso de Sancho Panza, en la cruzada de Don Quijote es más que su coprotagonista, es más que un simple escudero, su presencia en la obra tiene un papel fundamental, es la representación de la razón, mientras Don Quijote veía los gigantes, Sancho veía los molinos. En un principio el Quijote es su amo, pero con el tiempo se transforma en mucho más que un vulgar escudero, se convierte en su mejor amigo. Pero ¿Qué hay de Edmund de la famosa saga Las Crónicas de Narnia? Es un reivindicado, su personaje oscila desde acompañar a sus hermanos a entrar a Narnia y abandonarlos para unírsele a la bruja para más tarde volver con ellos. Su personaje no es completamente antagonista ni pertenece tampoco del todo al bien. ¿Cómo se lo podría solamente calificar como coprotagonista o antagonista?, no se puede, es un personaje impredecible, y al darle una sola calificación le quitaríamos su papel en la novela, el ser seducido por la Bruja Blanca no significa que es débil, todo lo contrario sus acciones siempre fueron ambiguas en todo su accionar.              

Por eso digo que debería replantearse el triste y poco abarcativo concepto actual de lo que es un personaje por uno que exprese más que solo la pequeña característica que “es el que realiza la acción en el texto”.