jueves, 26 de noviembre de 2015

Muñeca de porcelana



Muñeca de porcelana,
que en la repisa descansas,
con tus pupilas perdidas
y tu piel en grietas bribas.     

Olvidada te han dejado,
donde el polvo inunda como vástago, 
con tu rostro triste muestras una mueca
que tu dolor nos agüera.      

La soledad te abruma,
y los años sobre ti se inculpan,  
del daño hecho,
a tu esmalte berrueco.    

Nadie nunca sabrá,
si en tu pecho de grana 
un corazón descansa,
o sólo en triste vacio se halla.     



lunes, 16 de noviembre de 2015

Bruja adivina


— ¡Te encontré!— Grité enojada mientras azotaba la puerta con violencia, haciendo que mi hija y la adivina saltaran del estupor sobre sus sillas.
Mi pequeña e inocente niña estaba tomada de las manos con una bruja, ella se deja engañar por este tipo de cosas, no sé cuantas veces la he encontrado desobedeciéndome, ya le he explicado unas mil veces que es perdida de dinero y tiempo, esta clase de gente te hace creer lo que ellos quieren que uno crea, y los idiotas caen en su jueguito.    
— Tu madre tiene un temperamento muy violento— Dijo la vieja bruja, mi hija bajó la mirada y pareció sonrojarse, como si yo la estuviera poniendo en ridículo. Aquí la única ridícula es mi hija que le cree a esa vieja bruja impostora.   
Mi hija que todavía no tenía cumplido ni siquiera los quince años, esta tarde llevaba una remera suelta y una vincha le recogía el cabello azabache. La bruja, parecía estar disfrazada para un teatro del mago de Oz, la envolvía una túnica violeta estampada con las figuras del zodiaco, y un turbante de plumas le cubría el cabello anaranjado, sin mencionar que su rostro estaba inundado de sombra y pintura, dándole un aspecto místico.
Me acerqué a la mesa hecha una furia, tomé el mantel azul de estrellas y lo arrojé hacia atrás y luego golpeé la mesa repetidas veces, haciendo que mi hija gritara. Sí, tal vez estaba exagerando un poco, pero no soporto a las personas que se aprovechan de niños inocentes como mi hija, que le hacen creer en cosas que no existen, solo para robarle algunas monedas. ¡Es indignante!      
— ¡Para, mamá!— Me gritó ella — ¡¿Por qué siempre haces una escena de todo?!— Me preguntó encolerizada.
— Es que hija, ¿No te das cuenta que lo que quiere esta mujer es robarte dinero?— Le dije señalando a la bruja, la cual hizo caso omiso a mi comentario, como si no le afectara mi recriminación.     
— Pero mamá— Dijo exasperada, intentando hacerme entrar en razón — Si no hubiera venido con ella, no estaría hablando contigo ahora.