— ¿Qué
es eso que quería mostrarme, agente Johnson?
— No sea impaciente, Miller — Le
respondió Mark con una sonrisa en su rostro, mientras guiaba a su compañera por
el laboratorio.
La agente Natalia Miller conocía
muy bien el laboratorio donde trabajaba su compañero, y se preguntaba qué era
lo que le quería mostrar que todavía no haya visto, algo en su interior le
decía que tenía que ver con la unidad especial.
— ¿Recuerdas que este laboratorio
antes tenía una división destinada a la
experimentación en animales?
— Sí, eso fue antes de que se
aprobara la Ley 45-54, en protección de los derechos animales — Agregó Natalia
informada en el tema.
— Antes de eso, el sótano del
laboratorio era un recinto para contener a los animales que se experimentaban —
Mark sacó de su bolsillo un manojo de llaves, y tomando una color bronce, abrió
una puerta de metal, la cual yacía clausurada desde años.
La puerta descubrió una escalera
que descendía a la oscuridad. Mark rebuscó en la pared interior hasta hallar el
interruptor de luz, cuando lo accionó la escalera y el sótano se iluminó
gracias a los potentes focos que descansaban sobre el techo y paredes.
Cuando bajaron la escalera
descubrieron que era una amplia habitación sin ventanas, enterrada en el suelo,
que constaba de celdas individuales, posiblemente unas cincuenta, algunas eran
de barrotes de hierro, y otras parecían mucho más aisladas y seguras, de
vidrios blindados.
— Son tan seguras que ni un
elefante podría escapar — Decía Mark mientras golpeaba un vidrio con su puño
cerrado, para corroborar su hipótesis.
La agente Miller miró a su
alrededor, había una razón por la cual Mark le mostraba todo esto, ella tenía
una idea, pero antes de arriesgarse quería escucharlo por la boca del mismo
agente Johnson.
— ¿Por qué me muestra todo esto,
agente Johnson?— Le preguntó cautelosamente.
— Con todo lo que nos ha
sucedido, el vampiro, la araña gigante, tú dijiste que eran personas, que a pesar
de lo que les había sucedido, nunca dejaron de ser personas, y tenias razón.
Podemos mantenerlos aquí hasta que encontremos la causa de su mutación.
— ¿Crees que es posible una cura?
— Le pregunto Natalia, intentando no hacerse falsas esperanzas, pero no podía
evitar sentirse con ilusión.
— No lo sé. Primero debemos
descubrir su causa de mutación, y a partir de allí es otra historia, eso nos
indicara que tan posible es su recuperación. René García ya me aprobó el
proyecto para utilizar el recinto como contención de los mutados.
— ¿Tipo una cárcel? — Le preguntó
Miller con algo de repugnancia por la idea, esas personas no eran los malos,
eran las víctimas.
— Son personas peligrosas. Hasta
que descubramos una manera de detener todo esto, los mantendremos aquí — Le
respondió Mark Johnson adivinando el desacuerdo que tenía su compañera con
respecto a utilizar el recinto, pero esta pareció comprenderlo mejor, eran
víctimas, sí, pero también eran monstruos peligrosos, y no se los podía dejar
vagando solos por la ciudad.
El agente Mark sintió que en su
pantalón vibraba su teléfono móvil, y tomándolo en un rápido relejo contestó a
la llamada.
— El jefe García nos tiene una
nueva misión para la unidad especial — le informó Johnson a su compañera luego
de cortar la llamada.
Los agentes caminaban por un
pasillo, siendo precedidos por un guardia embutido en un uniforme azul marino.
La agente intentaba ignorar todas
las groserías que recibía por parte de los penitenciarios, que la miraban a
través de sus celdas con ojos brillosos y pupilas dilatadas.
Una mano masculina invadida por
tatuajes de calaveras salió entre dos barrotes, y sin que la agente pudiera
antecederse, la mano viajó hasta su cadera de manera grosera. Natalia se
sacudió de su agarre, y se giró para decirle lo primero que le viniera a la
mente a aquel impertinente preso, pero Mark se le adelantó a sus intenciones.
El agente se acercó a la celda, y tomando el cuello de la camisa del
penitenciario, con la fuerza de su brazo lo estrelló contra los barrotes, y
sosteniéndolo a unos centímetros de él mismo le habló con odio en la voz.
— Es un delito federal faltarle
el respeto a un agente policial — Le dijo de manera amenazante.
— ¿Qué van a hacerme?, tengo que
cumplir quince cadenas perpetuas todavía. No creo que puedan hacerme nada más —
Le respondió el penitenciario de manera mordaz, burlándose del agente, que lo
miraba entrecerrando sus ojos orientales con repugnancia.
El agente Johnson entrecerró aun
más sus ojos, podía verse en su expresión lo furioso que estaba, y la
repugnancia que le causaba dicho encarcelado. Sin tardar un segundo más, el
agente introdujo su otra mano por entre los barrotes, y cerrándola en un puño la
descargó sobre la quijada del malviviente repetidas veces.
El penitenciario cayó sentado al
suelo cuando Mark Johnson lo soltó, y tocándose su rostro magullado y bañado de
sangre, miró a la agente de manera lasciva mientras balbuceaba sus siguientes
palabras.
— Valió la pena — Y lanzó una
carcajada mirando sus dedos empapados de su propia sangre.
— ¿Estás bien? — Le preguntó Mark
a su compañera — Si te sientes incomoda puedes esperarme afuera.
— No. Somos un equipo — Le
respondió la agente seriamente, aunque le escocían las comisuras de sus labios en
un reflejo por sonreír, pero se resistió, a pesar de que se sentía alagada por
su compañero que la había defendido, se obligó a mantener su cara seria, libre
de cualquier expresión.
El guardia de la cárcel los llevó
a una alejada celda.
— Oh por Dios — Barbulló Mark
cuando vio en qué condiciones se encontraba la pequeña habitación.
Los barrotes de metal habían sido
cortados limpiamente y curvados hacia afuera abriendo una abertura enorme. Esos barrotes eran de hierro macizo, no había
forma de que un penitenciario, por más fornido que fuera, pudiera cortar los
metales y doblarlos de aquella forma para escapar de su prisión.
— Mira esto, Johnson — Mark se
acercó a Natalia, quien le mostraba una abolladura en el suelo y otras tres en
las paredes dentro de la celda— ¿Golpes de piedras?
— No — Negó Mark — Es más bien un
golpe puntiagudo y punzante— Dijo mirando los pequeños agujeros, que parecían
pequeños cráteres sobre el concreto y la piedra de la celda — Posiblemente de
alguna lanza — Dijo, aunque no muy convencido.
Los ojos de Mark encontraron una
pequeña escama azul negruzca entre aquel cráter en el suelo, lo miró, a simple
vista parecía muda de piel de algún
insecto, pero era muy grande y grueso para ser de un animal de dicho tamaño,
con pinzas lo sustrajo del suelo y lo metió dentro de una bolsa transparente.
Más tarde en su laboratorio haría los estudios correspondientes que develarían
su procedencia.
— ¿Cómo se llamaba el prisionero?
— Miller se dirigió al guardia.
— Finn Ciofi — Le respondió el
guardia tendiéndole un archivador a la agente — Veintiocho años, acusado de
asesinar a su mujer por infidelidad. Fue a juicio para ganarse la tenencia de
su hija, pero obviamente cuando se comprobó que él era el asesino de la madre,
la niña quedó a cargo de una tía.
Miller hojeó el informe, viendo
la foto del prófugo, tenía ojos grandes y celestes, y cabello negro como el
carbón, tenía un gesto impasible y masculino.
— Violento, desacatado — Agregó
Mark al ojear el informe sobre el hombro de su compañera.
— Era uno de los presos más
problemáticos — Le informó el guardia.
Luego de inspeccionar la escena
de la fuga, volvieron al laboratorio del agente Johnson, mientras Mark
trabajaba en la muestra recogida del suelo, Miller se ocupaba de revisar el
prontuario del criminal, posiblemente este sería uno de los casos más difíciles
que tendrían que enfrentar, el mutado era un criminal violento.
— ¿Has descubierto de que trata
la muestra? — Le preguntó Miller desde la pared opuesta, sentada en una silla
de manera relajada.
— El examen dio como resultado
que se trata de material orgánico, exoesqueleto de insecto para ser más exacto.
Con la particularidad que el conteo cromosómico no es concluyente.
— ¿Qué quieres decir?
— Se trata de un humano, pero los
eslabones del ADN no están en orden, es como si estuvieran combinados con otra
especie.
— ¿Con que especie? — Preguntó la
agente levantándose de su asiento para acercarse a Mark, dio pasos lentos, con
algo de miedo de escuchar la respuesta.
— Con un alacrán — Le respondió
el agente escuchando como su compañera se atragantaba en un gemido asombrado —
Eso no es lo más extraño, lo comparé con muestras de sangre y tejido de los
casos anteriores, la vampiro y la araña, todos tenían estas extrañas mutaciones
cromosómicas. Y aun más extraño, hallé rastros de radiación — Mark y Natalia
intercambiaron una mirada, el agente hizo silencio unos minutos, estaba
esperando que ella procesara toda la información — Eso no es lo más
escalofriante, también analicé mi sangre— El agente Johnson le mostró dos hojas
con gráficos de cromosomas, ambos eran muy similares, las cadenas de ADN
parecían dividirse y romperse de manera extraña. Pero eran diferentes a las
cadenas de los mutantes, estas estaban como incompletas, como si les faltara
una mitad.
— ¿Este ADN de quién es?
— Mío — Le respondió Mark.
— ¿Y este?
— De un superviviente de
Chernóbil.
— Son idénticos — Dijo, sintiendo
como su estomago se anudaba violentamente.
— Y este es de los mutantes — Le
mostró tres hojas más, donde los ADN se veían completos, como si tuvieran su
otra mitad, sólo que eran como si dos piezas de rompecabezas que nunca pudieran
encajar se hubieran fusionado. Mitad humana, mitad araña. Mitad humana, mitad
murciélago. Mitad humana, mitad escorpión.
La agente Miller abrió la boca,
quiso decir algo, que era imposible, ¿Porqué su compañero tenía el ADN de
aquella manera incompleta?, ¿Ella también lo tendría así?, ¿Qué lo había
producido?, ¿Radiación?, pero no pudo formular ninguna de aquellas preguntas en
voz alta, por que el timbre del teléfono resonó por todo el laboratorio. La
agente se apresuró a contestarlo.
— Llamó una mujer que dice ser la
que posee la custodia de la hija de Finn. Temé por ella. Se enteró que Finn
Ciofi escapó y cree que irá por su hija — Le informó la joven luego de colgar
el teléfono — Se oía muy asustada.
— Iremos a su casa ahora mismo —
Decía el agente tomando su chaqueta del respaldar de su silla.
Mark Johnson manejó su automóvil
hasta la dirección que le dio su compañera. Apagó el motor y ambos bajaron del
vehículo. Era un vecindario
residencial de casas grandes y vistosas.
La casa de donde habían recibido la llamada era una casona de paredes blancas y
ventanales amplios.
Caminaron hasta el pórtico y
luego de llamar a la puerta una mujer los atendió, tenía una larga cabellera
color caramelo, y unos ojos grandes y brillantes, llenos de inteligencia.
—Gracias por venir — Les dijo
antes de que incluso pudieran presentarse, la mujer parecía adivinar quienes
eran y a que venían. Les abrió la puerta y los invitó a pasar al interior de su
hogar — Necesitamos protección policial.
— Usted me dijo por teléfono que
teme que Finn Ciofi venga por ustedes — Habló la agente Miller.
— Por Nadia — Le corrigió la
mujer — Su hija, después de que matara a mi hermana… — La voz de la mujer se
volvió triste y dolorosa, el recuerdo de su hermana difunta le hacía doler el
corazón — Luché por la tenencia de Nadia, no permitiría que ese monstruo se
quede con ella. Así que gané el juicio cuando se comprobó que él era el asesino
de su madre.
Una niña apareció, cruzando el
umbral con un peluche de felpa entre manos. La niña era muy parecida a su
padre, con ojos celestes y cabello moreno. Pero su rostro no era impasible y
problemático como su padre, sino que era tierno y vulnerable.
— ¡Tía! — Fue gritando hasta
prenderse de la falda de la mujer, sus ojitos estaban abiertos de par en par y
escondían un temor infantil — ¡Hay un monstruo en mi habitación! — Gritó al
borde de las lágrimas.
— Ya te dije hija que los
monstruos no existen — Dijo esta abrazando a su sobrina. Mark y Natalia se
miraron extrañados, algo les decía que lo que había visto la niña no eran
simples imaginaciones infantiles.
— Creo que lo mejor será que
subamos a comprobar — Dijo Mark desfundando su arma, la mujer miró la escena
perpleja y con pavor en los ojos, como si tuviera fobia a las armas de
fuego.
Mark Johnson subió la escalera
con Miller pisándole los talones. La
habitación de la niña estaba a oscuras, la única luz entraba por la ventana de
manera sutil. Una sombra viscosa se escurrió por debajo de la cama de la niña.
— ¿Tienes los sedantes? — Le
preguntó Mark a Natalia casi en un susurro.
Su compañera le respondió mostrándole
el interior de su chaqueta donde descansaban dos jeringas con un liquido ámbar
y espeso.
— Sube a la cama de la niña,
cuando Finn salga de debajo, le inyectas el sedante — Miller asintió a las
palabras de Johnson, y dando pasos mesurados, se subió al colchón de la cama, haciendo
el menor ruido posible.
Mark caminó hasta la pared
opuesta y abriendo las cortinas dejó que la luz se infiltrara por la ventana,
hasta bañar la cama de la habitación, la criatura que se escondía debajo de
esta se sacudió enfurecida, ya que gustaba de ocultarse en la oscuridad. Salió
de debajo de la cama arrastrándose con sus patas de insecto.
Cuando Miller vio que algo de
piel oscura se movió ante sus ojos, bajó la jeringa con fuerza, esperando
hundir la ajuga en el tegumento oscuro, pero lo que sucedió la sorprendió. La
ajuga se dobló, sin penetrar la capa gruesa del enorme insecto. Una armadura de
piel tosca y dura le recubrí todo el torso y espalda.
El enorme insecto corrió hasta la
pared opuesta, dejándose ver por los ojos de los agentes, y Mark Johnson no se
había equivocado cuando dijo que era un alacrán. El mismo rostro que habían
visto de Finn en la foto de sus antecedentes, se hallaba ante ellos, sólo que
sus ojos no eran de humanos, no quedaba ni un solo rastro de razón en sus
pupilas, sólo instinto animal. Finn tenía el torso humano, pero de su cintura
se desprendía una cola oscura con seis delgadas patas puntiagudas, y una cola
terminada en un aguijón venenoso. Sus dos brazos humanos no terminaban en
dedos, sino que de sus muñecas crecían dos grandes pinzas oscuras.
El alacrán gigante levantó su
cola, y con ella intentó pinchar a Mark con su aguijón. El agente esquivó sus
golpes, y cayó sobre el suelo mientras su arma saltaba fuera de su alcance
hasta esconderse debajo de la cama.
La agente Miller tuvo que
reaccionar de manera veloz, no podía perder un segundo, porque Mark se
encontraba desarmado, con un enorme hombre-alacrán dispuesto a matarlo con su
veneno. Corrió velozmente y se interpuso entre su compañero y el insecto,
descubriendo ante sus ojos piel expuesta, sin ser cubierta por exoesqueleto.
Sólo le quedaba una jeringa, una oportunidad. Hundió la aguja en el pecho de la
criatura, mientras esta golpeaba a Miller con sus brazos, cerrando sus pinzas
alrededor de sus muñecas, abriendo un surco de sangre donde la cortaban como
tijeras en su piel. Si no fuera porque la anestesia estaba surtiendo efecto,
Finn hubiera cortado la muñeca de Natalia Miller, pero ahora estaba sin
fuerzas, cayendo en un sueño inducido por la droga.
Luego de que los agentes se
aseguraran que la hija de Finn y su tía estuvieran bien, se llevaron a Finn
Ciofi a una celda de la cual nunca podría escapar.
— Tienes mi autorización, agente
Johnson. Comienza con la investigación de inmediato — Le dijo El jefe de
policía García, mientras miraba como el prisionero camina por las paredes y
techo intentando escapar de su celda, pero le era imposible — Has todo lo necesario
para revertir esto.
René Gracia subió la escalera
dejando a Miller y a Johnson solos en el sótano.
— Es como un animal — Dijo
Natalia mirando al enorme escorpión, quien la amenazaba grujiendo y golpeando
el vidrio blindado con su cola.
— Es como si ya no hubiera
humanidad en él — Agregó Mark.
— ¿Puedes arreglarlo?
Mark miró a Miller a los ojos,
dudó un momento en responderle, incluso dudo de sí mismo, ¿Podría curar a los
mutantes?, ¿Revertir la mutación?
— Eso espero — Contestó en
fin.
¡Sí! ¡Otro cuento más! ¡Je, je, je! Ya estaba extrañando los sucesos extraños de Penynton. ;-)
ResponderEliminarEstá vez fue difícil. No debían matar a la criatura sino sedarla, pero el sujeto que antes era no se trataba de una simple persona, sino un asesino. Y lo peor, adquirió la forma de un invertebrado muy peligroso. Espero que con el tiempo se den pistas sobre cómo las personas se convierten en esos seres... También si podrán revertir las mutaciones; yo lo veo difícil.
Ahora a esperar al siguiente. Ya ansío saber las sorpresas que nos tendrás preparados. Je, je, je. ;-)
¡Saludos!
Me alegro que te haya gustado el nuevo cuento de los crimenes de Penynton, me cuesta bastante escribirlos porque debo buscar información aparte para los monstruos y todo eso.
EliminarUn saludo. Gracias por leer y comentar.
Chinthia. Me gusta mucho tu cuento de los mutantes. Aunque no lo he terminado se lee con interés y fácil.
ResponderEliminarGracias Bernardo por tu comentario. Me alegro que te guste el cuento.
EliminarMe encantó la historia. Algo de X-Files y tal vez de los comics de Marvel. Que historias peligrosas tienen esos dos. Bien diseñados como personajes.
ResponderEliminarVoy a leer las otras historias.
Gracias por leer, es cierto, puede que esten inspirados en X-Files, una de mis series favoritas.
EliminarUn saludo.