lunes, 27 de julio de 2015

Gárgola


                Desperté sobre la cima de una catedral, estaba en cuclillas sobre una baranda de piedra. No recordaba cómo había llegado hasta allí.  
                Giré lentamente, sintiéndome mi espalda pesada, hasta encontrar mi reflejo sobre la vidriosa superficie del ventanal. Mi reflejo no era el mismo de antes. Tenía la piel cubierta de escamas de piedra, alas de murciélago y cuernos de venado, parecía un dragón, un demonio. Me asuste de mi propio reflejo. Para mis ojos era un extraño.     
                Estaba decidida a averiguar que me sucedió. Antes tenía una vida, era maestra, tenía una casa y un auto. Tenía familia, dos hijos y un maravilloso esposo, los amaba, y no sabía si volvería a verlos. Quise llorar, pero me resistí. Llorando no se soluciona nada, las acciones son las que resuelven los problemas, no las lágrimas.    
Abrí las alas lentamente, sintiendo como mi cuerpo se volvía ligero, cuando atrapaban las corrientes de aire entre sus membranas.    
Respiré hondo, recaudando en mi pecho la valentía que necesitaba, y salté. Me tiré de la baranda hacía el vacio, capturando con mis alas la atmosfera, que de llevarme hacía abajo, me llevaba hacía arriba. Si agitaba mis alas, me elevaba aun más. Volé alto, muy alto, perdiéndome entre las nubes, no quería que nadie me viera así, mucha gente se asustaría. Ya podía imaginarme una horda iracunda que me perseguía con sus antorchas incandescentes y sus puntiagudos tridentes de campo.
Volé hasta mi casa, aterrizando en mi patio. Mi perro me recibió felizmente como siempre, a él no le importó mi aspecto. Miré por la ventana de la puerta, no había nadie. La abrí, revisé en todas las habitaciones, la casa estaba vacía.
¿Dónde podrían estar?  
Salí volando, en dirección al hospital, tenía un presentimiento extraño, sabiendo que los encontraría allí, esperaba que mis hijos y mi esposo estuvieran bien. No soportaría que algo malo les hubiera ocurrido.         
Me aventuré a entrar por la puerta principal, no me importaba si la gente comenzaba a gritar o salir corriendo de mi nueva imagen, quería asegurarme que mi familia estuviera bien, pero no sucedió lo que yo esperaba que sucediera, las personas no gritaron ni huyeron de mí, ni siquiera notaron mi presencia. Caminaban pasando a mi lado como si yo no estuviera ahí.             
Muy extrañada comencé a recorrer el hospital. Al final los encontré, mi esposo tenía al más pequeño entre brazos, mientras mi hijo más grande dormía sentado a su lado. Mi esposo tenía una expresión que nunca había visto en él, estaba sumamente triste, como si algo horrible hubiera sucedido.  
Me paré frente a ellos, pero tampoco me vieron. Miraban a través de mí, hacía la puerta de la sala de terapia intensiva. Esa puerta se abrió, saliendo un doctor en dirección para encontrarse con mi esposo, le dijo algo a lo que no le presté atención, porque lo que vi dentro de la habitación me impactó aun más. Era yo.   
Mi cuerpo estaba sobre una camilla, todo entubado, con un respirador artificial y un electrocardiógrafo, que contaba las débiles pulsaciones de mi corazón, marcándolos con un intermitente pitido.

Me acerqué hasta mi cuerpo, estirando mi callosa nueva mano, para tocar mi antiguo cuerpo, y en el momento que mis dedos rozaron la fría piel del cuerpo inerte, aquellos agudos pitidos se dilataron volviéndose infinitos.       

18 comentarios:

  1. Me gustó mucho el cuento. Me pregunto por qué si siendo tan buena en su vida, cómo es que acabó percibiéndose como una gárgola. El final fue un poco predecible cuando leí que había ido a su casa y su perro la recibió como si nada. Escribes muy bien

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    1. Muchas gracias Flavio por leer, me alegro que te haya gustado el cuento. Cierto, a partir que ve al perro, uno ya puede imaginarse de que trata.
      Un saludo

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  2. ¡Holaaa! Venimos a informar de que te hemos nominado al tag 'Premio Liebster Award' aquí http://palabrasencadenadas0.blogspot.com.es/2015/07/nominadas-al-premio-liebster-award.html
    ¡Besos!<3

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  3. Un poco inquietante. Queda saber cómo se convirtió en una gárgola, aunque más bien parece un fantasma con aspecto de gárgola. Vaya manera de tener una ECM (experiencia cercana a la muerte), aunque más bien parece que fue su transición hacia la muerte misma.

    Precioso como siempre. Que tengas un bello día. ¡Saludos!

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    1. Gracias Nahuel por leer, me alegro que te haya gustado el cuento.
      Decidí dejarle la duda con respecto a porque termino siendo una gárgola y no un angel.
      Un saludo. Te deseo un bello día para tí tambien :)

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  4. Hola. Muy bien escrito. Tiene la extensión justa para mantener la atención del lector. Encuentro muy original que la protagonista no sea un "ángel de luz" sino una especie de gárgola (que no he identificado con "maldad" alguna).

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    1. Muchas gracias Luy por leer y comentar. Mi idea era esa misma, hacer que la gárgola no represente la maldad, sino simplemente la muerte.
      Un saludo.

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  5. Y a lo mejor las gargolas son ángeles o seres que trascienden después de su muerte. Y tal vez se puedan materializar a ser percibidos, aunque sea por perros, de quienes se dicen que pueden percibir los que simples humanos no pueden.
    Tal vez una gargola te haya dictado su historia, sin que la hayas percibido del todo.

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    1. Muchas gracias por leer y comentar, lo que dices es muy interesante y además muy complejo, digno de un gran analisis.La espiritualidad son temas muy dificiles de estudiar.
      Un saludo

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  6. Muy interesante la verdad, a mí también me atraen las gárgolas aunque mi visión es ligeramente distinta.

    http://andresbelalcazarsaldarriaga.blogspot.com/2015/03/vigilantes-de-piedra.html

    Saludos ;)

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    1. Muchas gracias por leer y comentar. Me pasare por su blog.

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  7. Un relato que regala muchas emociones. Sobre todo cuando toca su propio cuerpo, lista para partir, con la tranquilidad de que su familia estaba a salvo. Excelente, ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias Victor por leer y comentar mi cuento, me alegro mucho que le haya gustado.
      Buen fin de semana!!

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  8. Es una pena el motivo por el que se convirtió (o quizás reencarnó si es más apropiado) en una gárgola, pero bueno, al menos en este caso, es tristeza con un ápice de alegría porque al menos podrá seguir la vida de su familia desde los cielos. ¡Un saludo!

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    1. Muchas gracias José por leer y por tu comentario.
      Cierto, tiene su parte triste la historia, pero felicidad por un lado tambien.

      Un saludo.

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  9. Me parece que hubo un hechizo....!!!!!
    Será reversible??????. Jorge

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