― ¡No
quiero hacer los deberes!― Gritó Theo mientras arrojaba sus cuadernos por el
aire.
― ¿Acaso quieres desaprobar el
examen?― Le preguntó su hermana muy preocupada, había intentado casi todo para
que su hermano estudie, pero hiciera lo que hiciera, Theo se negaba a abrir un
solo libro.
― No me importa― Le dijo el niño levantándose
de la mesa.
― ¡Te vas a arrepentir!― Le gritó
― El conocimiento nutre la mente y nos vuelve sabios.
― Prefiero ser un burro y jugar todo
el día, que perder el tiempo con estúpidos libros aburridos― El niño se alejó
de la sala dando pisadas fuertes, apenas captando lo último que le gritó su
hermana.
― ¡¿Acaso quieres telarañas en la
azotea?!
Theo le hizo caso omiso a sus palabras,
y se dirigió a su cuarto, estaba decidido en invertir su tiempo en cosas más
divertidas.
Vio la televisión, jugó a la
computadora y a la Play durante horas, también se entretuvo buen rato con sus
viejos juguetes, salió a la vereda a juguetear con los vecinos a la pelota,
tomó mucho helado y se compró muchos caramelos que seguramente le traerían miles
de odiosas caries, pero no le importó. ¡Se estaba divirtiendo mucho, de verdad!
Llegó la noche y se acostó sin
preocupación alguna, sabiendo que mañana por la mañana tendría un examen y no había
estudiado ni un poco.
Durmió profundamente durante
varias horas, hasta que un extraño sonido de charrasqueos lo despertó. Se
levantó de su cama muy confundido, aquellos sonidos agudos no dejaban de repiquetear
en su cabeza. Muy asustado corrió al baño. ¿Qué le estaba sucediendo?
Se miró en el espejo, a simple
vista no veía nada raro, pero al girar su cabeza pudo ver en el interior de su oído,
que un montón de pequeñas arácnidas tejían y destejían sus blanquecinas telarañas.
Donde debería estar su cerebro no
había más que un nido de arañas.
Theo al verse envuelto en tal
horrenda situación, dejó escapar de su garganta un profundo gritó desesperado.
De repente estaba nuevamente en
su cama, con las luces apagadas y la cabeza libre de arañas. Todo había sido un
aterrador sueño. No lo dudo, se levantó de su cama y se dirigió a la sala,
donde tomó los libros y sus cuadernos.
La hermana que lo escuchó gritar,
salió de su habitación muy preocupada, encontrando a Theo sobre la mesa, con
todos los libros abiertos de par en par frente a él. Estaba estudiando. La
joven no podía creer lo que sus ojos le mostraban.
El niño al ver la cara de
sorprendida de su hermana, le explicó:
― No quiero telarañas en la
azotea.
La joven rió y se sentó junto a
Theo, para ayudarlo a estudiar.
a mi me parecio muy hermosa tu publicacion cyntia
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar, me alegro que te haya gustado el cuento.
EliminarTal vez un poco manipuladora la hermana, así que puede tener talento como escritora. ¿Que otra cosa hace un escritor que al lector le parezcan verosimiles las historias de ficción, obra del escritor?
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierto lo que dices, la hermana podría ser una escritora, ya que le ha hecho creer a su hermano que si no estudiaba tendría telarañas en la cabeza. Muchas gracias por su reflexion.
EliminarJe, je, je. Menuda pesadilla tuvo Theo, aunque eso sirvió para que se ponga a estudiar. Su inconsciente le hace más caso a su hermana.
ResponderEliminarQue tengas una linda noche. ¡Saludos!
jaja muy cierto.
EliminarGracias por leer y comentar.
Un saludo :)
Me encanto. como transcurre y como acaba, manipular.. venga ya!! je,je. Muy bueno
ResponderEliminarMuchas gracias MaríJose por leer y comentar.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un saludo.
Que buena lectura, hoy muchas personas no solo tienen telarañas en sus cabezas, tienen hasta ácaros que succionan la sabia del cerebro, embotado en tonterías y simples quimeras, mientras se pierden de la maravillosa experiencia de leer un buen libro.
ResponderEliminarEs muy cierto lo que dices, hay diferentes grados de ignorancia, laq cual puede ser borrada con la simple lectura.
EliminarUn saludo y gracias por leer.