lunes, 28 de septiembre de 2015

Notas al tiempo



                ― ¡Lo he logrado!― Gritaba de emoción el anciano ― Después de tantos años, ¡Por fin lo he conseguido!
― ¿De qué estás hablando?― Le preguntó el muchacho mientras era arrastrado por la emoción del mayor.
Jamie era un muchacho prodigio, habilidoso en las artes musicales, tocaba el piano como los dioses, cada nota que tocaba parecía tomar vida, tanto que saldrían volando del pentagrama. Hacía algunos meses había conocido a Amedeo, un anciano loco, de canas despeinadas y ojos llenos de fascinaciones. El anciano le había prometido un trabajo muy importante para él, no le había dicho cual, pero a la espera de la promesa de aquel trabajo, se habían hecho buenos amigos.     
― No te lo diré hasta que lo veas― El anciano abrió la puerta de par en par, mostrando en su interior lo que parecía ser el taller de un relojero. Decenas de relojes colgaban del techo y de la pared, y uno en particular era enorme, y tenía los engranajes por fuera, al muchacho lo que más le extraño en aquel lugar fue aquel piano de cola, entre tantos relojes parecía hacer un desentono.
― ¿Qué es este extraño lugar?― Decía el joven inclinando la cabeza para inspeccionar el lugar más cuidadosamente, mientras sus mechones rubios se balanceaban en el aire como si fueran columpios.     
― No te asustes hijo― Le dijo dándole un empujoncito para que se animara a entrar ― Eres muy afortunado al ser el primero en conocerlo y usarlo.  
El joven miró al anciano perturbado, sus últimas palabras le asustaron, ¿Cómo que él lo usaría primero?, vaya uno a saber qué cosa loca había creado el científico, y ¿Si era peligroso?
― Lo usaría yo mismo pero no sé de música, estoy recibiendo clases de una anciana, pero en un mes no aprenderé a tocar a la perfección, por eso serás tú él primero en probarla mi querido amigo― Amedeo sonrió graciosamente y guió al muchacho hasta el piano ― ¿No es un hermoso piano? 
― Sí, lo es― Reconoció el chico ― Pero lo que más me preocupa es lo que podría hacer.
El anciano suspiró, se remangó la camisa, siempre hacía eso cuando iba a dar una conferencia o explicar algo complicado:    
― Tienes toda la razón, no es un piano de cola corriente― Levantó la tapa que guardaba las teclas y lo invitó a sentarse, Jamie accedió, no muy conformé. En el atril el muchacho vio unas partituras que reconoció de inmediato ― Antes que digas algo, sí, son para violines, pero se pueden tocar igual en el piano, incluso las he visto tocar a cuatro manos.   
Jamie conocía muy bien aquella partitura, la tenía grabadas en su memoria, Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, versión para el piano.     
― Nunca diría eso, las he tocado una millonada de veces.
― Perfecto, entonces será pan comido― Se remangó la camisa aún más ― Lo que tienes aquí es una máquina del tiempo― Soltó como si se sacara un gran peso de encima.
― ¿Una máquina del tiempo?― El pianista largó una carcajada ― Eso es de novelas de ciencia ficción.  
― No te rías, esto es serio― Lo retó el científico, procediendo a explicarle cómo funcionaba ― La melodía, la cual bien conoces, como tú sabes pasa por todas las estaciones del año, empezando por primavera, solo debes empezar a tocar en la estación que nos encontramos y repetir la sinfonía una y otra vez, ya sabes cada cuatro estaciones tienes un años así que…  
― Me pasaría horas para hacer una década― Se quejó el joven sacudiendo sus cabellos con indignación.
― No seas vago, la sinfonía completa dura un poco más de treinta minutos, es decir que cada media hora simbolizaría un año. ¡No está mal!
El joven lo miró de reojo, pensando que debería estar bromeando.
― Y ¿Cómo funciona?― Le preguntó el muchacho mirando el enorme reloj junto al piano.
― Cuando las teclas comiencen a ser tocadas, impulsaran mediante un mecanismo que les he inventado las manillas del reloj, haciendo que el tiempo vuelva o avance, depende en qué dirección toques la canción… 
― ¡¿Qué?!― Le interrumpió sin entender una palabra.
El anciano giró las hojas de las partituras hasta llegar a la última, señaló con su dedo arrugado la última nota de la sinfonía ― Cuando quieres retroceder en el tiempo comienzas a tocar desde aquí pero en sentido contrario― Dijo marcando el curso de la partitura en dirección a la izquierda.  
― Ah, ah, entiendo, es como si la rebobinara. ¿Y si estoy en el futuro debo empezar a rebobinar desde donde la deje o desde el final?
― No, desde donde dejaste de tocar, porque ese representa tu presente, donde fue tocada la última nota.
― Entonces quiero comenzar viajando al pasado― Dijo emocionado, preparando los dedos para comenzar a tocar, pero el anciano lo interrumpió.         
― Sería aconsejable primero al futuro.
― ¿Por qué?
― Porque como te he dicho, siempre tú serás el presente, si adelantas el tiempo envejecerás y si lo atrasas te rejuvenecerás, no queremos que te encuentres a ti mismo siendo un bebé, incapaz de tocar el piano para volver.
― Sí tiene mucho sentido. ¡Podría fijarme los números que saldrán mañana en la lotería, así lo jugaríamos hoy!, es una buena forma de probarlo, y de paso nos volveríamos ricos.    
―Ah― El anciano frunció el entrecejo, preguntándose que era correcto y que no, pero el dinero es tentador ― Sí― Dijo finalmente ― Es una buena idea, sería una buena prueba de que el tiempo se puede manipular. ¡Sería todo por un simple ensayo científico!
― Sí claro, claro― Se rió el joven.
― Bueno― Dijo anotando en su diario ― La primera prueba será el día miércoles primero de marzo de mil novecientos veintidós a las diecisiete horas.    
El joven enfocó su mirada verde sobre las primeras notas, colocó sus dedos en posición, y cuando se sintió preparado, presionó la primera tecla. El tiempo se materializó a su alrededor, se volvió visible, móvil y manipulable. Las manecillas del reloj comenzaron a moverse, en la caja del piano apareció un rallón sobre su fina madera. Jamie no dejaba de sorprenderse, al ver como el tiempo transcurría velozmente delante de sus ojos, al compas de la melodía de Vivaldi. Cuando las manillas dieron veinticuatro vueltas, el joven dejó de tocar. Si las cosas habían funcionado bien era el día de mañana a la misma hora. El salón estaba vació y oscuro.  
Jamie se levantó del piano muy confundido. Salió de la casa del anciano y fue directo a comprar un diario.         
El diario tenía la siguiente fecha: jueves 2/03/1922, definitivamente era el día de mañana.
Jamie festejó con un sonoro: ¡SÍÍÍ!, y todos los de la tienda lo vieron extrañado. Pero no le importó, estaba muy emocionado. La maquina había funcionado, este debe ser el mayor invento que se haya creado en toda la historia humana.       
El mismo diario tenía los números de lotería: 26 – 30 – 05 – 12 – 44 – 33
Jamie memorizó los números por si el diario desaparecía al llevarlo al pasado.
Se sentó en el taburete, dejó el diario sobre el piano y se dispuso a tocar la canción en sentido contrario. El tiempo se volvió visible, y caminaba hacia atrás. La tinta del diario desapareció, al igual que el rallón en la caja del piano. 
Cuando tocó la última nota, la cual era la primera de la partitura, el tiempo dejó de andar, para estancarse en el presente.
Amedeo todavía estaba a su lado, con el diario en la mano:
― Y ¿Bien?, ¿No piensas tocar el piano así lo probamos?
Jamie miró al anciano extrañado, ¿De qué estaba hablando?
― ¡Ya lo he hecho!― El anciano lo miró extrañado, e incrédulo al mismo tiempo, creyendo que el chico se estaba burlando de él.
Jamie tomó el diario que había traído, el cual ahora estaba blanco.    
― He comprado un diario, pero al volver sus noticias desaparecieron ― Al decir esto el anciano le creyó, pegó un grito alegre y comenzó a correr desesperado, en su torpeza golpeó a uno de los relojes que estaban colgados en la pared, haciendo que este cayera sobre el piano y lo rayara en la caja de resonancia.  
― Oh, mierda, el piano.
Jamie miró el rayón con los ojos abiertos, su corazón casi se paraliza del estupor:
― Cuando viaje al futuro, vi esa ralladura, la misma, en el mismo lugar.
El anciano lo escuchó, casi tan impresionado como el joven.
― ¿Por qué el diario esta vacio?
― Porque aun no ha sido impreso, este es el diario de mañana― Le respondió el anciano.
Esa misma tarde fueron a sacar un boleto de lotería, con los números que Jamie había memorizado: 26 – 30 – 05 – 12 – 44 – 33.
Cuando llegó el día siguiente, esperaron con mucha ansía que comenzara la lotería, la escucharon por la radio, sin retirar los ojos del boleto.    
― veintiséis ― Comenzó a dictar el locutor de radio, mientras Jamie y Amedeo se emocionaban al ver que su primer numero coincidía, estaban seguros que serían ricos ― treinta y cinco…
― ¡¿QUÉ SUCEDE?!― Gritó sorprendido Amedeo al ver que el segundo número era distinto.
― Cuarenta, dieciocho― Continuó la voz.
Jamie sacudía su cabello negando con resignación.
― Esos no eran los números, los recuerdo bien.
Amadeo rompió el boleto enfadado, había fracasado.
― Ya no importa― Dijo ― El futuro es incierto, regido por el azar, estos números― Dijo mostrando el boleto roto― Fueron parte de un futuro, ahora estamos en otro futuro, esto es prueba de que existe el libre albedrió, no existe la predestinación, el futuro es aleatorio, y las decisiones que tomemos igual, ¿Nunca escuchaste a alguien decir me gustaría volver en el tiempo para deshacer lo que hice?, ¿Tomar otra decisión?, pues es posible, cada vez que viajemos encontraremos otro futuro, en uno que hayas decidido casarte, y tal vez otro en el que estés soltero, uno en el que seas doctor y otro en el que seas carpintero, porque lo que escribe nuestro futuro no es el destino sino nosotros mismos.   
  

4 comentarios:

  1. Je, je, je. Cuando el anciano le dice que para regresar al presente debe tocar la pieza al revés me hizo recordar el "Canon del Cangrejo" de J. S. Bach, una pieza única cuya particularidad es que si se toca al derecho o al revés suena igual. El único "palíndromo musical" (si existe otro que alguien me avise cuanto antes, je, je, je).

    Me pareció curiosa la idea de hacer una máquina del tiempo usando un piano, aunque sería un poco complicado moverlo si aparece en un sitio inadecuado. Je, je, je.

    La reflexión final es verdadera. Todo futuro es incierto y aunque se viaje hacia ese tiempo al regresar algo cambiará y será un futuro distinto. Lo mismo pasaría con el presente si se viaja al pasado. Moraleja: si viajan al pasado no toquen NADA ni hagan NADA, sino seremos esclavizados por hormigas gigantes. (?) Ja, ja, ja, ja, ja.

    Bonito cuento. Que tengas una bonita semana. ¡Saludos!

    PD.: ¡Ah! Antes de que me olvide: cuidado. "La cuatro estaciones" no son una sinfonía. Cada "estación" es un concierto. Las cuatro estaciones son las primeras cuatro de un conjunto de 12 conciertos. Más allá de estas cuatro son conocidas los siguientes dos conciertos puesto a que en las grabaciones se las incluye para ocupar más tiempo en los cd ("las cuatro estaciones" duran treinta minutos, quedando 50 minutos sin usarse [teniendo en cuenta que son discos de 700 mb, el disco estándar, hay otros que tienen más o menos capacidad]). Esos son -si mal no recuerdo- la "Tempestad del Mar" y "El Placer". Ya no te robo más tiempo. ¡Buenas tardes!

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    1. Hola Nahuel, gracias por leer y por tu comentario.

      La verdad tenía entendido que era una sinfonía, es bueno saber que estaba equivocada jeje.

      Buen comienzo de semana, SALUDOS!!

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  2. Un relato fluido, interesante y con una profunda reflexión sobre el sentido de la vida, esa que sólo nosotros podemos decidir vivirla a nuestro modo. Un placer leerte, y sí, me sumo a tus seguidores. Felicitaciones, besos!!!!

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    1. Bienvenida Myrian a mi blog!! me alegro que te gusten mis textos. UN SALUDO.

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