— ¿Qué
hacemos en el Lago? — Preguntó la agente Miller, mirando como su compañero
achinaba aun más sus ojos orientales al inspeccionar una rama partida.
— Una
mujer reportó escuchar ruidos extraños y gritos por la noche.
— ¿Eso
no es nada nuevo?, por algo lo llaman el Lago del Fantasma Negro, son leyendas
estúpidas, es casi como una tradición, los jóvenes en la noche de su graduación
vienen a pasar la noche en el bosque, para probar su valor. Son cuentos
solamente.
— ¿Viniste la noche de tu
graduación?, eso no se ve muy propio de ti, Miller — Le preguntó el agente
aguantando una risilla, incapaz de creer posible que Natalia se deje llevar por
leyendas populares.
— Claro que no, era una pérdida
de tiempo y lo sigue siendo.
— Yo sí vine con mis compañeros
de escuela — Confesó Mark Johnson tomando unas fotografías al suelo pantanoso.
Natalia Miller se cruzó de
brazos, mirando como el sol se posaba en medio del cielo, brillante y caliente.
— No me sorprende, suena a algo
que tu harías — Se volvió, sus ojos buscaron a su compañero, donde lo encontró
guardando una deshilachada tela gris en un folio de evidencia — ¿Encontraste
algo esa noche? — Le preguntó de manera mordaz, no quería burlarse de su
compañero, pero no pude evitar que su tono saliera petulante. Su compañero no
pareció molestarse por su pregunta, así que contestó con completa sinceridad.
— No sucedió nada — Le dijo
sonriendo — No vimos al fantasma negro.
— Como lo esperaba — Le respondió
victoriosa — Si tú mismo comprobaste algunos años atrás que es mentira, ¿Por
qué estamos aquí? — La pregunta salió con cierto fastidio, Natalia
verdaderamente no querían estar en ese lugar, ya que le parecía una completa
pérdida de tiempo.
— Los reportajes han aumentado en
el último mes. Y ya no son sólo adolescentes fumados que dicen haber visto
cosas extrañas, incluso hubieron cinco denuncias de pescadores, que dicen haber
golpeado con algo en el lago. Esta vez las cosas son distintas. Incluso hay una
persona desaparecida, Iván Abella, un pescador que nunca volvió del lago, su
canoa fue encontrada a las orillas vacía.
Miller se quedó un momento
callada, observando fijamente a su compañero, le parecía un chico muy ingenuo,
bastante supersticioso a decir verdad. Ella había visto cosas extrañas también,
desde que abrieron la unidad de casos especiales, había visto cosas
inexplicables, pero sin embargo todavía le costaba creer en todas esas cosas,
apenas podía comprenderlo, apenas podía aceptar la existencia de mutantes, se
repetía una y otra vez que tenía una explicación científica, que no era para
nada paranormal, pero sin embargo, por más que insistiera en la idea, le seguía
pareciendo increíblemente ridícula.
— Volvamos al laboratorio, ya
tengo toda la evidencia necesari…
— ¡Johnson!, espera un momento,
¡Mira aquí! — Miller corrió unos matorrales descubriendo del otro lado un
cadáver en el suelo.
El joven coreano se acercó a la
horrenda escena, observando como un cadáver de un anciano se hallaba muerto, su
camisa de pescador estaba rasgada en tres pedazos, como un tigre hubiera puesto
las zarpas sobre su pecho.
— ¿Ahora me crees que esta vez es
diferente? — Le preguntó Mark a su compañera, quien no respondió al sentirse,
por primera vez en su vida, avergonzada por ser tan escéptica a aceptar lo sobrenatural.
Esquivó la mirada de su compañero, como si no hubiera escuchado nada.
Mark se sintió de repente
culpable, pareciera que estuviera regañando a Miller, y él no tenía ningún
derecho en hacerlo.
— Lo siento — Agregó de inmediato
cabizbajo — No debería forzarte, con el tiempo iras aceptando lo que está
sucediendo. Debe ser difícil para ti.
— No — Negó Natalia — No te
disculpes — Una tímida sonrisa apareció en su rostro, luego volvió la vista al
cadáver, como si el tema hubiera finalizado en ese momento y ya no hubiera nada
más que hablar — Supongo que este debe ser Iván Abella — Voceó refiriéndose al
cadáver.
De vuelta en el laboratorio, el
cadáver fue reconocido como Iván Abella, y la muerte fue causada por las
incisiones en su pecho, que lo desangró hasta la muerte.
El cuerpo se hallaba reposando
sobre la mesa forense, mientras Mark le hacía la autopsia, Miller solo se
quedaba sentada en el escritorio mirando a su compañero trabajar, nunca lo admitiría
en voz alta, pero admiraba a Mark Johnson, lo inteligente y valiente que era, y
lo que más le sorprendía de él era esa capacidad que poseía de mantenerse
calmado, incluso en los peores momentos. Al principio era envidia lo que
sentía, pero con el tiempo se convirtió en mera admiración. Por momentos tenía
la sensación que el equipo sólo era conformado por Mark y que ella era un
simple estorbo, pero su orgullo la obligaba, por momentos, a discutir con Mark,
quería dejarlo en ridículo, superarlo de alguna manera, pero siempre él
terminaba teniendo razón, nunca se equivocaba con una corazonada. Le era tan
frustrante.
El rechinar de una puerta
interrumpió el pensamiento de la agente, levantó la vista, viendo como el jefe
de policías entraba al laboratorio acompañado de un joven.
— Les presentó a Alban Hamill, un
joven graduado con honores de la universidad de ciencias de Londres, hizo una
carrera de ocho años en tres, un verdadero genio — René García alababa al
joven, con fascinación brillante en los ojos. El muchacho tenía las mejillas
enrojecidas, parecía que se avergonzaba por la festiva presentación. Natalia lo
contempló cuidadosamente, el chico parecía tener unos años menos que ella, su cabello
tenía el color del chocolate, y sus ojos tenían un matiz extraño de descifrar,
eran entre verdes olivas y un azul perlado, tenía una belleza extraña.
— ¿Alban Hamill? — Le interrumpió
Mark Johnson, en su pregunta se deslumbró cierto reconocimiento en dicho nombre
— Leí tu tesis sobre la mutación a nivel celular, ¿Es por eso que estas aquí?
Natalia miró de Mark a Alban, su
compañero era muy perspicaz.
— Tienes razón — Habló por
primera vez Alban Hamill, su voz intentaba ser era tranquila y serena, pero se
notaba cierto nerviosismo por debajo — Los…los mutantes de Penynton no son un
secreto, el consejo universitario convocó a los mejores estudiantes de todo el
mundo a realizar una prueba de aptitud, y…y… el ganador sería asignado a la
unidad especial — El chico tartamudeaba un poco, se lo veía intimidado por la
presencia de Mark Johnson.
— ¿Supongo que tu sacaste el
mejor promedio? — Le preguntó Natalia, aunque la respuesta era obvia.
— Por eso estoy aquí — Respondió
Alban, sin una pizca de soberbia en su voz.
— Entonces, bienvenido — Mark le
extendió la mano para que el universitario la estrechara, Natalia Miller
conocía muy bien a su compañero para saber que algo en el joven no le agradaba, sus ojos orientales estaban
levemente entrecerrados, su mandíbula se mantenía recta y sus cejas se alzaban
expectantes, intentando descubrir algo en el chico nuevo.
Alban estiró su muñeca, y recibió
el apretón educadamente.
— Gracias, espero serles de
ayuda.
— Bueno, ya los he presentado —
René García, el jefe policía, ignoraba la tensión que se había levantado en el
ambiente, su estúpida sonrisa denotaba que tan emocionado se encontraba por la
presencia del joven científico, era un
miembro honorable que sería incorporado a su jurisdicción, no podía
sentirse más emocionado al respecto— A partir de ahora el señor Hamill, será
parte de la unidad especial, estoy seguro que les será de mucha ayuda.
Necesitamos a alguien como él para resolver toda esta alocada situación, estoy
seguro que él hará algo al respecto con su prestigioso cerebro. Cuídalo Mark
Johnson, lo dejo a tu cuidado — Algo en las palabras de García inquietaron a
Johnson, Natalia lo vio fruncir el ceño.
— Tsk —Gruñó Johnson inconscientemente.
Nunca se había sentido de esta manera, ¿Ahora tendría que ser niñero de un
mocoso?, la idea le hacía verse viejo, seguramente el niño no tendría más de
veintiún años, le parecía tan ridículo que un crio tuviera tantos honores y
expectativas sobre él. Los treinta le estaban pisando los talones, y aunque no
quisiera admitirlo, le molestaba el hecho de que Natalia pudiera ver más
atractivo al mocoso que a él, ella apenas había cumplido los veinticuatro años.
— Bueno — Exclamó Alban luego de
que René los dejara solos en el laboratorio — ¿Cual es el caso que investigan
ahora? — Sus ojos pasearon por el cuerpo de Iván Abella, quien reposaba frio y
pálido sobre el metal de la mesa forense.
— Él es Iván Abella, un pescador
que apareció muerto en el lago — Le informó Natalia, quien no dejaba de mirar
al joven con cierta admiración, cuya adoración ponía aun de más mal humor a
Johnson.
“Con Hamill aquí, soy invisible
ante los ojos de Natalia”, Johnson se sintió culpable por pensar de esa manera,
pero no lo podía evitar. Al fin y al cabo el que estaba actuando como un mocoso
era él y no Alban.
— ¿Cuál es la evidencia recogida
en la escena del crimen?
Johnson le mostró las imágenes
tomadas y el pedazo de tela que recogió del fango.
— Esta fotografía es la más
relevante — Mark habló alcanzándole una imagen donde se veía una huella de
dedos rectos como conos, hundida en el barro.
— Es la huella de un reptil —
Aclaró Alban mirando con sus ojos lúcidos — Posiblemente de un cocodrilo de dos
metros, o más.
— No hay cocodrilos en el lago —
Informó Natalia, parándose cerca del joven, para mirar la fotografía con él —
Sólo algunas lagartijas.
— Entonces ahí tienes tu
respuesta — Dijo Alban sonriéndole atractivamente — Lo que estamos buscando es
a un hombre-lagarto.
— ¿Tú crees? — Le preguntó
Natalia respondiéndole con otra sonrisa coqueta — Eso tiene mucho sentido.
— ¿En serio? — Les interrumpió
Johnson totalmente incrédulo — ¿Le crees así de fácil?, a mí siempre me
discutes con que dijo muchas fantasías y todo eso — Podía sentir como le
escocía la nuca con un sentimiento que nunca antes había sentido.
— Es que lo que dice Alban suena
muy convincente — Las mejillas de Natalia se habían encendido como dos fogatas.
Mark frunció el ceño y tuvo que
hacer uso de una gran fuerza de voluntad para no responder algo que seguramente
se arrepentiría minutos más tarde, sólo se limitó a suspirar resignado.
— Veamos la siguiente evidencia —
Dijo Alban de inmediato, intentando continuar con la investigación ignorando la
atmosfera tensa que se había formado de repente.
— Este pedazo de trapo — Dijo
Natalia alcanzándole la bolsa.
— No es un trapo, es piel de
réptil, seguramente de serpiente — Le corrigió Johnson — Pero como buscamos a
un “hombre-lagarto”, posiblemente no sirva de mucho…
— Te equivocas — Lo interrumpió
el muchacho intentando sonar lo más educado posible, aunque no le salió muy
bien — Los lagartos también mudan de piel.
— Esta bien, niño genio — El
agenten sonaba irritado — ¿Qué propones que hagamos?
Alban se mantuvo unos segundos en
silencio, era obvio que al corregir a Mark, el agente se había sentido
humillado delante de su compañera, y ahora era su momento de ser humillado,
debía contestar con cuidado, esta pregunta era una prueba.
— Teniendo en cuenta las pruebas
recaud…
— Estuve investigando por mi
cuenta… — Lo interrumpió Natalia Miller de inmediato, mientras recogía del
escritorio un par de papeles impresos — Antes de actuar debemos asegurarnos
bien a que nos enfrentamos — Dijo dándole una mirada penitente a su compañero,
por estar actuando de una forma tan poco común de él, Mark Johnson al sentirse
regañado frunció aun más el ceño, este era uno de sus peores días — Hay una
cabaña cerca del lago, un anciano llamado Emilio Díaz, vive allí, creo que
deberíamos visitarlo.
— Estoy de acuerdo — Afirmó
Alban, dejando escapar el aire que estaba reteniendo, era mucha tensión en su
primer día, era obvio que Mark Johnson, su jefe, se había llevado una muy mala
primera impresión de él.
— ¡¿Emilio Díaz?! ¿Se encuentra
en casa?— Preguntó la agente Miller al tocar a la puerta, los tres habían
viajado en el auto de Mark, en silencio hasta la cabaña del anciano
solitario.
Nadie respondió del otro lado.
Natalia miró por encima del hombro a su compañero Mark, pidiéndole ayuda
silenciosamente.
El agente Johnson empujó la
puerta, y esta sin resistirse se abrió de par en par. Dentro la casa se hallaba
vacía y desordenada.
— Parece que por aquí hubiera
pasado un tornado — Murmuró Natalia al ojear las condiciones en las que se
encontraba la sala, los sillones dados vuelta y las cortinas rasgadas en varias
piezas.
— No, un tornado no — Agregó
Alban — Un hombre-lagarto.
Mark Johnson no pudo evitar
blanquear los ojos con fastidio, no importara que fuera lo que Hamill dijera,
solo escuchar su serena voz le sacaba de quicios. Ignorando lo siguiente que
estaba por decir el chico, se adentró en la casa, buscando signos del anciano o
del mutante. Llegó hasta el baño, donde encontró el espejó roto, y manchado en
sangre, como si alguien hubiera estrellado su puño en él.
— ¿Qué habrá pasado aquí? —
Preguntó Miller, al ver que por el suelo se encontraba más de esa piel mudada.
— Aquí se llevó a cabo la
transformación — Le aclaró Johnson armando en su cabeza la escena, se imaginó a
Emilio viéndose en el espejo y sin poder detener lo que le sucedía rompió el
espejo asustado — ¿Esto quiere decir que durante la transformación fue
consiente?— sus últimos momentos como humano, fue consciente de su cambio,
¿Habrá sufrido?, ¿En qué momento perdió su humanidad?
— No está aquí — Informó Alban,
llevándolos hacía la cocina para mostrarles su descubrimiento — Huyó por aquí —
La puerta trasera estaba destruida, y unas pisadas se extendían por la tierra
del patio, las mismas que encontraron en la escena del crimen.
— Se dirigen hacia el río —
Reconoció Johnson la dirección — Eso aclara quien atacó al pescador.
— Todavía debe estar en el lago,
cuando fuimos a la mañana se habrá escondido de nosotros — Supuso Miller.
— Entonces debemos volver al
lago.
Mark caminó hasta su auto, y
abriendo la puerta de su baúl, descubrió en su interior un fusil, lo tomó y se
lo extendió a su compañera.
— Está cargado con la misma
anestesia que usamos para dormir al alacrán.
Miller tomó el arma entre sus
manos y la revisó, comprobando que todo estuviera en orden.
— Ahora no te expondrás tanto
para dormirlo — Le dijo Mark, mirándola protectoramente. Alban observó la
expresión de Mark al mirar a su compañera, y su mente se movió inquieta,
creando hipótesis, ¿Acaso su jefe, Johnson, escondía algún sentimiento hacía la
agente Miller?, esto le dio cierta curiosidad, pero decidió que ahora mismo lo
olvidaría, y más adelante se encargaría de averiguar qué sucedía entre estos
dos, tal vez no debía inmiscuirse en relaciones ajenas, pero no podía evitarlo,
le divertía.
La agente asintió a las palabras
de su compañero, y aferrando el arma tranquilizante con fuerza, los tres
salieron al patio, caminando en dirección al lago.
Al llegar, el lago se veía
tranquilo, como dormido.
— Parece que aquí no hay nadie —
Murmuró Natalia.
— Se está escondiendo — Le aclaró
Hamill — Los lagartos se alimentan de roedores, podríamos usarlos como carnada
y de esa manera atraerlo — Propuso hablando en un tono bajo, ya que la mirada
de Mark sobre él le era intimidante.
— Esta bien, inténtemelo — Dijo
el agente sin ninguna expresión en su voz. Albans de sorprendió que su jefe hubiera
aceptado la idea de inmediato, sin cuestionamientos.
Johnson y Hamill usaron de
carnada algunos roedores muertos, con la intensión de atraer al mutante. Los
apilaron cerca del lago, y escondiéndose detrás de un bote de madera, esperaron
a que el culpable del asesinato se acercara.
Pasó una hora y media cuando
sintieron agitación en las aguas del lago, parecía que el mutante se decidió a
salir.
Y Hamill tenía razón, esta vez se
estaban enfrentando a un hombre-lagarto, un réptil de casi dos metros salió
caminando del lago en sus dos patas traseras, sus dedos terminaban en curvadas
garras, todo su cuerpo era cubierto por una áspera y rugosa piel verde oliva,
todavía habían en él huellas de que en el pasado había sido humano, estaba la
forma de su torso, sus brazos largos y ágiles, pero el resto era un reptil,
incluso su rostro, llenó de duras escamas y dientes como espinas.
El mutante caminó hasta la
carnada, ignorante de que lo observaban desde un bote cercano.
— Desde aquí no puedo acertarle —
Refunfuñó Natalia, mirando a través de la mira, donde el tronco de un árbol se
interponía entre ella y su objetivo. Se levantó sigilosamente del lugar en
donde estaban vigilando, y caminando, paso a paso, procuró acercarse lo más posible
antes de hacer un tiro, no quería fallar, ya que fallar podría significar la
diferencia entre la vida o muerte.
— Miller — Mark la llamó en voz
baja, pero ella ignoró su voz — Regresa aquí, es peligroso — Mark se removió en
su lugar, pensando porque le había tocado una compañera tan desobediente, debía
admitir que era valiente hasta en la última de sus hebras, pero en estos
momentos no necesitaba una demostración de su grande valía.
La agente dio otro paso, y
accidentalmente pisó una rama, que crujió llamando la atención del enorme
lagarto. Los ojos amarillos se clavaron en la joven. El mutante reaccionó de inmediato al verse
amenazado, se levantó a una velocidad atérrate de la carnada y saltó en
dirección a Natalia.
La chica no tenía el tiempo
suficiente de huir, se encontraba muy cerca como para esquivarlo, entonces la
única opción que tenía era dispararle, y así lo hizo.
El proyectil en forma de jeringa
salió volando de la boca del rifle, chillando agudamente al nadar por el aire,
en dirección a su objetivo, pero nunca llegó, la aguja se hundió en la tierra,
mientras el lagarto seguía su camino hacia la agente.
Natalia rebuscó en su bolsillo
otro proyectil, pero no tuvo tiempo de cargarlo en el arma, el lagarto mutante
ya había llegado hasta ella, extendiendo sus garras para herirla.
Natalia se cubrió con la culata
de madera del fusil, haciéndole de escudo de las garras del mutante, quien la
atacaba insistentemente, una y otra vez. La bestia era mucho más fuerte que
ella, y sin poder contrarrestar su peso, calló hacía atrás. Su espalda chocó
contra el fango, infiltrándose la humedad en la tela de su ropa. El lagarto,
encima de la agente, ahora le era fácil acabar con ella, solo debía propinar
otro de sus zarpazos. Levantó sus garras en alto, y cuando se dispuso a
bajarlas, un fuerte y punzante dolor le mordió las costillas, obligándolo a
rodar de lado, liberando a Natalia Miller.
La agente levantó la vista, con
el corazón palpitante, y el terror alojado en su pecho, había estado cerca de
la muerte, y fue cuando vio a su compañero Mark Johnson, con su revólver en
alto, había disparado al mutante sin pensarlo dos veces, no dejaría a su
compañera morir.
Mark sin perder tiempo corrió
junto a Miller, y tomando el rifle tranquilizante en sus manos, apuntó y
disparó. Un proyectil tranquilizante se hundió en la piel del lagarto, quien se
agitaba enfurecido por haber sido herido. Segundos después cayó en los efectos
de la anestesia y se durmió.
Mark, aprovechando que el lagarto
todavía seguía anestesiado, en su laboratorio se encargó de sustraerle la bala
del pecho y curar su herida.
Pusieron a Emilio Díaz, ahora el
hombre-lagarto, en una celda junto al hombre-alacrán. Quien fue despertando de
su sueño lentamente, y al verse encerrado luchó contra las barras de metal, en
vano, intentando huir.
— Bien hecho — Lo elogió René
García, golpeteando el hombro del oriental.
— Fue un trabajo en equipo — Le
respondió este echándole una mirada condescendiente a Miller y otra a Hamill,
quien ahora era parte del equipo, todavía le quedaba mucho por aprender, pero
si no ponía su mejor disposición, nunca sería un buen maestro para él.
René García luego de agradecerles
y recomendarles que sigan trabajando así de duro, se marchó dejando al equipo
solo.
— No quiero que vuelvas a
arriesgarte de esa manera — Mark reprendió a Natalia sonando duro, pero sentía
que debía hacerlo.
— Lo siento, puse a todo el
equipo en peligro — Se disculpó cabizbaja.
— Ese no es el verdadero
problema. Corriste peligro — Esta vez su voz se había suavizado, y sus palabras
parecían esconder mucho más significado del que aparentaban.
Miller levantó sus ojos
ambarinos, y carraspeó sin saber que responderle, sus mejillas se habían teñido
en rojo, sintiendo las palabras de su compañero mucho más íntimas de lo que
intentaban ser.
Mark captó la incomodidad de su
compañera y regalándole una sonrisa intentó tranquilizarla.
— Ve a descansar. Necesitas
recomponerte luego de esa batalla.
Miller asintió a sus palabras y
luego de despedirse subió por las escaleras desapareciendo del recinto de
mutantes.
— Lo siento — Dijo Mark de
repente.
Hamill se sorprendió por la
repentina disculpa.
— No debí despreciarte de aquella
manera, eres joven pero no un estúpido. Tienes un gran futuro por delante. Me
enorgullece prepararte en esta unidad.
— Yo…he...mm — Alban tartamudeó
nervioso, la presencia del agente Johnson era intimidante en cierta manera,
demandando un respeto inquebrantable a su persona— Aprecio… mucho sus palabras.
Lo admiro, por cierto, nunca quise faltarle el respeto ni humillarlo.
— Lo sé — Mark palmeó el hombro
de Hamill de manera paternal y se encaminó hacia la escalera — Tómate el día
libre, tengo que trabajar en la cura.
— ¿En la cura? — Los ojos del
muchacho brillaron con emoción — ¿No le molestaría… si… si… yo… lo ayudo?
Mark se paró en la escalera, y
mirándolo desde lo alto asintió en aprobación.
— Pero si me eres de estorbo juro
que…
— No, no lo seré, ¡Lo prometo! —
Y con una enorme sonrisa plasmada en su rostro, Alban subió la escalera
pisándole los talones a su jefe.
buenisimo......
ResponderEliminarGracias Edgar por leer, me alegro que te haya gustado el relato.
EliminarUn saludo.
Interesante capítulo. Parece que Mark se puso un poco celoso. Je, je, je, je. Ahora hay un nuevo integrante en el equipo, pueden que pronto den con la solución ante la aparición de tanta criatura extraña. Sólo espero que no tenga nada que ver con los Iluminatis. Jue, je, je.
ResponderEliminarMe dio gracia la imagen que escogiste de la criatura, un poco más recto y musculoso ya se parecería a un supuesto Repitiliano (sí, los que crearon esa fábula tienen muy poca imaginación. Je, je.). Eso si, si te aparece de repente algo así toda la gracia desaparece y uno se convierte en otra cosa también... una estatua de piedra. Ja, ja, ja.
Ya quisiera ver un relato con una criatura que recordé apenas comencé a leer éste: el demonio (o diablo) de Jersey. Una criatura que por su forma es bastante graciosa, aunque en su momento sembró terror en el estado de New Jersey a principios del siglo pasado. Su ilustración es bastante conocida dentro de la criptozoología... aunque parece el dibujo de un caricaturista muy malo. Je, je, je.
Que tengas una bonita semana. ¡Saludos!
Gracias por leer y comentar.
EliminarNo conocía ese montruo del demonio de Jersey, lo busqué en google y es muy raro, una mezcla de varias cosas, voy a ver donde lo meto jaja.
Un saludo.
Felicidades compañera y amiga me enganchaste con esta historia muy buena tu entrada y que la imaginacion debe estar presente en tus protagonistas
ResponderEliminarGracias Ana María, me alegro que te haya gustado la historia.
EliminarUn saludo
Miller estaba equivocada y a la vez tenía razón. Debió considerar que una mutación podía ser confundida con un hecho sobrenatural, no debió desechar que pasar algo así. Y la vez tenía razón ya que no era algo sobrenatural.
ResponderEliminarInteresante intercambio de reproches, demostrando ante un tercero que hay una atracción entre los dos. Buen recurso.
Y buen tópico del nuevo que despierta celos, profesionales y de los otros.
Que buena historia.
Una buena semana para vos. Besos.
Gracias por leer y comentar.
EliminarEl nuevo personaje presenta una amenaza para Mark tanto profesional como amorosa.
Un saludo.