jueves, 14 de abril de 2016

Aguas turbias


                — ¿Qué hacemos en el Lago? — Preguntó la agente Miller, mirando como su compañero achinaba aun más sus ojos orientales al inspeccionar una rama partida.
                — Una mujer reportó escuchar ruidos extraños y gritos por la noche.
                — ¿Eso no es nada nuevo?, por algo lo llaman el Lago del Fantasma Negro, son leyendas estúpidas, es casi como una tradición, los jóvenes en la noche de su graduación vienen a pasar la noche en el bosque, para probar su valor. Son cuentos solamente.  
— ¿Viniste la noche de tu graduación?, eso no se ve muy propio de ti, Miller — Le preguntó el agente aguantando una risilla, incapaz de creer posible que Natalia se deje llevar por leyendas populares.
— Claro que no, era una pérdida de tiempo y lo sigue siendo. 
— Yo sí vine con mis compañeros de escuela — Confesó Mark Johnson tomando unas fotografías al suelo pantanoso.
Natalia Miller se cruzó de brazos, mirando como el sol se posaba en medio del cielo, brillante y caliente.
— No me sorprende, suena a algo que tu harías — Se volvió, sus ojos buscaron a su compañero, donde lo encontró guardando una deshilachada tela gris en un folio de evidencia — ¿Encontraste algo esa noche? — Le preguntó de manera mordaz, no quería burlarse de su compañero, pero no pude evitar que su tono saliera petulante. Su compañero no pareció molestarse por su pregunta, así que contestó con completa sinceridad.
— No sucedió nada — Le dijo sonriendo — No vimos al fantasma negro.
— Como lo esperaba — Le respondió victoriosa — Si tú mismo comprobaste algunos años atrás que es mentira, ¿Por qué estamos aquí? — La pregunta salió con cierto fastidio, Natalia verdaderamente no querían estar en ese lugar, ya que le parecía una completa pérdida de tiempo.      
— Los reportajes han aumentado en el último mes. Y ya no son sólo adolescentes fumados que dicen haber visto cosas extrañas, incluso hubieron cinco denuncias de pescadores, que dicen haber golpeado con algo en el lago. Esta vez las cosas son distintas. Incluso hay una persona desaparecida, Iván Abella, un pescador que nunca volvió del lago, su canoa fue encontrada a las orillas vacía.        
Miller se quedó un momento callada, observando fijamente a su compañero, le parecía un chico muy ingenuo, bastante supersticioso a decir verdad. Ella había visto cosas extrañas también, desde que abrieron la unidad de casos especiales, había visto cosas inexplicables, pero sin embargo todavía le costaba creer en todas esas cosas, apenas podía comprenderlo, apenas podía aceptar la existencia de mutantes, se repetía una y otra vez que tenía una explicación científica, que no era para nada paranormal, pero sin embargo, por más que insistiera en la idea, le seguía pareciendo increíblemente ridícula.   
— Volvamos al laboratorio, ya tengo toda la evidencia necesari…
— ¡Johnson!, espera un momento, ¡Mira aquí! — Miller corrió unos matorrales descubriendo del otro lado un cadáver en el suelo.
El joven coreano se acercó a la horrenda escena, observando como un cadáver de un anciano se hallaba muerto, su camisa de pescador estaba rasgada en tres pedazos, como un tigre hubiera puesto las zarpas sobre su pecho.    
— ¿Ahora me crees que esta vez es diferente? — Le preguntó Mark a su compañera, quien no respondió al sentirse, por primera vez en su vida, avergonzada por ser tan escéptica a aceptar lo sobrenatural. Esquivó la mirada de su compañero, como si no hubiera escuchado nada.    
Mark se sintió de repente culpable, pareciera que estuviera regañando a Miller, y él no tenía ningún derecho en hacerlo.
— Lo siento — Agregó de inmediato cabizbajo — No debería forzarte, con el tiempo iras aceptando lo que está sucediendo. Debe ser difícil para ti.
— No — Negó Natalia — No te disculpes — Una tímida sonrisa apareció en su rostro, luego volvió la vista al cadáver, como si el tema hubiera finalizado en ese momento y ya no hubiera nada más que hablar — Supongo que este debe ser Iván Abella — Voceó refiriéndose al cadáver.
De vuelta en el laboratorio, el cadáver fue reconocido como Iván Abella, y la muerte fue causada por las incisiones en su pecho, que lo desangró hasta la muerte.      
El cuerpo se hallaba reposando sobre la mesa forense, mientras Mark le hacía la autopsia, Miller solo se quedaba sentada en el escritorio mirando a su compañero trabajar, nunca lo admitiría en voz alta, pero admiraba a Mark Johnson, lo inteligente y valiente que era, y lo que más le sorprendía de él era esa capacidad que poseía de mantenerse calmado, incluso en los peores momentos. Al principio era envidia lo que sentía, pero con el tiempo se convirtió en mera admiración. Por momentos tenía la sensación que el equipo sólo era conformado por Mark y que ella era un simple estorbo, pero su orgullo la obligaba, por momentos, a discutir con Mark, quería dejarlo en ridículo, superarlo de alguna manera, pero siempre él terminaba teniendo razón, nunca se equivocaba con una corazonada. Le era tan frustrante.  
El rechinar de una puerta interrumpió el pensamiento de la agente, levantó la vista, viendo como el jefe de policías entraba al laboratorio acompañado de un joven.
— Les presentó a Alban Hamill, un joven graduado con honores de la universidad de ciencias de Londres, hizo una carrera de ocho años en tres, un verdadero genio — René García alababa al joven, con fascinación brillante en los ojos. El muchacho tenía las mejillas enrojecidas, parecía que se avergonzaba por la festiva presentación. Natalia lo contempló cuidadosamente, el chico parecía tener unos años menos que ella, su cabello tenía el color del chocolate, y sus ojos tenían un matiz extraño de descifrar, eran entre verdes olivas y un azul perlado, tenía una belleza extraña.    
— ¿Alban Hamill? — Le interrumpió Mark Johnson, en su pregunta se deslumbró cierto reconocimiento en dicho nombre — Leí tu tesis sobre la mutación a nivel celular, ¿Es por eso que estas aquí?  
Natalia miró de Mark a Alban, su compañero era muy perspicaz.   
— Tienes razón — Habló por primera vez Alban Hamill, su voz intentaba ser era tranquila y serena, pero se notaba cierto nerviosismo por debajo — Los…los mutantes de Penynton no son un secreto, el consejo universitario convocó a los mejores estudiantes de todo el mundo a realizar una prueba de aptitud, y…y… el ganador sería asignado a la unidad especial — El chico tartamudeaba un poco, se lo veía intimidado por la presencia de Mark Johnson.  
— ¿Supongo que tu sacaste el mejor promedio? — Le preguntó Natalia, aunque la respuesta era obvia.
— Por eso estoy aquí — Respondió Alban, sin una pizca de soberbia en su voz.
— Entonces, bienvenido — Mark le extendió la mano para que el universitario la estrechara, Natalia Miller conocía muy bien a su compañero para saber que algo en el joven  no le agradaba, sus ojos orientales estaban levemente entrecerrados, su mandíbula se mantenía recta y sus cejas se alzaban expectantes, intentando descubrir algo en el chico nuevo.
Alban estiró su muñeca, y recibió el apretón educadamente.        
— Gracias, espero serles de ayuda.       
— Bueno, ya los he presentado — René García, el jefe policía, ignoraba la tensión que se había levantado en el ambiente, su estúpida sonrisa denotaba que tan emocionado se encontraba por la presencia del joven científico, era un  miembro honorable que sería incorporado a su jurisdicción, no podía sentirse más emocionado al respecto— A partir de ahora el señor Hamill, será parte de la unidad especial, estoy seguro que les será de mucha ayuda. Necesitamos a alguien como él para resolver toda esta alocada situación, estoy seguro que él hará algo al respecto con su prestigioso cerebro. Cuídalo Mark Johnson, lo dejo a tu cuidado — Algo en las palabras de García inquietaron a Johnson, Natalia lo vio fruncir el ceño. 
— Tsk —Gruñó Johnson inconscientemente. Nunca se había sentido de esta manera, ¿Ahora tendría que ser niñero de un mocoso?, la idea le hacía verse viejo, seguramente el niño no tendría más de veintiún años, le parecía tan ridículo que un crio tuviera tantos honores y expectativas sobre él. Los treinta le estaban pisando los talones, y aunque no quisiera admitirlo, le molestaba el hecho de que Natalia pudiera ver más atractivo al mocoso que a él, ella apenas había cumplido los veinticuatro años.
— Bueno — Exclamó Alban luego de que René los dejara solos en el laboratorio — ¿Cual es el caso que investigan ahora? — Sus ojos pasearon por el cuerpo de Iván Abella, quien reposaba frio y pálido sobre el metal de la mesa forense.   
— Él es Iván Abella, un pescador que apareció muerto en el lago — Le informó Natalia, quien no dejaba de mirar al joven con cierta admiración, cuya adoración ponía aun de más mal humor a Johnson.     
“Con Hamill aquí, soy invisible ante los ojos de Natalia”, Johnson se sintió culpable por pensar de esa manera, pero no lo podía evitar. Al fin y al cabo el que estaba actuando como un mocoso era él y no Alban.     
— ¿Cuál es la evidencia recogida en la escena del crimen?
Johnson le mostró las imágenes tomadas y el pedazo de tela que recogió del fango.
— Esta fotografía es la más relevante — Mark habló alcanzándole una imagen donde se veía una huella de dedos rectos como conos, hundida en el barro.
— Es la huella de un reptil — Aclaró Alban mirando con sus ojos lúcidos — Posiblemente de un cocodrilo de dos metros, o más.
— No hay cocodrilos en el lago — Informó Natalia, parándose cerca del joven, para mirar la fotografía con él — Sólo algunas lagartijas.
— Entonces ahí tienes tu respuesta — Dijo Alban sonriéndole atractivamente — Lo que estamos buscando es a un hombre-lagarto.
— ¿Tú crees? — Le preguntó Natalia respondiéndole con otra sonrisa coqueta — Eso tiene mucho sentido.
— ¿En serio? — Les interrumpió Johnson totalmente incrédulo — ¿Le crees así de fácil?, a mí siempre me discutes con que dijo muchas fantasías y todo eso — Podía sentir como le escocía la nuca con un sentimiento que nunca antes había sentido.
— Es que lo que dice Alban suena muy convincente — Las mejillas de Natalia se habían encendido como dos fogatas.
Mark frunció el ceño y tuvo que hacer uso de una gran fuerza de voluntad para no responder algo que seguramente se arrepentiría minutos más tarde, sólo se limitó a suspirar resignado.    
— Veamos la siguiente evidencia — Dijo Alban de inmediato, intentando continuar con la investigación ignorando la atmosfera tensa que se había formado de repente.  
— Este pedazo de trapo — Dijo Natalia alcanzándole la bolsa.  
— No es un trapo, es piel de réptil, seguramente de serpiente — Le corrigió Johnson — Pero como buscamos a un “hombre-lagarto”, posiblemente no sirva de mucho…
— Te equivocas — Lo interrumpió el muchacho intentando sonar lo más educado posible, aunque no le salió muy bien — Los lagartos también mudan de piel.
— Esta bien, niño genio — El agenten sonaba irritado — ¿Qué propones que hagamos?  
Alban se mantuvo unos segundos en silencio, era obvio que al corregir a Mark, el agente se había sentido humillado delante de su compañera, y ahora era su momento de ser humillado, debía contestar con cuidado, esta pregunta era una prueba.
— Teniendo en cuenta las pruebas recaud…
— Estuve investigando por mi cuenta… — Lo interrumpió Natalia Miller de inmediato, mientras recogía del escritorio un par de papeles impresos — Antes de actuar debemos asegurarnos bien a que nos enfrentamos — Dijo dándole una mirada penitente a su compañero, por estar actuando de una forma tan poco común de él, Mark Johnson al sentirse regañado frunció aun más el ceño, este era uno de sus peores días — Hay una cabaña cerca del lago, un anciano llamado Emilio Díaz, vive allí, creo que deberíamos visitarlo.  
— Estoy de acuerdo — Afirmó Alban, dejando escapar el aire que estaba reteniendo, era mucha tensión en su primer día, era obvio que Mark Johnson, su jefe, se había llevado una muy mala primera impresión de él.    

— ¡¿Emilio Díaz?! ¿Se encuentra en casa?— Preguntó la agente Miller al tocar a la puerta, los tres habían viajado en el auto de Mark, en silencio hasta la cabaña del anciano solitario. 
Nadie respondió del otro lado. Natalia miró por encima del hombro a su compañero Mark, pidiéndole ayuda silenciosamente.   
El agente Johnson empujó la puerta, y esta sin resistirse se abrió de par en par. Dentro la casa se hallaba vacía y desordenada.  
— Parece que por aquí hubiera pasado un tornado — Murmuró Natalia al ojear las condiciones en las que se encontraba la sala, los sillones dados vuelta y las cortinas rasgadas en varias piezas.
— No, un tornado no — Agregó Alban — Un hombre-lagarto.
Mark Johnson no pudo evitar blanquear los ojos con fastidio, no importara que fuera lo que Hamill dijera, solo escuchar su serena voz le sacaba de quicios. Ignorando lo siguiente que estaba por decir el chico, se adentró en la casa, buscando signos del anciano o del mutante. Llegó hasta el baño, donde encontró el espejó roto, y manchado en sangre, como si alguien hubiera estrellado su puño en él.
— ¿Qué habrá pasado aquí? — Preguntó Miller, al ver que por el suelo se encontraba más de esa piel mudada.
— Aquí se llevó a cabo la transformación — Le aclaró Johnson armando en su cabeza la escena, se imaginó a Emilio viéndose en el espejo y sin poder detener lo que le sucedía rompió el espejo asustado — ¿Esto quiere decir que durante la transformación fue consiente?— sus últimos momentos como humano, fue consciente de su cambio, ¿Habrá sufrido?, ¿En qué momento perdió su humanidad?
— No está aquí — Informó Alban, llevándolos hacía la cocina para mostrarles su descubrimiento — Huyó por aquí — La puerta trasera estaba destruida, y unas pisadas se extendían por la tierra del patio, las mismas que encontraron en la escena del crimen. 
— Se dirigen hacia el río — Reconoció Johnson la dirección — Eso aclara quien atacó al pescador.
— Todavía debe estar en el lago, cuando fuimos a la mañana se habrá escondido de nosotros — Supuso Miller.    
— Entonces debemos volver al lago.
Mark caminó hasta su auto, y abriendo la puerta de su baúl, descubrió en su interior un fusil, lo tomó y se lo extendió a su compañera.
— Está cargado con la misma anestesia que usamos para dormir al alacrán. 
Miller tomó el arma entre sus manos y la revisó, comprobando que todo estuviera en orden. 
— Ahora no te expondrás tanto para dormirlo — Le dijo Mark, mirándola protectoramente. Alban observó la expresión de Mark al mirar a su compañera, y su mente se movió inquieta, creando hipótesis, ¿Acaso su jefe, Johnson, escondía algún sentimiento hacía la agente Miller?, esto le dio cierta curiosidad, pero decidió que ahora mismo lo olvidaría, y más adelante se encargaría de averiguar qué sucedía entre estos dos, tal vez no debía inmiscuirse en relaciones ajenas, pero no podía evitarlo, le divertía.       
La agente asintió a las palabras de su compañero, y aferrando el arma tranquilizante con fuerza, los tres salieron al patio, caminando en dirección al lago.
Al llegar, el lago se veía tranquilo, como dormido.
— Parece que aquí no hay nadie — Murmuró Natalia.
— Se está escondiendo — Le aclaró Hamill — Los lagartos se alimentan de roedores, podríamos usarlos como carnada y de esa manera atraerlo — Propuso hablando en un tono bajo, ya que la mirada de Mark sobre él le era intimidante.
— Esta bien, inténtemelo — Dijo el agente sin ninguna expresión en su voz. Albans de sorprendió que su jefe hubiera aceptado la idea de inmediato, sin cuestionamientos.     
Johnson y Hamill usaron de carnada algunos roedores muertos, con la intensión de atraer al mutante. Los apilaron cerca del lago, y escondiéndose detrás de un bote de madera, esperaron a que el culpable del asesinato se acercara.      
Pasó una hora y media cuando sintieron agitación en las aguas del lago, parecía que el mutante se decidió a salir.  
Y Hamill tenía razón, esta vez se estaban enfrentando a un hombre-lagarto, un réptil de casi dos metros salió caminando del lago en sus dos patas traseras, sus dedos terminaban en curvadas garras, todo su cuerpo era cubierto por una áspera y rugosa piel verde oliva, todavía habían en él huellas de que en el pasado había sido humano, estaba la forma de su torso, sus brazos largos y ágiles, pero el resto era un reptil, incluso su rostro, llenó de duras escamas y dientes como espinas.     
El mutante caminó hasta la carnada, ignorante de que lo observaban desde un bote cercano.  
— Desde aquí no puedo acertarle — Refunfuñó Natalia, mirando a través de la mira, donde el tronco de un árbol se interponía entre ella y su objetivo. Se levantó sigilosamente del lugar en donde estaban vigilando, y caminando, paso a paso, procuró acercarse lo más posible antes de hacer un tiro, no quería fallar, ya que fallar podría significar la diferencia entre la vida o muerte.  
— Miller — Mark la llamó en voz baja, pero ella ignoró su voz — Regresa aquí, es peligroso — Mark se removió en su lugar, pensando porque le había tocado una compañera tan desobediente, debía admitir que era valiente hasta en la última de sus hebras, pero en estos momentos no necesitaba una demostración de su grande valía. 
La agente dio otro paso, y accidentalmente pisó una rama, que crujió llamando la atención del enorme lagarto. Los ojos amarillos se clavaron en la joven.  El mutante reaccionó de inmediato al verse amenazado, se levantó a una velocidad atérrate de la carnada y saltó en dirección a Natalia.
La chica no tenía el tiempo suficiente de huir, se encontraba muy cerca como para esquivarlo, entonces la única opción que tenía era dispararle, y así lo hizo.
El proyectil en forma de jeringa salió volando de la boca del rifle, chillando agudamente al nadar por el aire, en dirección a su objetivo, pero nunca llegó, la aguja se hundió en la tierra, mientras el lagarto seguía su camino hacia la agente.
Natalia rebuscó en su bolsillo otro proyectil, pero no tuvo tiempo de cargarlo en el arma, el lagarto mutante ya había llegado hasta ella, extendiendo sus garras para herirla.  
Natalia se cubrió con la culata de madera del fusil, haciéndole de escudo de las garras del mutante, quien la atacaba insistentemente, una y otra vez. La bestia era mucho más fuerte que ella, y sin poder contrarrestar su peso, calló hacía atrás. Su espalda chocó contra el fango, infiltrándose la humedad en la tela de su ropa. El lagarto, encima de la agente, ahora le era fácil acabar con ella, solo debía propinar otro de sus zarpazos. Levantó sus garras en alto, y cuando se dispuso a bajarlas, un fuerte y punzante dolor le mordió las costillas, obligándolo a rodar de lado, liberando a Natalia Miller.
La agente levantó la vista, con el corazón palpitante, y el terror alojado en su pecho, había estado cerca de la muerte, y fue cuando vio a su compañero Mark Johnson, con su revólver en alto, había disparado al mutante sin pensarlo dos veces, no dejaría a su compañera morir.
Mark sin perder tiempo corrió junto a Miller, y tomando el rifle tranquilizante en sus manos, apuntó y disparó. Un proyectil tranquilizante se hundió en la piel del lagarto, quien se agitaba enfurecido por haber sido herido. Segundos después cayó en los efectos de la anestesia y se durmió.

Mark, aprovechando que el lagarto todavía seguía anestesiado, en su laboratorio se encargó de sustraerle la bala del pecho y curar su herida.
Pusieron a Emilio Díaz, ahora el hombre-lagarto, en una celda junto al hombre-alacrán. Quien fue despertando de su sueño lentamente, y al verse encerrado luchó contra las barras de metal, en vano, intentando huir. 
— Bien hecho — Lo elogió René García, golpeteando el hombro del oriental.
— Fue un trabajo en equipo — Le respondió este echándole una mirada condescendiente a Miller y otra a Hamill, quien ahora era parte del equipo, todavía le quedaba mucho por aprender, pero si no ponía su mejor disposición, nunca sería un buen maestro para él.  
René García luego de agradecerles y recomendarles que sigan trabajando así de duro, se marchó dejando al equipo solo.       
— No quiero que vuelvas a arriesgarte de esa manera — Mark reprendió a Natalia sonando duro, pero sentía que debía hacerlo.
— Lo siento, puse a todo el equipo en peligro — Se disculpó cabizbaja.
— Ese no es el verdadero problema. Corriste peligro — Esta vez su voz se había suavizado, y sus palabras parecían esconder mucho más significado del que aparentaban.
Miller levantó sus ojos ambarinos, y carraspeó sin saber que responderle, sus mejillas se habían teñido en rojo, sintiendo las palabras de su compañero mucho más íntimas de lo que intentaban ser.     
Mark captó la incomodidad de su compañera y regalándole una sonrisa intentó tranquilizarla.
— Ve a descansar. Necesitas recomponerte luego de esa batalla.
Miller asintió a sus palabras y luego de despedirse subió por las escaleras desapareciendo del recinto de mutantes.
— Lo siento — Dijo Mark de repente.
Hamill se sorprendió por la repentina disculpa.  
— No debí despreciarte de aquella manera, eres joven pero no un estúpido. Tienes un gran futuro por delante. Me enorgullece prepararte en esta unidad.  
— Yo…he...mm — Alban tartamudeó nervioso, la presencia del agente Johnson era intimidante en cierta manera, demandando un respeto inquebrantable a su persona— Aprecio… mucho sus palabras. Lo admiro, por cierto, nunca quise faltarle el respeto ni humillarlo.  
— Lo sé — Mark palmeó el hombro de Hamill de manera paternal y se encaminó hacia la escalera — Tómate el día libre, tengo que trabajar en la cura.     
— ¿En la cura? — Los ojos del muchacho brillaron con emoción — ¿No le molestaría… si… si… yo… lo ayudo?  
Mark se paró en la escalera, y mirándolo desde lo alto asintió en aprobación.
— Pero si me eres de estorbo juro que…

— No, no lo seré, ¡Lo prometo! — Y con una enorme sonrisa plasmada en su rostro, Alban subió la escalera pisándole los talones a su jefe.   

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Edgar por leer, me alegro que te haya gustado el relato.

      Un saludo.

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  2. Interesante capítulo. Parece que Mark se puso un poco celoso. Je, je, je, je. Ahora hay un nuevo integrante en el equipo, pueden que pronto den con la solución ante la aparición de tanta criatura extraña. Sólo espero que no tenga nada que ver con los Iluminatis. Jue, je, je.

    Me dio gracia la imagen que escogiste de la criatura, un poco más recto y musculoso ya se parecería a un supuesto Repitiliano (sí, los que crearon esa fábula tienen muy poca imaginación. Je, je.). Eso si, si te aparece de repente algo así toda la gracia desaparece y uno se convierte en otra cosa también... una estatua de piedra. Ja, ja, ja.

    Ya quisiera ver un relato con una criatura que recordé apenas comencé a leer éste: el demonio (o diablo) de Jersey. Una criatura que por su forma es bastante graciosa, aunque en su momento sembró terror en el estado de New Jersey a principios del siglo pasado. Su ilustración es bastante conocida dentro de la criptozoología... aunque parece el dibujo de un caricaturista muy malo. Je, je, je.

    Que tengas una bonita semana. ¡Saludos!

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    1. Gracias por leer y comentar.

      No conocía ese montruo del demonio de Jersey, lo busqué en google y es muy raro, una mezcla de varias cosas, voy a ver donde lo meto jaja.

      Un saludo.

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  3. Felicidades compañera y amiga me enganchaste con esta historia muy buena tu entrada y que la imaginacion debe estar presente en tus protagonistas

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    1. Gracias Ana María, me alegro que te haya gustado la historia.

      Un saludo

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  4. Miller estaba equivocada y a la vez tenía razón. Debió considerar que una mutación podía ser confundida con un hecho sobrenatural, no debió desechar que pasar algo así. Y la vez tenía razón ya que no era algo sobrenatural.

    Interesante intercambio de reproches, demostrando ante un tercero que hay una atracción entre los dos. Buen recurso.
    Y buen tópico del nuevo que despierta celos, profesionales y de los otros.
    Que buena historia.
    Una buena semana para vos. Besos.

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    1. Gracias por leer y comentar.

      El nuevo personaje presenta una amenaza para Mark tanto profesional como amorosa.

      Un saludo.

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