Abría sus pestañas al cielo,
mirando el vacio y el silencio.
Entre las penumbrosas sombras se
ocultaba misteriosa, anhelando un día encontrar una fiel compañía.
Una noche el día se adelantó, y
una poderosa luz blanquecina llegó hasta los ojos de la luna.
Al verlo, la luna, no pudo
apartar su mirada.
Era hermoso, de presencia
ardiente y poderosa, con una luz enceguecedora que daban ansias de nunca
apartar la mirada, pero el encuentro duro poco porque ella debió volver a las
sombras perdiéndolo de vista al instante.
Estuvo pensando hasta el próximo encuentro,
¿Él la había visto como ella a él? ¿Quién era?, nunca había visto algo tan
brillante. El cielo estaba colmado de estrellas, pero ninguna brillaba tanto
como él.
Se acercaba el atardecer, y se
preparó para ascender en el amplio cielo, pero esta vez subió unos minutos
antes, no pudo esperar más para volver a verlo.
Al hacerlo se encontró de lleno
con la luz que antes la había enceguecido, pero esta vez al tenerlo tan cerca
sintió que su rocosa piel se quemaba por culpa de tanta luz, sintió mucho
dolor, pero también mucha vergüenza, ella era un cuerpo celeste muy débil en su
presencia.
Esa tarde le preguntó su nombre,
y él le respondió, su voz era profunda y altiva, al igual que su temperamento,
se creía el más poderoso, el más brillante en el cielo entero.
Pasaron varios amaneceres y
atardeceres que ella se adelantó para encontrárselo, no le importaba que
quemara su piel, solo quería volver a verlo. Pero ella era muy débil e
insignificante en comparación de él, así que no la volvió a mirar mientras pasaba
a su lado y se ocultaba en el horizonte. Cada vez que la ignoraba ella sentía
una punzada helada en su corazón, y se sentía cada vez más diminuta e
insignificante.
Pasaron siglos en los que ella
lloró sin cesar, hasta que una estrella se le acercó para consolarla, diciéndole
que no debería sufrir por alguien que no sufriría por ella.
Fue cuando la luna comprendió que
el sol era magnifico, y que con sus poderosos rayos bañaba todo el horizonte, allí
donde sus débiles luces nunca podrían llegar, pero ella tenía un montón de
estrellas que iluminaban la noche con ella. Prefería que millones de estrellas
la acompañasen antes que reinar solitaria en el cielo.
Cuando leia tus escritos, pense en la dependencia emocional y sus posibles consecuencias destructivas.(siglos en la que ella lloro sin cesar.)... Como es importante tener veraderos amigo encarandonos la realidad , visando nuestro bien.. Placer leerte .Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar.
EliminarMe alegra muchisimo que le haya gustado mi relato.
Un saludo!!
Precioso cuento. No lo había visto antes, se me pasó por alto, je, je. (Eso habla mal de mí T-T)
ResponderEliminarPuede que sea un texto inspirado en la frase de Lucio Anneo Séneca: Amicitia semper prodest, amor aliquando etiam nocet. (la amistad siempre aprovecha, el amor hiere a veces).
Me gustó mucho. Que tengas una linda tarde y una noche mucho mejor. ¡Saludos!
NO hay problema..La entrada es media viejita :3
EliminarLa verdad no me inspire en aquella frase de Séneca, pero sin embargo tienen mucho en común.
Gracias por leer.
Un saludo!!