lunes, 9 de febrero de 2015

Simplemente Amor

En aquel pequeño pueblo, el invierno estaba llegando perezosamente a su culminación. Por la ventana se podía entrever la nieve que se derretía sobre la rama de los árboles.        
Jhenny despertó sintiendo su rostro húmedo, cuando abrió los ojos encontró a su fiel amigo que le pasaba enérgicamente la lengua por toda su cara. Ese era su despertador todos los días.  
Jhenny era una delgada niña de piel trigueña y unos enormes ojos que brillaban curiosamente en su rostro.     
Jhenny recibió a Boolo en un abrazo y luego lo inundó de tiernas caricias y besos. 
Boolo era un golden, su espeso pelaje dorado parecían soles, su cuerpo era musculoso para correr y juguetear por el bosque por horas sin parar. Lucía en su cuello un brillante collar que Jhenny había confeccionado.      
Aquella mañana compartió junto a su abuelo un exquisito desayuno, comieron un budín de chocolate que con mucho cariño el anciano había preparado.     
Desayunaban sin dejar de reír mientras su nieta recordaba todas las travesuras que Boolo había cometido. Como esa vez que luego de un largo y complicado baño al canino, no habían pasado ni media hora que Boolo había caído en un charco de sucio barro, haciendo que todo el laborioso trabajo de Jhenny fuera vano, en el momento sintió mucho enojo, pero pasadas varias semanas no podía parar de reír al recordarlo.   
Luego del desayuno Jhenny se abrigó bien, con una campera floreada, que tenía los puños de las mangas mordisqueadas.       
Tomó una pelota roja, la favorita de Boolo y antes de salir por la puerta escuchó que sonaba el teléfono.  
Su abuelo se adelantó y tomó el teléfono antes que ella, pero al ver el gesto del rostro de su abuelo, de inmediato supo con quien estaba hablando, cuya persona siempre logra plasmar en su abuelo aquella amarga y triste expresión en su semblante.   
Era su madre, que al nacer no quiso hacerse cargo de ella, la había abandonado, y la única persona que quiso cuidar de Jhenny fue su viejito abuelo.  
Cuando la madre de Jhenny llamaba a la casa del anciano, no era para preguntar por su hija, ni para saludarlos, sino para pedirle un favor a su padre, casi siempre le pedía dinero.           
Jhenny no se quedó a escuchar la conversación de su abuelo con su madre, ya que ella siempre lograba ponerla triste, entonces se fue antes que lograra afectar su pequeño corazón.
Comenzó a correr hacía el bosque mientras Boolo la perseguía juguetonamente por detrás.   
Esquivaba los árboles, saltaba las rocas, miraba como los pájaros escapaban de entre la maleza al sentirla correr.   
Primero fue hasta el arroyo, recolectó algunas moras de los arbustos y los repartió con Boolo, no había nada que le encantara más que aquellas jugosas frutas moradas.
Estuvo un rato sentada riendo y mirando como su amigo saltaba y corría por la orilla del arroyo ladrándoles a las aves que bajaban a beber.        
Comenzó a tirar piedras al arroyo, intentando hacer sapito con las piedras planas, pero no pudo hacer ninguno, le faltaba mucha práctica.
Frustrada por no tener habilidad con las rocas, continuó el paseo.
Acompañaba su caminata cantando una canción infantil sobre un jardín de flores:  

“Rojas, son las rosas
en el jardín las vi todas.

Blancas bailan las margaritas,
mientras los jazmines hacen sus coqueterías.

La regadera los baña,
aun que los cactus le temen al agua.  

Llora el sauce melancólico,
porque perdió unos botones.”     

Perdida así con aquella poesía infantil, siguió alegre y saltarina por las sendas del bosque.
Cuando encontró un claro pensó que era el lugar perfecto para jugar con Boolo a la pelota. 
Jhenny volteó buscando a su amigo, pero sus ojos no lo encontraban por ningún lado.
Lo llamó una decena de veces, pero el perro no respondía.
Primero sintió extrañeza, luego tristeza y al final la embargó la preocupación.   
Volvió por sus pasos viendo si Boolo se había quedado detrás, pero no lo veía por ningún lado.
El corazoncito de Jhenny latía de preocupación, mientras su mente no dejaba de armar conjeturas, ¿Y si le pasó algo malo?, ¿Habrá caído en alguna trampa de cazador?, ¿Algún oso lo atacó?, pero en ese bosque no habían osos, ¿Y si se escapó?  
Lo volvió a llamar, y el perro seguía sin contestar.  
Jhenny se tragó el nudo de lágrimas que amenazaba con salir, y conteniendo el llanto comenzó a reanudar el viaje de vuelta a su casa.  
Fue cuando bordeando un enorme sauce encontró a Boolo, estaba acostado junto al tronco del sauce.  
En un principió pensó que Boolo estaba lastimado, y que algo terrible le había pasado, pero cuando realmente comprendió lo que estaba haciendo su corazón se detuvo por un instante.
Boolo estaba dándole calor a una pequeña gatita atigrada que tenía pocos días de vida.  
Jhenny se preguntó qué hacía solo aquel pequeño minino en el bosque ¿Dónde estaba la madre?    
Jhenny esta vez no pudo evitar que una lágrima le recorriera la mejilla, ella era como aquella gatita, la habían abandonado. Su madre la había dejado sola.
Era un dolor muy grande para que una niña muy pequeña lo sienta en su frágil corazón.
Jhenny no pudo evitar sentir tristeza agravada por la bronca y el odio. ¿Qué ser malvado abandonaría a una criatura indefensa?      
Pero luego comprendió también que su abuelo era como Boolo, que la había protegido cuando estaba sola y abandonada.  
Su abuelo le había mostrado lo que es simplemente el amor verdadero, sin condiciones y sin esperar nada a cambio. Fue allí cuando su corazón se enterneció, ya no sentía bronca ni odio, sentía felicidad y amor por el cariño que estos años le había brindado su abuelo.
Jhenny tomó a la gatita entre sus pequeñas manos, y la miró, era muy hermosa y frágil. La abrazó contra su pecho y retomó el camino hacía su casa. Boolo las seguía protectoramente por detrás. 

Jhenny no podía esperar para llegar a su casa y darle un fuerte abrazo a su abuelo para agradecerle todo lo que había hecho por ella.  

8 comentarios:

  1. Cuando leia Tus escritos, puede extraer muchas lecciones .. La Manera de como delegamos responsabilidades , sin asumirlos.. La gratitud en medio de las tempestades . y el amor no siendo fingido, sino demostrado en todo momento..

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    1. Muchas gracias por leer mi blog. me alegra que las personas puedan percibir lo que uno, como escritor, intenta transmitir. .........saludo

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  2. Una historia preciosa, Cynthia. Me ha gustado mucho el paralelismo que estableces entre ambas circunstancias de abandono y cuidados, me parece muy tierno y también inteligento. Me ha gustado mucho!

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias por leer mi relato y comentar. Me alegro mucho que le haya gustado. Un abrazo para usted tambien. Saludo

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  3. Querida Cynthia:

    En este hermoso texto, tu nos ofrece la satisfacción de la lectura de una escritora que, aunque joven, produce historias de excepcional contenido literario, tanto en su aspecto formal como en su ennoblecedor propósito conceptual.

    Ya desde el título, se esboza la riqueza del mensaje, lleno de lídimo sentimiento, en un cresciendo que nos mueve al clímax, cuando se despliega en todo su esplendor la vitalidad cognitiva e estilística de una autora de gran valor.

    Me encantas.

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    1. Muchas gracias por la apreciación literaria y los elogios. Es un gusto para mi compartir mis relatos y poesías con la gente.
      Nunca dejo de alegrarme cada vez que me llegan comentarios como este.
      Desde ya muchisimas gracias por el interes y la lectura en mi blog. UN SALUDO.

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