sábado, 7 de febrero de 2015

Vida de Fama

               
Era una pequeña habitación, sus paredes estaban recubiertas por madera de roble, y las cerámicas del piso eran grises, solo habían tres muebles allí dentro, un viejo escritorio de madera, llevando sobre si una vieja computadora con su polvorienta impresora, una silla de metal, con un tapizado de flores bordo, y detrás del escritorio se hallaba un estante lleno de libros impresos por la impresora del escritorio.
                Este era un lugar sagrado, allí había escritos todas sus obras Carol Kleist, en aquel pequeño escritorio había pasado horas y horas escribiendo sus grandes creaciones, historias fantásticas, tan maravillosas que cada vez que uno las lee se maravilla de cada una de las palabras que nos cuentan sus travesías y odiseas, infinidades de seres y personas grandiosas viven en esas hojas, esperando a que alguien los vuelvan a la vida con sus lecturas.    
                Carol Kleist era una joven prodigio, creaba de su fresca mente un montón de diferentes historias, historias que solo los profesionales y especialistas escritores de muchos años podían crear de la experiencia vivida, perfeccionándose a través del tiempo, para crear así obras maestras, pero Carol, no era así, su primer historia, hasta la última eran obras de arte, estaban escritas con una exquisitez sensacional, que cada vez que uno se perdía en sus lecturas su mente y corazón comenzaban a navegar por un mar de sensaciones y placeres indescriptibles. 
                Esta habitación, fuente de inspiración para Carol, hacia meses que estaba sucia desde su desaparición, una noche no había vuelto de su paseo, Carol acostumbraba  todas las tardes a dar un paseo por el mar, las aguas y las olas del mar la ayudaban a pensar cuando no sabía cómo terminar un libro.  
Era una chica sumamente inteligente, era capaz de resolver cualquier interrogante o obstáculo que se le presentase, y según sus palabras “No hay mejor lugar para pensar que el mar”, cuando se le presentaba un problema tomaba su velero y navegaba unos kilómetros mar adentro, y apoyando sus codos sobre la baranda se dedicaba a contemplar el inmenso océano, y en ese momento su mente era una red de ideas que iban y venían, y cuando creía acomodar su mente volvía a su casa dispuesta a enfrentar dicho problema.        
                Esa tarde que Carol tardaba en regresar, toda su familia estaba inquieta, su hermana caminaba por toda la casa sin saber qué hacer, su madre hacía llamados a todos los conocidos, vecinos, familiares, amigos, compañeros del colegio, y nadie la había visto, su padre salió en su camioneta roja a recorrer las calles de la ciudad, buscándola desesperadamente.
                Hanya Kleist, la madre de Carol, lloró toda la noche, tanto que su almohada estaba completamente húmeda por sus amargas lágrimas, no podía dejar de pensar en ella, ¿Por qué no había vuelto esa tarde?, le destrozaba el corazón en solo pensar lo que le pudo haber pasado. 
                Unos días después de su desaparición, la policía tocó la puerta de la entrada, Hanya casi se desmaya al escuchar las palabras de los oficiales:
_ Un barco pesquero ha encontrado en el fondo del mar un velero celeste, creemos que puede llegar a ser el de su hija_ Le decía uno de los oficiales apretando su gorra entre sus dedos, detestaba dar malas noticias_ En la proa estaba escrita la frase “Letras del cielo”_ 
_ Si, ese es el velero, ese era su nombre_ Decía Hanya cayendo sobre los brazos de su esposo, enjuagándose las  lagrimas con la corbata de su camisa.    
                La familia entera estaba consternada, los vecinos y amistades fueron a dar sus condolencias, y los familiares se acercaron a compartir el dolor que sentían. Hanya no dejaba de pensar en lo sucedido, según los oficiales que habían viajado al lugar del accidente, el barco había sufrido un impacto con una roca, produciendo un daño irreparable, y en unos minutos el barco ya se encontraba en el fondo del mar.
Unos buzos habían ingresado al velero, y no encontraron a Carol, los oficiales les prometieron no abandonar la búsqueda, estaban seguros que se había ahogado durante el hundimiento de la nave, y que seguramente alguna corriente oceánica la separo del velero.

Antes de su desaparición, Carol había intentado durante años publicar sus obras en alguna editorial, pero todas la rechazaron. Su madre en medio del dolor que sentía se prometió que no descansaría hasta ver cada una de las historias publicadas e impresas, así que tomó de los estantes de la habitación de escritura todos los libros impresos de su hija, y se dirigió a cada una de las editoriales existentes.     
La primer editorial a la que asistió, la aceptó de inmediato luego de escuchar la historia de la desaparición de una joven escritora de dieciocho años, no podían negarse, con esa historia, seguramente tendrían suerte y muchísimo éxito en publicar sus libros.         
Inmediatamente la noticia se hizo famosa, salía en las radios, televisión, diarios, la historia de Carol Kleist se encontraba por todos lados, todos querían leer sus libros, “la pobre chica había sufrido un accidente, y en su corta vida había escrito espectaculares historias y novelas”.
Vendieron de miles a millones de copias, tanto que cada novela superó la séptima edición, sus obras se volvieron parte de la vida y la comunidad, todos conocían sus historias, se habían vuelto parte de conversaciones, las escuelas los habían tomado como material de lectura para la primaria y secundaria, se había vuelto un frenesí, en las noticias televisivas lo llamaban “La fiebre Kleist”.        
Se había vuelto realidad el sueño de Carol, ella desde muy niña siempre quiso ser una famosa escritora, adoraba escribir, y le apasionaba crear un sinfín de diferentes historias.
Hanya se sentía orgullosa, el sueño de su hija se había concretado, ella lo había hecho por su hija, no le interesaba el dinero ganado, donaron más de la mitad del dinero recaudado en las ventas de los libros a aquellas personas que sufrían necesidades, ayudaron a pagar operaciones a gente que necesitaba una cirugía de emergencia, contribuyeron en las donaciones de hospitales, orfanatos y geriátricos, entre muchas otras cosas más, la ciudad entera estaba agradecida con la solidaridad de la familia Kleist.
A pesar de la felicidad que sentía Hanya por el éxito de las historias, también a la vez sentía mucho dolor, se había vuelto realidad el sueño de su hija Carol, pero ella no estaba allí para poder disfrutarlo, no podía ver el impacto que sus libros habían causado, nunca podrá ver su sueño realizado.

                Después de un mes de la desaparición de Carol, Hanya por fin se atrevió a ingresar en la habitación de su hija, esta se encontraba fría y oscura, las pertenencias de la joven se encontraban donde ella las había dejado la última vez.
Sobre la cómoda se encontraban sus hebillas para su castaño cabello y su violeta peine con algunos cabellos enredados en sus dientes. Sobre una silla estaban apilados los útiles de la escuela, dos cuadernos azules, y una carpeta roja con algunas hojas sobresalidas. La puerta del armario estaba abierta dejando ver la ropa de su interior, y la cama estaba sin hacer.
Hanya suspiró profundamente, y se sentó en la cama a observar la habitación, los ojos pasearon por las paredes, observando las fotos colgadas que recordaban algún lindo momento, una foto capturaba una cena familiar, había otra donde se encontraban sus dos mejores amigas, y otra donde Carol salía del muelle saludando felizmente desde su velero celeste.  
Cuando giró para ver otra pared, sintió debajo suyo algo duro, metió la mano entre las sabanas y encontró un libro de historia de las artes, donde hablaban de todos aquellos famosos artistas de la historia, músicos, escritores, escultores y pintores.  
Hanya abrió el libro y leyó rápidamente algunas páginas, y descubrió una frase que le llamó mucho la atención:  
_ “Este talentoso artista nunca conoció su fama, sus obras se hicieron importantes y famosas después de su muerte, y hoy en día sus historias son clásicos de la literatura”_ La mujer leía en voz alta aquellas palabras.  
Se detuvo a pensar unos momentos, aquel famoso escritor nunca conoció la importancia de sus obras, ya que fueron reconocidas luego de su muerte, igual que Carol, inmediatamente no le pareció justo, no solo le sucedió a su hija, sino a la mayoría de los artistas famosos. Sintió ira y tristeza a la misma vez, pero no había nada que pudiera hacer, su hija ya no estaba con ella.       

                Al día siguiente, el padre hizo un viaje en su camioneta, a unos pocos kilómetros tenían unas hectáreas con ganado, y cada día por medio viajaban a asegurarse que no les faltara alimento ni agua, había una pequeña cabaña donde el padre guardaba el alimento de las vacas, pero esta vez cuando entró notó algo diferente, el lugar no estaba como hacía dos días atrás lo había dejado, una mesa y una silla estaban limpias y cambiadas de lugar, alguien las había utilizado, comenzó a recorrer la cabaña, y en una habitación encontró algo que nunca hubiera pensado que podría llegar a encontrar, por su cabeza pasaron un montón de ideas mientras buscaba, pensó en un vagabundo, en algún zorro que había ingresado para resguardarse de la lluvia de anoche, e incluso en un ladrón, pero lo que encontró lo sorprendió mucho más, fue totalmente inesperado y extraño, ¿Qué hacia su hija en la cabaña sola?, su primera reacción después de estar unos segundos inmóvil fue abrazarla, y luego preguntarle un montón de cosas a la misma vez, no entendía que era lo que estaba pasando, incluso por un momento pensó que estaba alucinando, Carol, no le explico nada, solo le dijo:
_ ¡Llévame a casa!_   
                Y así hizo su padre, ambos volvieron sin decirse nada, la mente del hombre era una nube de dudas, ¿Qué había sucedido?, ¿Había estado un mes entero en la cabaña sola?, ¿Y cómo es que no la había visto antes si visita la cabaña frecuentemente?, ¿Por qué después del accidente del velero no volvió a la casa?, ¿Qué estaba sucediendo?   
                Llegaron a la casa, Hanya al abrir la puerta y ver ante sus ojos a su hija perdida se quedó inmóvil por un segundo, y luego con un salto la abrazó envuelta en lágrimas, su corazón latía muy fuerte de la emoción, le dolía la cabeza, parecía que un yunque hubiera caído sobre su frente cuando vió a su hija parada en la puerta de entrada. Su hermana la recibió abrazándola y diciéndole que la había extrañado mucho, mucho.     
                Hanya tomó las manos de su hija mayor y le decía dulcemente:
_ Me alegra mucho que estés bien, ¿Qué sucedió?, ¿Cómo es que…?_ Hanya volteó la cabeza y le preguntó a su esposo en un abrazo _ ¡La encontraste!, me la trajiste de vuelta, ¿Dónde estaba?_ 
_ En la cabaña_ Le respondió el padre de Carol todavía extrañado por lo sucedido.
_ ¿La cabaña nuestra?_ Pregunta Hanya.     
_ Si, no entiendo lo que sucedió_ Le explicaba el hombre muy desconcertado.
_ Yo les explicare_ Habló finalmente Carol dispuesta a explicarles lo sucedido _ Hace un mes, fui rechazada por decima vez de una editorial, esto me destrozo, me encerré en mi habitación y comencé a leer mis libros de la escuela para poner la mente en otro lado, pero sin embargo no podía dejar de pensar en todos los rechazos que sufrí uno tras otro_ Hizo una pequeña pausa, respiró hondo y prosiguió su historia_ comencé a leer mi libro de historia de las artes, y note que todos aquellos artistas tenían algo en común, todos, absolutamente todos, de escritores hasta pintores, ninguno tuvo el reconocimiento en vida que se merecían, ninguno de ellos conoció lo tan importantes que fueron para la historia, sus magnificas obras tomaron importancia después de su muerte, entonces tenía la cabeza desordenada, un montón de ideas que volaban por mi mente sin sentido, así que fui al mar a despejar mi mente y organizar mis ideas. Como esperaba el agua me organizó y puso mis ideas en orden, en ese momento idee un plan, estaba segura que funcionaria, tome un bote inflable del armario del velero, fije el curso hacia una enorme roca, y unos metros antes del impacto baje del velero, y me escondí en la cabaña, todo funcionó de inmediato como lo esperaba, era una historia deliciosa para los reporteros, me harían famosa, y así lo hicieron, me escondí en la cabaña este mes entero, y cuando pensé que ya era suficiente decidí mostrarme ante mi padre para aclarar las cosas, estaba segura que si cambiaba de lugar unos muebles, él se daría cuenta, y como esperaba mi plan funcionó a la perfección, mis novelas tuvieron éxito, y yo me convertí en una escritora famosa y rica_  
La familia de Carol se quedaron atónitos, no podían creer lo que estaban escuchando, todo había estado planificado, ella fingió su muerte para tener fama.
¿Las acciones de Carol podrían calificarse como astutas o egoístas?, ¿Acaso no pensó en el daño o preocupación que le causo a su familia?, ¿Solo piensa para sí misma sin importarle la gente que la ama?, ¿Cómo saber que pensaba en ese momento de angustia?      

      

8 comentarios:

  1. Interesante entrada: ecos de adolescencia perfumados con la incerteza que da el desconocer el futuro. Muchos besos; muy buena entrada y te dejo mi espacio, por si te interesa:

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/

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  2. Gracias por leer la entrada y comentar. voy a pasar por tu blog. saludos

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  3. Magnífico relato. Me gusta. El desenlace deja un buen tema para debate. Me gusta mucho. Felicidades

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  4. Buenas preguntas la del final del relato. Da para pensar... Saludos y comparto. Un relato así es bueno para abrir un debate sobre esto.

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    1. Gracias por leer mi relato. Me alegro mucho que le haya gustado.

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  5. Linda historia. A la vez sobria y cautivadora. Por lo poco que vi, me atrevo a decir que tu es una gran escritora. ¡Enhorabuena!

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    1. Muchas gracias por leer mi historia y comentar. Te agradesco por el alago. SALUDO

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